Azúcar mexicana, un futuro no tan dulce
Los nuevos hábitos de consumo, tanto en México como en Estados Unidos, llevará a cambios marginales en la producción y una contracción en la demanda interna, así como en la exportación de azúcar mexicana, lo que abre un panorama complejo para esta agroindustria nacional en el largo plazo.
Los expertos estiman que el consumo de azúcar per cápita de los mexicanos continuará disminuyendo en forma gradual, alcanzando 28.7 kilos para los años 2030-2031 (cifras de la Secretaría de Agricultura refieren un consumo per cápita de 36.7 kilos). Esto coloca el consumo total de azúcar en alrededor de 4.4 millones de toneladas métricas de valor bruto, una disminución de casi 7% de los niveles actuales, según la perspectiva a largo plazo del Rabobank, difundida por el Consejo Nacional Agropecuario (CNA).
Cifras de la Secretaría de Agricultura, en un estudio prospectivo 2017-2030, proyectaban que para este último año habría un aumento en el consumo interno de 4.3 a 4.7 millones de toneladas, un crecimiento acumulado de 7.9%. La tendencia, sin duda, ha cambiado.
El análisis del Rabobank anticipa que las importaciones totales estadounidense permanecerán prácticamente sin cambios hasta 2030-2031, es decir, en alrededor de 3 millones de toneladas métricas de valor bruto. Esto debido a la producción, consumo y expectativas para los siguientes años, donde se asume que siga la política azucarera actual de Estados Unidos, incluido el acuerdo de suspensión con México.
En este escenario hacia el año 2030 se espera que la producción azucarera de México alcance alrededor de 6.4 millones de toneladas métricas de valor bruto, frente a los 6 millones en 2020-2021.
La razón por la que estima que la producción crecerá a un ritmo modesto se debe principalmente a la falta de demanda y de crecimiento; y al desafío de gestionar el exceso de oferta, ya que es probable que el consumo interno se mantenga débil. Por ello, se prevé que la superficie cultivada en territorio mexicano se mantenga relativamente estable.
El documento indica que el consumo en México se ha debilitado porque muchos grupos de la población han cambiado sus dietas, dado que las preferencias y los hábitos continúan evolucionando y alejándose de alimentos y bebidas con alto contenido calórico, hacia tendencias más saludables.
Adicionalmente, algunos de estos cambios se han intensificado por las políticas públicas, incluido un impuesto a las bebidas y alimentos azucarados y una nueva política sobre el etiquetado de alimentos (etiquetas en el frente del paquete en productos alimenticios y bebidas que se consideran calorías, azúcar, grasas saturadas, grasas trans) que están impulsando a los consumidores a alejarse de ciertos alimentos.
En México, para mantener a los productores de azúcar y caña rentables a largo plazo, el análisis refiere que los niveles de los precios del azúcar deben mantenerse alrededor de 850 pesos por bulto de 50 kilos; pero esto no garantiza buenos márgenes, ya que la estructura de costos sigue variando en gran medida entre los productores, en función de la geografía, el uso de la tecnología y las prácticas agrícolas.
Por otra parte,
subraya que el consumo de azúcar de Estados Unidos y México seguirá debilitándose por los cambios en las preferencias, los hábitos, las dietas y los impactos continuos de las políticas públicas, como impuestos al azúcar y el etiquetado.
La perspectiva a largo plazo para el vecino país del norte indica que es probable que los productores de azúcar operen con márgenes estables, mientras se mantenga la política actual, incluidas las asignaciones de comercialización y los acuerdos comerciales. Si se mantiene un clima normal, la producción podría alcanzar alrededor de 8.6 millones de toneladas de valor bruto para 2030.