Secuenciará México genoma de cempasúchil de 2000 años de antigüedad hallado en Teotihuacán
A partir de restos de racimos ancestrales hallados en exploraciones realizadas en Teotihuacán, un equipo interdisciplinario de investigadores de México secuenciará el genoma de una especie de cempasúchil con una antigüedad de 2,000 años, que constatará al territorio azteca como centro de origen de esta flor, que hoy se utiliza en celebraciones religiosas, pero que también tiene usos industriales y un gran potencial medicinal.
Las semillas fueron extraídas entre el lodo de subterráneos en dicha zona arqueológica por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH( en 2002, que donó una muestra a un grupo de investigadores de diversas instituciones y universidades, quienes secuenciarán el genoma, realizarán diversos análisis e indagarán también si corresponden a algunas de las especies nativas de cempasúchil que aún se cultivan en el suelo de conservación de la Ciudad de México.
Lo anterior se dio a conocer en el marco de la presentación del Proyecto Estratégico para la Conservación del Cempaxúchitl, convocado por la Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural (Corenadr), donde se destacó que este emprendimiento tiene el objetivo de demostrar que México es el centro de origen de esta planta, lo que podría ser clave para que este país recupere los derechos sobre la semilla de cempasúchil, de la cual existen 131 variedades con derecho de obtentor, registradas y protegidas en 13 países; en México hay 8.
Este proyecto también tiene la meta de eliminar la dependencia de la importación de semillas procedentes, principalmente, de Estados Unidos y proteger la agrobiodiversidad; por lo que se trabaja en forma paralela con 30 subespecies que en suelo de conservación han venido de generación en generación, tanto en la parte de secuencia genéticas como de características morfológicas para clasificarlas y que se puedan registrar ante el
Servicio Nacional de Inspección y Certificación de Semillas (SNICS) para su protección.
La directora general de la Corenadr, Columba López, consideró que la semilla de cempasúchil rescatada de Teotihuacán “es un hallazgo muy importante” en la búsqueda de conservar y preservar las semillas nativas y resistir frente a las grandes empresas, que comercializan un 50% de materiales híbridos, principalmente de Estados Unidos y China, con lo que perdemos la soberanía y nuestra propia producción de semillas,
Un proyecto como este, subrayó, lo que hace es fortalecer que los productores del suelo de conservación de la Ciudad de México –zona productora de cempasúchil– puedan tener plantas con las características que el mercado les está pidiendo y que ellos mismos puedan reproducir la semilla y venderla a nivel local. Añadió que hoy, la mayoría de productores, por ejemplo de Xochimilco, tienen semillas de hace cientos de años que se han heredado de padres a hijos, como el clemolito.
En entrevista, la funcionaria precisó que Corenadr ha invertido en cempasúchil alrededor de 40 millones de pesos en el apoyo a productores de manera directa y otra parte para la comercialización. Para el proyecto de investigación en de esta especie se destinaron alrededor de 2.3 millones de pesos, en insumos, en tanto que los investigadores de distintas instituciones aportan sus conocimientos.
Columba López destacó que en la parte legal se trabaja con el Senado mexicano para proteger nuestra semillas, junto con el SNICS y todos los involucrados, gobierno federal, autoridades locales, institutos, productores y universidades. Esto con la idea conservar el germoplasma, reproducirlo y que se comercialice aquí en México libremente, “sin tener que pagar patentes, no regalías ni nada”.
Implicaciones de secuenciar
En su oportunidad, el biólogo de la UNAM, Luis Páez, explicó que uno de los principales intereses como productores es romper con la enorme paradoja de que la mayor parte de la flor de cempasúchil que se siembra en la Ciudad de México procede de semillas híbridas importadas. Por ello, “necesitamos extraer el ADN de esta flor para confirmar que es una planta de México”.
Demostrar que México es el centro de origen de esta planta puede tener implicaciones significativas en términos de derechos de patente y retribución para México sobre las 131 variedades con derecho de obtentor, registradas y protegidas en trece países: Australia, Alemania, China, Estados Unidos, Japón, Kenia, Israel, México, Nueva Zelanda, Países Bajos, Perú, Unión Europea y Sudáfrica”.
El experto añadió que ya se secuenció el genoma completo de tagetes de las variedades modificadas, pero esta semilla de campasúchil encontrada es de 2000 años de antigüedad, “ningún país tiene toda esta información como nosotros; hagamóslo, valer, tenemos todos esos morfotipos diferentes que podemos aprovechar en el campo mexicano”.
La secuenciación –matizó– no es tan rápida, “necesitamos ir con pasos firmes para que toda esta información sirva y se aterrice en el campo mexicano”. Será una investigación hecha en México, con instituciones públicas y privadas y de la mano con diversas secretarías de Estado.
El INAH descubrió en sus exploraciones en Teotihuacán un banco de 15 mil semillas de tuna, jitomate, frijol y un ramo de cempasúchil, por lo que Luis Páez considera que con la donación de esta última, la institución, “nos está abriendo la puerta para que podamos investigar todas las accesiones que ellos tienen de todas esas semillas. Somos un centro de origen, no sólo de cempasúchil, sino de maíz, frijol, amaranto, chía o calabaza”.
Durante la presentación los expertos destacaron que en el cempasúchil tiene al menos 17 usos, entre los que destaca el ornamental y el de la industria avícola para la pigmentación de aves; además se realizan experimentos con roedores donde se ha demostrado que tiene propiedades como cicatrizante.
Expusieron que es muy importante conocer las morfologías y tipos de flor para que los productores puedan generar sus propios híbridos que respondan a las necesidades de los distintos mercados. En el caso de la producción ornamental, el objetivo es generar flores más frondosas, coloridas y bellas para el uso ceremonial y tradicional del Día de Muertos, que se celebra el 2 de noviembre en México.
El proyecto es apoyado por floricultores locales de Xochimilco, como la química Martha Alicia Martínez, además de un grupo multidisciplinario que involucra al INAH, UNAM-Iztacala, Colegio de Postgraduados, Universidad Autónoma Chapingo, Instituto Politécnico Nacional, TEC de Monterrey y la Red Cempoaxochitl, entre otros.