En el mercado maíz tortilla predomina ilegalidad y desorden; se requiere precio de referencia
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Existe un duopolio que controla el mercado y prevalece la especulación
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La mala calidad de la tortilla incide en la caída del consumo per cápita que pasó de 193 a 50 gramos
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El consumidor no tiene como identificar los ingredientes de la tortilla y la autoridad esta ausente
El mercado de la tortilla esta dominado y controlado por un duopolio, Maseca y Minsa, que determinan el precio del alimento a través de distintas estrategias; además en la cadena predomina la ilegalidad, el desorden, la informalidad y no hay una autoridad que verifique la calidad del producto en beneficio del consumidor, quien no sabe realmente lo que está comiendo.
La disparidad en el precio del producto en diversas entidades del país se explica por el hecho de que las harineras dominan mercados regionales e inducen a los industriales a privilegiar el uso de harina en lugar de maíz nixtamalizado, no obstante que contiene mejores propiedades nutrimentales y sabor. El uso de harina de maíz para elaboración de tortillas se expande cada vez más.
En este escenario, en la cadena maíz-tortilla dependemos de elementos internacionales o de especulación financiera al interior del país, por lo que se debe generar un precio de referencia para establecer los costos tanto de compra para el productor como de venta para el consumidor, expone Blanca Mejía, integrante del Consejo Rector de la Tortilla Tradicional.
La también fundadora y presidenta de la Red Maíz de la Ciudad de México recuerda que en 2013 el consumo per cápita de tortilla en el país era de 193 gramos y hoy es de 50 gramos. Una tortilla pesa 25 gramos cocida, es decir, si se consumían ocho tortillas; hoy solo son dos en promedio. La empresaria señala que cada vez menos personas comen tortilla por su baja calidad, por el crecimiento en la distribución de las harinas, por la falta de vigilancia, por la compra de maíz de baja calidad, intentando reducir costos de producción, por variación de costo de insumos y por la apertura comercial que permitió introducir alimentos chatarra, como sopas instantáneas y ultraprocesados.
En entrevista con www.imagenagropecuaria.com, refiere que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha mencionado que Maseca es el principal responsable de los aumentos en la tortilla y en eso “hay algo cierto, las harineras siempre se han ocupado de hacer aumentos injustificados en el costo de sus productos, independientemente de si sube el dólar o hay conflictos en Ucrania o en el mundo, o hay inflación, y como medida de presión hacia los gobiernos lo que hacen es aumentar el precio del producto y, por ende, que suba el precio de la tortilla en las tortillerías, lo que genera más inflación. Es parte de una estrategia para justificar sus aumentos”.
Las harineras –subraya– tienen todas las facilidades del mundo para realizar los contratos de compra, el capital, cotizan en bolsa, disponen de expertos que les ayudan y esto les permite hacer negocios jugosos. Además, tienen o tenían de su lado a los gobiernos ayudándoles en cualquier crisis.
Respecto al aumento al precio de la tortilla, derivado del alza en insumos, abunda en que “es justificado para el industrial, pero a su vez no. Es complicado porque dentro de la industria se generó un mercado informal, al que nosotros como Consejo rector llamamos “tortillerías pirata”, que es el nombre que se asigna a toda la tortilla que no tiene una vigilancia, que no cumple con la normativa y que, además, es posible que este en un tipo de ilícito, al no pagar impuestos, al robarse la luz o comprar gas robado”.
Un problema –expone– es cómo podemos revisar que esa tortilla que se esta vendiendo por fuera de negocios establecidos viene de un comercio regulado o no. Esto debería ser a través de la prohibición de la venta que se realiza en tiendas y fuera de los establecimientos fijos que sí tienen vigilancia de Profeco, de la Secretaría de Salud y otras autoridades. Pero hoy no sabemos de dónde proviene la tortilla pirata que se reparte en tiendas, verdulerías o recaudarías. Esto genera un desplazamiento en negocios establecidos, a su vez, y se refleja en bajas ventas en mostrador.
Las tortillas piratas no le da certeza al consumidor, no saben si es un kilo, porqué está más barata, si esta hecha con un químico, si tiene saborizantes, harinas y no tienen idea de lo que se compra.
“Profeco es la que tendría que checar, pero aunque se le ha hecho la solicitud, dice que no tienen la capacidad para vigilar a las tiendas y que no lo van a hacer”, asevera Blanca Mejía.
Presión contra molinos de nixtamal
Las harineras ejercen presión hacia los molinos de nixtamal y práctican una economía rapaz, afirma Blanca Mejía. Por ejemplo, Hermosillo. Sonora, tiene 819 tortillerías, pero solo cuatro molinos de nixtamal, porque las harineras desarrollaron una estrategia para que el industrial adhiera sus harinas y “conozcan su producto”. Así, el industrial el lugar de poner tinas, cocer maíz e ir a la molienda, prefiere abrir un costal de harina, agregar agua y sacar tortillas, de mala calidad, por supuesto.
Esta sustitución mantiene un mercado que no tiene competencia y presiona hasta tener estos precios tan altos, sobre todo en los estados donde se usa la harina al 100% para elaborar tortilla como Hermosillo. Yucatán, Quintana Roo y Chiapas. En centros de producción de país las harineras ponen plantas de harina y acaparan el mercado para no tener competencia. Las tornillerías de la ANTAD (Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales) son al 100% de harina y donde hay más molinos son mezcla de maíz y harina 50-50, 90-10 u 80-20 dependiendo de calidad de la masa y el maíz que se utilice.
En la Ciudad de México, explica Blanca Mejía, tenemos 6,700 tortillerías y más de 800 molinos de nixtamal, que cubren la demanda de las tortillerías y hay un mercado, hasta cierto, punto competitivo, porque 50% de la producción de tortilla es para las harinas y el otro 50% de los molinos de nixtamal, los cuales van perdiendo terreno porque los dueños de tortillerías hacen una mezcla para que su producto tenga más vida de anaquel, usan químicos suavizantes y adhitivos que sustituyen el sabor o color de la tortilla, los cuales son proporcionados por las harineras y así se reduce la compra de maíz nixtamalizado. Poco a poco se va perdiendo el negocio de mercado de molinos de nixtamal y crecen las harineras.
Para el molino el maíz representa el 60% de su costo de producción, para la tortillería, ya como masa representa 30%, el gas es 25% y la luz y otros insumos el resto. Algunos molinos de nixtamal trabajan por abajo de 30% de su capacidad instalada, pero hay más tortillerías abriéndose, señala.
El Consejo rector y la Red de maíz –que agremia a 30% de industriales de negocios en la capital del país– trabajan en un tipo certificación de negocios que sí cumplen, donde el colectivo este de acuerdo sobre las reglas y lo que se tiene que cumplir y poder tomar la acción de verificar que negocios están cumpliendo con la normatividad.
En territorio nacional la autoridad registra 110 mil tortillerías y 15 mil molinos de nixtamal. Aunque en las primeras estimamos que hay más de 120 mil, entre las legales e ilegales, expone la empresaria.
Subsidio directamente al consumidor
Blanca Mejía rechaza regresar a un subsidio para la industria, “eso no lo queremos”; si el gobierno trata de implementar un subsidio tiene que ir directamente al consumidor, enfocarse a grupos vulnerables, reconocidos e identificados, como las madres cabeza de familia, adultos mayores, niños en escuela, a través de sus padrones de Bienestar.
Expone que una diputada del PRD propone la idea de un subsidio, pero el sector industrial esta en contra porque vendría a agudizar más la problemática de ésta. Los partidos políticos pretende que se de un apoyo de 83 millones de pesos diarios, es decir, 30 mil millones por año, para el subsidio de la tortilla, lo cual no resuelve el problema, porque solo funcionara durante época de campañas electorales.
Lo que nosotros planteamos es que la industria necesita un reglamento, reglas claras, piso parejo para la competencia, formalidad, vigilancia en el sector, revisar cuales son las tortillerías que están establecidas, manifiesta.