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Reutilizan aguas residuales domésticas para riego de vegetales

Ante el cambio climático, la escasez y la contaminación hídrica, la reutilización de aguas residuales domésticas tratadas es una opción cada vez más considerada para atender la demanda por agua, incluso para su uso en agricultura.

El Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) participa en proyectos que contemplan esta modalidad, en Brasil. El modelo de bajo costo Estación de Tratamiento de Aguas Servidas (ETE, por sus siglas en portugués) desarrollado junto a la Empresa Brasileña de Pesquisa Agropecuaria (Embrapa) está realizando pruebas de seguridad y eficiencia en la reutilización de efluentes tratados para riego de vegetales.

Una experiencia fue realizada en un área de 200 m2 cultivada con lechuga en la capital de Brasil, Brasilia. Las pruebas de calidad del agua y del suelo que se llevaron a cabo arrojaron excelentes resultados.

“En todas las parcelas cultivadas con lechuga, independientemente de la fuente de agua de riego o del sistema de producción, el resultado fue idéntico: no hubo contaminación ni diferencia en los índices de productividad”, dijo el ingeniero ambiental Carlos Eduardo Pacheco, investigador de Embrapa.

El funcionario explicó que las plantaciones de lechuga se regaron por goteo para que el agua residual entre en contacto con el suelo y no con las hojas, lo que minimiza el riesgo de contaminación.

“Cuando la reutilización del efluente tratado se utiliza para el riego de hortalizas, por razones de seguridad adicional, no se recomienda el riego por aspersión directamente sobre las hojas, aunque el efluente tratado es de altísima calidad”, indicó el profesional.

Realizado a escala real en los campos experimentales de Embrapa Hortalizas, el prototipo fue desarrollado no solo para permitir la reutilización del efluente tratado en el riego de cultivos de hortalizas, sino también para entregar un sistema de tratamiento eficiente y de bajo costo que pueda ser construido con materiales de fácil acceso y adoptado por comunidades rurales y poblaciones originarias, como indígenas y quilombolas (descendientes de esclavos), quienes, en la mayoría de los casos, no cuentan con servicios básicos de saneamiento.

La estación de tratamiento tiene una configuración compacta y fue dimensionada para procesar un caudal de efluente generado por hasta 500 personas, lo que equivale a un volumen diario de 50 m3 (50 mil litros), con un costo de implementación estimado en 80.000 reales (unos 15.100 dólares).

El sistema en cuestión tiene un costo significativamente menor que los modelos individuales de tratamiento de efluentes, que generalmente sirven a una sola familia. Existe la posibilidad de difundir este resultado a todas las familias de una comunidad, con la ETE adaptada al número de beneficiarios.

“Se puede atender a más personas con una inversión comparativamente menor que los sistemas individuales”, dijo Heithel Silva, coordinador técnico del IICA en Brasil.

Con el éxito de los primeros resultados de la reutilización de aguas residuales en plantaciones de lechuga, las pruebas de validación deben ampliarse a lo largo de 2021 con la instalación de estaciones de tratamiento en comunidades rurales de la región semiárida del Nordeste del país.

“Un proyecto con estas características promueve, además de cuestiones de saneamiento, tratamiento y reutilización de los efluentes tratados, nuevos horizontes para la inclusión productiva de estas comunidades, y conjuga preceptos que garantizan la seguridad alimentaria y nutricional. Esto es una consecuencia directa de la diversificación de cultivos, a menudo obstaculizada por la escasez de agua y el riesgo de contaminación de aguas cercanas”, agregó Silva.

En otro frente de trabajo, el IICA y la Empresa Baiana de Águas e Saneamento SA (EMBASA) contrataron un estudio que reveló el potencial de reutilización del efluente tratado por la compañía del estado de Bahia. El trabajo considera el flujo de efluentes tratados por Embasa (aproximadamente 5.478 litros por segundo).

Actualmente, la empresa opera 134 sistemas de alcantarillado en 103 de los 417 municipios de Bahía. La empresa atiende 1,4 millones de conexiones en 363 plantas de tratamiento de aguas residuales. El objetivo del estudio fue elevar el potencial de reutilización para el Estado, sus municipios y regiones, considerando el uso intensivo en agricultura, desarrollo del uso semiárido e industrial, para una mejor comprensión del potencial en el Estado para la planificación integral de los recursos hídricos.

“En el actual escenario de escasez hídrica, es esencial construir momentos de reflexión e intercambio para discutir alternativas para la gestión y ampliación de la oferta de agua, una vez que buena parte del territorio bahiano está localizado en el semiárido”, dijo Júlio Mota, gerente de Tecnología Operacional de Embasa.

El uso de efluentes de plantas de tratamiento de aguas residuales (ETE) para fines no potables, como actividades agrícolas, industriales y urbanas y recarga de acuíferos, es todavía incipiente en Brasil. La práctica, sin embargo, ha sido considerada una alternativa a un destino sostenible, con ventajas sociales y económicas.

Gabriel Delgado, representante del IICA en Brasil, informó que el Instituto formó un grupo para estudiar las posibilidades de internacionalizar la tecnología a América Latina y el Caribe, principalmente por los resultados prometedores y su impacto positivo para el desarrollo del medio rural y ambiental.

“Es importante trabajar sobre la diversidad de la matriz hídrica. Las experiencias servirán de referencia para una plataforma nacional y de aprendizaje para que otros países comiencen a trabajar de manera estratégica y prioritaria en políticas y programas de reutilización en los países de América Latina y el Caribe”, dijo Delgado.

El estudio de Embasa incluyó la elaboración de un Manual de Prácticas de Operaciones y Reutilización con el objetivo de brindar pautas sobre cómo implementar la reutilización. El manual incluye aspectos normativos, formas de control y seguimiento, información sobre cómo sensibilizar al público para una mejor aceptación del proyecto, además de enumerar las entidades involucradas y las partes interesadas.

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