En América Latina se profundiza la actividad económica extractivista
Los gobiernos denominados progresistas de América Latina están aplicando una política económica que marca una continuidad con las empleadas por aquellos cercanos y promotores de la etapa neoliberal, manteniendo la actividad económica extractivista, coincidieron especialistas durante un panel organizado por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Aunque pareciera que “la polarización la generan los gobiernos progresistas, ésta ya estaba presente en la sociedad, pues los progresismos que tenemos en la región, al querer avanzar en la resolución de los problemas de desigualdad, generan resistencias”, apuntó el doctor Claudio Ventura Martínez, profesor de esta casa de estudios.
Al investigador del departamento de Producción Económica de la Unidad Xochimilco no le preocupa la polarización actual, “porque es como tener las cartas sobre la mesa, ahora se empiezan a mover situaciones que anteriormente permanecían sin marcha en los países de Latinoamérica. A Pedro Castillo, en Perú, no se le ha dejado gobernar en un año, por ejemplo”.
En tanto en Chile, Gabriel Boric viene de una movilización muy fuerte y como las expectativas eran muy grandes ahora ha caído su popularidad. Si bien puede haber errores propios, mucho es provocado por los grupos que se aglutinan en sectores conservadores, indicó Ventura Martínez en el panel Un balance de los gobiernos progresistas en América Latina.
“Quizá los progresismos de esta segunda ola entienden la política como una cuestión administrativa, aunque lo nacional y lo popular no van siempre juntos”, dijo.
“Hay corrientes que tienen que ver con lo nacional, alianzas que incluyen a grupos económicos fuertes, mientras lo popular asocia el crecimiento económico con la distribución del ingreso y mejora de los salarios. En la primera ola el kirchnerismo en Argentina unió las reivindicaciones propias del progresismo con lo nacional y popular”.
En la actualidad “hay quienes plantean que no hay contradicción entre desarrollo y medio ambiente, en tanto otros consideran que existe un enfrentamiento, pero sí se vive una confrontación, pues a mayor desarrollo se requieren más recursos naturales”, apuntó.
La doctora Nicté Fabiola Escárzaga, investigadora del Departamento de Política y Cultura de la misma sede académica, señaló que el gobierno de Evo Morales, surgido del movimiento indígena, promulgó una Constitución que reconoce un Estado plurinacional y los derechos de la naturaleza.
“Para promulgar la Constitución llegó a un acuerdo con los terratenientes del oriente, quitando las restricciones a los latifundios, cambiando de aliados y enfrentando a los indígenas”, destacó Escárzaga.
“El desgaste del gobierno de Morales tiene que ver con su política extractivista y porque los derechos de los pueblos originarios fueron postergados, y lo mismo pasó en Ecuador”, añadió.
En México, “el gobierno hace lo mismo con la mayor parte de proyectos desarrollistas que afecta territorios y pueblos indígenas. El común denominador en la región es que la naturaleza no importa. La defensa de los derechos de la madre tierra en Bolivia y Ecuador son demagogia pura, ya que en la práctica se favorece la inversión extranjera y la nacional para que el bosque se convierta en tierra cultivable”, enfatizó.
Los gobiernos progresistas “cancelan derechos adquiridos, derogan aquellos de los trabajadores, de sectores populares y medios, como la educación y los programas asistencialistas que se promueven y se financian con los excedentes de los ingresos de la primera etapa progresista”.
La militarización en México también es preocupante, “debemos leer el caso de Bolivia, donde las fuerzas armadas fueron la primera institución que le dio la espalda a Morales, eso mismo le puede pasar a López Obrador con el ejército que cada día tiene más participación en nuestro país”.
El maestro Eduardo Gudynas, investigador del Centro Latinoamericano de Ecología Social de Uruguay, explicó que el crecimiento regional ha estado centrado en los recursos por la venta de los commodities en el mercado internacional, pero los precios de esos bienes primarios cayeron y con ello el modelo de desarrollo enfrentó serios problemas para mejorar la economía de los países, aunado a la continuidad del neoextractivismo aplicado en la zona.
“En Uruguay gobiernan los partidos políticos y son muy estables, son los que dicen lo que se puede hacer y el gobierno actual es una coalición de partidos de centro y derecha, mientras en el caso de Brasil el Partido de los Trabajadores fue una organización que lideró a un conjunto de partidos de centro y de izquierda”, refirió.
“El extractivismo seguirá presente en América Latina y es difícil que los gobiernos progresistas se aparten de la explotación de los recursos naturales, expresó la doctora Gisela Zaremberg, investigadora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, sede México, en el panel organizado en conjunto por la Maestría en Sociedades Sustentables y el Centro Latinoamericano de Ecología Social.