Hay que conservar los ecosistemas antes de pensar en restaurarlos
La especie humana no ha tenido un reto más serio y fuerte que el que enfrenta hoy con la pérdida de la diversidad biológica, aseguró el exrector de la UNAM, investigador emérito del Instituto de Ecología e integrante de El Colegio Nacional, José Sarukhán Kermez.
Durante su participación en la mesa debate “El futuro de la conservación de los recursos naturales basado en incentivos económicos”, organizada en el Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc) de la UNAM, dijo que los recursos naturales facilitan la oportunidad de generar diferentes formas de desarrollo y culturas. Tenemos una gran diversidad biológica y cultural; los pueblos tienen un amplio conocimiento de esos recursos, aspecto que no se ha sabido usar en nuestro país, que a partir de los años 30 o 40 del siglo pasado se declaró agrícola, cuando es forestal.
La diversidad biológica silvestre de México es inmensa, la cuarta o quinta del mundo. Pero, además, hay otra, la agrícola, y nuestro país es centro de origen de numerosos grupos taxonómicos; pero ni una ni otra han sido temas de desarrollo a través de políticas públicas adecuadas.
La enorme diversidad ecológica debería ser tomada en cuenta al momento de desarrollar políticas de uso del suelo. Veracruz es un caso trágico, ya que ha perdido más de 90 por ciento de su cobertura forestal y se ha convertido en “océanos” de pasto para las vacas. De ser el tercer estado más rico en biodiversidad, ahora es uno de los tres más pobres, explicó.
Existen elementos demostrables de la bondad de contar con formas diferentes de uso sustentable de los recursos y con un “aditamento” más: bienestar económico para los propietarios de esos bosques.
“No veo posibilidades de que los recursos naturales de este país se conserven, si no trabajamos con la gente que los posee, si no la hacemos parte del asunto; por ahí debe venir el movimiento de conservar los ecosistemas de los que dependemos totalmente”, aseveró Sarukhán Kermez.
Al hacer uso de la palabra, la profesora de la Facultad de Ciencias y también integrante de El Colegio Nacional, Julia Carabias Lillo, puntualizó que antes de restaurar hay que conservar los ecosistemas, porque lo primero es infinitamente más caro e ineficiente, y porque no se puede restituir el entorno original. Por ello, es necesario impulsar los instrumentos orientados a prevenir la deforestación.
México tiene experiencia, instituciones, leyes y capacidades humanas para cumplir las metas acordadas en diciembre de 2022, en el Marco Mundial de Biodiversidad Kunming-Montreal, de conservar por lo menos el 30 por ciento de la superficie del planeta para 2030; podríamos hacerlo, pero tiene que haber voluntad para ello, destacó la científica.
La universitaria consideró que la preservación no va a funcionar sin una visión integral. Se deben sumar los instrumentos económicos para la conservación (pago por servicios ambientales, bonos de carbono, certificaciones), pero con enfoque territorializado porque las políticas de gobierno se han orientado a que no se sumen subsidios en las mismas comunidades.
Se requiere un proceso de planeación regional, “porque tenemos sitios prioritarios por su biodiversidad y sus servicios ecosistémicos; no a todo el país hay que tratarlo por igual”. Hay zonas degradadas que necesitan un proceso regenerativo, y otras que están en buen estado de conservación y hay que garantizar que se mantengan así, subrayó Carabias Lillo.