Cambios evolutivos en hojas hablan de sus orígenes
Los tejidos que conforman a las hojas se han modificado a lo largo de su historia evolutiva, de tal manera que les han permitido mantenerse exitosamente funcionales en los diferentes ambientes, afirmó la maestra Ana Teresa Jaramillo Pérez, investigadora de la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Tales modificaciones se expresan en la diversidad de sus estructuras, como la variabilidad de los grosores de la cutícula y el número de capas de la epidermis.
Esos elementos, junto con las tricomas, favorecen su protección contra la desecación en lugares con poca disponibilidad de agua y alta radiación solar como en los desiertos, aunque también han sabido adaptarse a una gran variedad de entornos, desde bosques templados, selvas secas, tropicales húmedos, bosques de nieblas, desiertos y vegetación acuática.
La académica del Departamento de Biología explicó que en estos ecosistemas los rangos de temperatura y humedad relativas son diferentes al igual que la flora: en los bosques templados hay plantas con hojas delgadas, mientras que en la vegetación acuática “podemos ver algunas flotadoras con hojas muy grandes como la Ninfa que por lo regular nos la pintan con una rana, porque son muy grandes y flotan.
“Todas estas diferencias en los hábitats se han marcado gracias a la humedad relativa y la disponibilidad de agua con distintos tipos de hojas y cada una de ellas nos puede hablar un poco sobre dónde viven, pues pueden cambiar de acuerdo con el ambiente”, señaló al impartir la plática Lo que revelan las plantas a través de sus hojas.
Las hojas son el órgano más modificado y las teorías explican que provienen desde hace aproximadamente 370 millones de años y se han ido moldeando en las que se conocen en la actualidad como resultado del aplanamiento y fusión en las ramas, tallos más delgados de las plantas que colonizaron el medio terrestre y de la disponibilidad de agua.
De hecho, “si se acercan a un tipo de vegetación o van a un bosque o selva se darán cuenta de que no todas las hojas son iguales” y “nos cuentan una historia de dónde viven o dónde se originaron evolutivamente e incluso podremos reconocer si son simples o compuestas”.
Las hojas son el órgano de las plantas que cumplen con dos de los procesos más importantes como son la fotosíntesis y la evapotranspiración, y en el Laboratorio “nos interesa ligar la parte ambiental con lo observado en el microscopio”, lo que ha llevado a estudiar la especie de la selva seca en el estado de Morelos llamada Alvaradoa amorphoides (zocón), con el propósito de describir la anatomía de sus hojas y relacionar las posibles estrategias morfo-anatómicas que presenta bajo condiciones de estrés.
Esta especie ha sido descrita como un elemento típico de la vegetación que crece después de que ha sido perturbada –por los pobladores que tienden a explotar estas selvas bajas con monocultivos de caña o maíz, además de ganado que se alimenta de plantas–, cuyas hojas se caen en una época del año cuando hay poca humedad.
“Cuando les da la luz los foliolos tienden a cerrarse e incluso en la sombra a estar a 180 grados completamente planos, pero en la noche pareciera que se marchitan y pueden formar ángulos de hasta 316 grados, características estratégicas para subsistir en el entorno en el que viven que tiene un potencial hídrico variable”.
Al medir la consustancia estomática, “que es la cantidad de agua que libera en la atmósfera vemos que está en el orden de los 300 milimoles por metro cuadrado/segundo, lo que significa que es xerófita, pues se adapta a lugares donde la disponibilidad del líquido es baja”.
La maestra Jaramillo Pérez señaló que ese factor “es justamente lo que nos llevó a seguir estudiando a la Alvaradoa amorphoides, ya que si bien en apariencia no todas las características que exhibe son de una planta xerófita”, hay que “recordar que tuvo un origen evolutivo hace varios millones de años y sus particularidades se han seguido manteniendo con el tiempo”.