Superan variedades de soya del INIFAP a las transgénicas
- Producen entre 2.5 y 3 toneladas por hectárea vs menos de dos de la transgénica
- En siembras prohibidas “están brotando malezas resistentes al glifosato”
- Necesario vigilar y evitar cultivo de soya transgénica en sureste mexicano
Los campos experimentales del INIFAP han sido un laboratorio ideal para el desarrollo de variedades de soya, que adaptadas a las condiciones agroclimáticas de áreas específicas de México superan a las tecnologías transgénicas, al aportar mejores rendimientos, ser resistentes a enfermedades y tolerantes a sequía.
Para satisfacer sus necesidades de consumo, que suman alrededor de 5 millones de toneladas, México depende en un 95% de la importación de esta oleaginosa, principalmente de los Estados Unidos, y “aunque es mucho soñar llegar a la autosuficiencia en este cultivo, sí se podría reducir la dependencia porque hay regiones del país con buenas condiciones para su siembra”, expresa la doctora Mirna Hernández Pérez, investigadora del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP).
Aunque la soya transgénica es ilegal en México, no hay permisos, incluso hay una controversia legal, en Hopelchén, Campeche, “se siembra bajo el agua”, expone la también doctora en ciencias en fitomejoramiento, quien desde hace casi una década desde el Campo Experimental Edzná del INIFAP impulsa el desarrollo de variedades convencionales más productivas y con ventajas agronómicas.
La soya transgénica –subraya la experta del Programa de Oleaginosas Anuales– realmente no trae tantos beneficios, porque su rendimiento es muy bajo, de dos toneladas hacia abajo; las tecnologías desarrolladas por INIFAP producen entre 2.5 y 3 toneladas por hectárea por año (t ha-1) e, incluso, hay potencial para alcanzar cuatro toneladas, con buenas condiciones climatológicas y agua.
Además, el cultivo de soya transgénica requiere de glifosato, producto químico que en un momento había generado algún resultado, “pero hoy en la región ya no esta haciendo tanto efecto porque están brotando malezas que ya son resistentes a ese producto”, subraya la doctora Mirna Hernández.
Un fenómeno que se observa en la zona es que la semilla de soya transgénica viene revuelta, es de diferente flor, y como este cultivo tiene la característica de dar flores moradas o blancas, cuando uno ve estas siembras hay de los dos colores. “Esto quiere decir que esta revuelta y el proceso de crecimiento de la planta es diferente, porque a veces una esta floreando y otra ya tiene fruto, lo cual al momento de la cosecha es un problema, porque tiene grano ya maduro y otro que apenas esta empezando a desarrollarse”.
Expertos han señalado que es necesario vigilar y evitar que se lleven a cabo siembras de soya transgénica, con apego a la prohibición legal, con la intervención de las instituciones competentes.
Posible reducir déficit
En México, puntualiza Hernández Pérez, la producción de soya es deficitaria, se ubica en el tercer lugar de países importadores, superado por China y Estados Unidos; el mercado nacional, a pesar de no contar con un abasto local suficiente se ubica en sexto lugar en molienda
Frente a las necesidades del país de reducir su dependencia en esta oleaginosa, el INIFAP, a través del Campo Experimental Huastecas, ha generado siete variedades de soya para las zonas productoras tropicales del país, las cuales han sido validadas y generan “excelentes resultados”, donde destaca la Huasteca 200 con 3.2 t ha-1, la Huasteca 600 con 3.1 t ha-1 y la Huasteca 400 con 2.9 t ha-1. Estos rendimientos están 30% arriba del promedio nacional.
Incluso, existen variedades como la Huasteca 100 o la Huasteca 600, con potencial de rendimiento promedio de 3.8 t ha-1, la Huasteca 300, 3.7 t ha-1 y la Huasteca 700, que puede llegar hasta 4 t ha-1, además que tiene resistencia a sequía.
Según los cálculos de Mirna Hernández, con las variedades de INIFAP en temporal se han estimado rendimientos promedio de 2.5 t ha-1, que descontando costos de producción –13,062 pesos por ha— dejan un ingreso neto al productor de 8,188 pesos por ha, es decir, por cada peso que invierte el productor la ganancia es de $ 0.63.
Aunque la idea de autosuficiencia en soya esta a “años luz”, el trabajo de los investigadores del INIFAP en Campeche ya ha dado frutos, dado que hace nueve años se producían 5 mil hectáreas con variedades del organismo y ahora suman alrededor de 50 mil, esto a través de capacitación y acercamiento con los productores.
Las variedades de la institución también presentan buen nivel de resistencia a enfermedades conocidas como mildiú, ojo de rana, tiro de munición y antracnosis, que en la mayoría de las evaluaciones presentan ausencia de síntomas o daños menores a 10% del área foliar. Otras observaron una tolerancia hasta 30% de daño foliar antes de la floración, sin afectar su rendimiento en pruebas con “gusano terciopelo”, y “gusano falso medidor de la soya”. También presentan resistencia al acame y al desgrane.
Los trabajos de los expertos del organismo han detectado que las mejores áreas de adaptación para soya son la región sur de Tamaulipas, principalmente en los municipios de Altamira, González y El Mante; las regiones del oriente de San Luis Potosí, en Ébano y Tamuín; norte de Veracruz, en Pánuco, y la costa de Chiapas; además de la península de Yucatán en los estados de Campeche, Yucatán y Quintana Roo. También están Tabasco, Oaxaca, Jalisco y Nayarit.
En México, hay potencial para cultivar más de 600,000 hectáreas e incrementar la producción de soya a 500,000 o hasta 1,000,000 de toneladas.
Integrantes del Sindicato Independiente de Investigadores del INIFAP (SIIINIFAP) anotan que es necesario valorar el trabajo que ha hecho el INIFAP y sus investigadores e investigadoras como la doctora Mirna Hernández, además que se requiere fortalecer programas de abastecimiento de semillas certificadas de las variedades mejoradas disponibles, para incrementar la adopción y producción de soya
De acuerdo con la doctora Mirna Hernández la producción nacional en el 2020 fue de 266 mil 411 toneladas, sembradas en 165 mil 539 hectáreas y concentrada en los estados de Campeche (34.48 %), San Luis Potosí (14.92 %), Veracruz (10.54 %), Sinaloa (9.29 %), Tamaulipas (9.26%) y Chiapas (8.71 %), con un rendimiento promedio de 1.7 t ha-1.
En Campeche, en el 2020, se sembraron 46 mil 900 hectáreas, 98% en condiciones de temporal; con una producción de 91 mil 869 toneladas; de esta producción, 70.7 % se genera en el municipio de Hopelchén y 27.7% en el municipio de Campeche, con rendimiento promedio de 2 t ha-1 (SIAP, 2021).
Un producto versátil
La soya es una oleaginosa cuyo grano tiene alta concentración de aceites (20%) y proteínas (40%). El grano entero contiene cantidades considerables de fibra, pequeñas porciones de grasa saturada, por su origen vegetal no contiene colesterol, y provee la mayoría de los aminoácidos indispensables para el organismo. Además, contiene hierro, calcio y varias vitaminas. El grano entero puede procesarse y con ello obtener materia prima de una extensa variedad de productos alimenticios 100 % de soya, como son: leche, queso, helado, yogurt, cacahuates, entre otros
El aceite que se obtiene de esta oleaginosa se destina a la elaboración de margarina, mantequilla, chocolates, aceite de soya, entre otros. Del proceso de industrialización también se obtiene harina, la que se destina para consumo humano (para la elaboración de carne para hamburguesas y concentrados de proteína); además, para la formulación de alimentos balanceados utilizados en la ganadería.