Estudian la biología del parásito transmisor de malaria
El paludismo o malaria es una enfermedad producida por diversas variedades del parásito Plasmodium, que se transmite al humano mediante la picadura del mosquito hembra Anopheles. Es prevenible y curable, pero sigue causando muertes en el mundo, especialmente en África.
En 2019 se calculaban en 229 millones los casos de paludismo en todo el planeta, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). El número de muertes por ello fue de 409 mil en 2019.
En México se calculan centenares de afectados en Chiapas, Oaxaca, Nayarit, Durango, Sinaloa y Sonora, señaló Lorena González López, académica del Departamento de Microbiología y Parasitología de la Facultad de Medicina.
González López y sus colegas estudian modelos en roedores, con un mosquito, Plasmodium berghei, que afecta al modelo de ratones. “Mi trabajo de investigación se centró en el parásito. Tratamos de entender cuáles son los mecanismos por los cuales lleva a cabo su ciclo de vida de manera tan ordenada y eficaz”, explicó.
Es sorprendente, porque dependiendo el órgano o el organismo en el que habita, puede multiplicarse miles, cientos o decenas de veces.
“Analizamos cuáles son las señales que hacen que el parásito sepa cuántas veces debe reproducirse y cómo se orquesta todo esto dentro de él, cómo es su genética y su biología molecular, cuáles son sus vías de señalización interna.”
También trabajan con las glándulas salivales del mosquito, de donde se transmite el parásito, y examinan su sistema inmune.
Los síntomas del paludismo o la malaria son muy variados, empezando con fiebre, escalofríos, sudoración y dolor de cabeza. También se pueden presentar náuseas, vómitos, tos, heces con sangre, dolores musculares, ictericia (coloración amarillenta en piel y mucosas), defectos de la coagulación sanguínea, shock, insuficiencia renal o hepática, trastornos del sistema nervioso central y coma. La fiebre y los escalofríos son síntomas cíclicos, repitiéndose cada dos o tres días.
En regiones donde la malaria es altamente endémica, las personas se infectan tan a menudo que desarrollan inmunidad adquirida, es decir, son portadores más o menos asintomáticos del parásito.
“Hay diferentes variedades del mosquito Anopheles en el mundo. Solamente las hembras ingieren sangre por una cuestión energética para poner huevos. Durante la toma de sangre insertan saliva en donde viene el parásito Plasmodium que transmite el mal”, detalló González López en el marco del Día Mundial del Paludismo, que se conmemora cada 25 de abril.
Anotó que gracias a medidas preventivas de la OMS, de 2000 a 2014 se logró una reducción muy importante en el número de casos: pasó de 743 mil a 446 mil, lo que es un éxito.
“Pero de 2014 a 2018 el número no se redujo más, y los progresos se estancaron. En 2018 murieron el mismo número de personas que en 2017, y la OMS tomó medidas más urgentes para continuar con la reducción de casos. Según la organización, en 2018 un total de 27 países, 10 menos que en el 2010, notificaron menos de 100 casos, y en los últimos años naciones como Argelia, Uzbekistán, Argentina y Paraguay se declararon libres de paludismo, lo que es un dato alentador.”
Situación nacional
En México tenemos reportes epidemiológicos de centenares de casos, la mayoría por Plasmodium vivax, lo cual hace compleja la situación en cuanto al diagnóstico e identificación, pues parte del ciclo de vida de este parásito consiste en formas que se quedan dormidas o que están latentes en el hígado, y por cuestiones de inmunosupresión éstas vuelven a salir y dan cuadros febriles. Pero la mortandad es mínima.
En nuestro territorio se han tomado medidas importantes para la reducción de enfermedades transmitidas por vector, como el control del hábitat de los mosquitos y que no haya criaderos del vector, dijo.
Se realiza la poda de vegetación alrededor de las viviendas y se recomienda llevar peces para que coman las larvas, pues parte del ciclo de vida del insecto es en el agua.
En teoría hay cuatro regiones en el país en donde se dan la mayor cantidad de casos; Chiapas, Oaxaca, Nayarit, Durango, Sinaloa y Sonora, lugares en donde se lleva a cabo la transmisión, muchas veces relacionada con el fenómeno migratorio.
Hay una vacuna desarrollada por Glaxo Smith Kline, que está en fase tres. Se han seleccionado algunas naciones para ser probada, y es solamente para prevenir Plasmodium falciparum, una variedad que causa muerte en niños y mujeres embarazadas. Sirve especialmente en África y en la India y ayuda a reducir la mortandad.
“En México no serviría la vacuna porque es para otra especie, pero en el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial hay un estudio para la generación de antígenos contra Plasmodium vivax, que es la especie que tenemos aquí”, señaló.
Esta afección se encuentra muy ligada a zonas tropicales por la necesidad de humedad y calor y muy relacionada con la pobreza.
González López indicó que aunque no se ha erradicado por completo en el país, en la década de los 50 del siglo pasado el gobierno de México y organismos internacionales como la OMS y la Organización Panamericana de la Salud contribuyeron a disminuir, de manera significativa, el número de casos y defunciones.
A finales de 1997 hubo un nuevo brote epidémico en la costa de Oaxaca debido al paso del huracán Paulina. Un año después se evidenciaron deficiencias en los programas locales de control y se modificaron acciones. Para el año 2000, los casos se redujeron 91 por ciento.
“Podemos decir que la nación se encuentra en una fase de preeliminación del paludismo cumpliendo con la meta de la OMS de permanecer con una incidencia menor a los mil casos, llegando en los últimos años a 609, en el 2019; y 345, en el 2020. No se han reportado defunciones relacionadas a este padecimiento desde 1998”, asevera Lorena González.
Fuente: UNAM