Solicitan a AMLO emitir decreto para prohibir maíz transgénico
En el marco del Día Nacional del Maíz campesinos de México solicitaron al Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), publicar el decreto para prohibir la siembra de maíz transgénico, y exhortaron a las secretarías de Agricultura y de Medio Ambiente que desistan de participar en la Demanda colectiva que interpusieron diversas organizaciones contra empresas semilleras y ambas dependencias, la cual busca evitar la siembra de maíz trangénico que afectaría a las especies nativas.
Durante esta celebración, productores, expertos y funcionarios destacaron la relevancia de preservar la diversidad de maíces nativos, las más de 60 razas de maíces nativos que existen en nuestro país, desde cacahuacintle, palomero, colorado, olotón, pepitilla o granos de colores, azules o rojos. Se pronunciaron por defender con instrumentos legislativos y legales toda la biodiversidad que forma parte de nuestra cultura, cosmogonía, diversidad biocultural y tradiciones gastronómicas.
En la conferencia virtual del ciclo Autosuficiencia Alimentaria e Innovación Tecnológica, “¡Celebremos el Día Nacional del Maíz!”, el titular de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), Víctor Villalobos Arámbula, destacó que este año México producirá 28 millones de toneladas de maíz, de los que más del 60 por ciento provendrá de agricultores de pequeña y mediana escala, con predios de hasta 20 hectáreas.
Destacó la diversidad biológica de nuestro país, donde se producen 64 razas de maíz, 59 de las cuales son nativas, y recordó que detrás de esta preservación hay 350 generaciones, miles de campesinos y pueblos originarios.
El maíz –subrayó– es un emblema de alimentación, un legado y regalo de México al mundo, junto con otros cultivos de la milpa, chile, calabaza, amaranto, frijol y vainilla.
En el foro virtual coordinado por el subsecretario de Autosuficiencia Alimentaria de la Sader, Víctor Suárez Carrera, el fundador del Grupo Vicente Guerrero de Tlaxcala, Pánfilo Hernández Ortiz, hizo hincapié en que los maíces nativos están siendo desplazados por otros cultivos comerciales y advirtió sobre la amenaza de los transgénicos, por lo que exhortó a la Sader y la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) a desistir como instituciones de gobierno su participación en la Demanda colectiva que se presentó –hace siete años– contra diversas empresas semilleras –Monsanto (ahora Bayer), Syngenta y PHI- (Pioneer-Dupont) y Agrosciences— para suspender la siembra de maíces transgénicos en México.
También aprovechó el foro para solicitar al Presidente de la República que se pudiera hacer realidad el decreto para prohibir la siembra del maíz transgénico en México y fortalecer esta protección al cereal y también a las comunidades campesinas e indígenas.
El productor advirtió que maíces como el arrocillo y el palomero han sido desplazados por otros y está la amenaza de los transgénicos, ya que algunos campesinos los confunden con maíces híbridos y éstos pueden venir “camuflajeados” y tener transgenes.
Ante autoridades de la Sader se pronunció porque los maíces nativos y de colores tengan precio justo, ya que en Tlaxcala a veces compran solo maíces blancos, por lo que Segalmex (Seguridad Alimentaria Mexicana) debe mejorar estas prácticas y comercializar de forma justa estos maíces.
La senadora Ana Lilia Rivera se refirió a la Ley federal para el fomento y la protección del maíz nativo, que se aprobó el 1 de abril de este año, donde está pendiente constituir el Consejo Nacional del Maíz y añadió que está en manos de la Sader emitir la convocatoria pronto para cumplir con esta ley.
Expresó que la protección a los maíces nativos no puede ser labor de un hombre o una institución, sino debemos trabajar todos juntos, no podemos seguir los “hombres del maíz” importando maíces de mala calidad de Estados Unidos ni dándole la vuelta a la ley impulsando el fomento de otras semillas “de manera velada y silenciosa”, a pesar de que tenemos una ley que exige la responsabilidad de verificar que el maíz que se siembre en nuestro campo sea libre de transgénicos.
Manifestó que la ley referida no es meramente declarativa, sino que implica una serie de obligaciones del Estado, que “tiene la obligación de garantizar y fomentar, a través de todas las autoridades competentes, que todas las personas tengan acceso efectivo al consumo informado de maíz nativo y en diversificación constante, así como de sus productos derivados, en condiciones libres de organismos genéticamente modificados. Esto último, es una obligación categórica previamente inexistente en el derecho nacional, que únicamente se había manifestado a través de providencias cautelares concedidas por el Poder Judicial de la Federación para el caso concreto de la demanda colectiva en contra de la siembra de maíz transgénico desde el 2013″
La legisladora también expuso que de acuerdo con la legislación se deben identificar áreas geográficas para garantizar subsistencia de maíz nativo y apoyar a los bancos comunitarios.
El coordinador nacional de la Comisión Nacional para la Conservación y el Uso de la Biodiversidad (Conabio), José Sarukhán Kermez, destacó que los campesinos producen suficiente maíz en 4.6 millones de hectáreas (2.9 toneladas por hectárea) para alimentar potencialmente a 54.7 millones de personas. Cada año siembran en todos los climas de México y seleccionan sus semillas de miles de plantas.
Destacó que Conabio, junto con otras 25 instituciones identificaron las zonas y características de los maíces nativos, casi 60, trabajo que ha sido clave para frenar los intentos de uso de estas razas en procesos transgénicos.
El experto en biodiversidad apuntó que hay una agricultura campesina en cuatro millones de hectáreas, donde esta el banco más grande diversidad genética vivo, un proceso de mantenimiento permanente de evolución que no ha sido compensado ni valorado en nuestro país ni en el mundo.
José Sarukhán resaltó que desde hace mas de 9 mil años ha habido un proceso de selección, en especial por parte de las mujeres. “Es el experimento de selección más grande de maíz del mundo”.
Alta productividad con sistema sustentable
El agricultor de Oaxaca, Ángel García Martínez, se pronunció por no permitir que maíces híbridos y trasgénicos se mezclen con criollos e insistió en que el gobierno y las dependencias apoyen a los campesinos.
Francisco Román, de Impulso Rural en El Tamarindo. Sinaloa, habló de que con el Manejo Integral de Cultivos Inducidos (MICI) se ha alcanzado una producción sustentable de entre 13 y 16 toneladas por hectárea de maíz.
Indicó que en el país ya se cuenta con 100 mil hectáreas con este sistema, donde se retoman los conocimientos campesinos y hay 12 mil productores que utilizan el MICI, que es una producción donde se busca eliminar agroquímicos.
Por su parte, la Campaña Nacional Sin Maíz No Hay País recordó que en 2009 impulsó la celebración del Día Nacional del Maíz, donde hoy participan 300 comunidades campesinas e indígenas; productores y productoras de maíz de pequeña y mediana escala, así como por organizaciones académicas,
En un comunicado, remarcó que este año “decimos no a los maíces transgénicos; no al uso de glifosato y otros plaguicidas altamente peligrosos; no a una reforma de la Ley Federal de Variedades Vegetales que despoja a las comunidades campesinas e indígenas de sus semillas, herencia cultural milenaria; no a un modelo de producción agroindustrial de alimentos y sus monocultivos; no a los alimentos ultraprocesados que dañan la salud de la población mexicana.
Y se pronunció por un “sí a la soberanía y autosuficiencia alimentaria; sí al fomento y producción de maíces nativos y a la multiplicidad de milpas en manos campesinas; sí a la agroecología y alternativas amigables con el medio ambiente; sí a los derechos humanos indígenas y campesinos; sí a la autonomía y la autodeterminación de los pueblos originarios y comunidades indígenas; sí a los alimentos sanos, nutritivos y culturalmente adecuados para todas las personas”.
Destacó que “es necesario frenar a los monopolios de empresas transnacionales que promueven el uso de agroquímicos tóxicos, como el glifosato, siembra de semillas transgénicas, afectando nuestra gran agrobiodiversidad, a nuestras variedades de maíz nativo, contaminando el agua, la tierra, matando insectos polinizadores y enfermando a quienes producen esos alimentos dañinos para su salud y de quienes los consumen”.