Desarrollan en México maíces nutracéuticos para alimentación humana y animal
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Sin recurrir a la trasgénesis, investigadores mexicanos desarrollan desde hace 15 años maíces nutracéuticos, con alto valor nutricional, como alternativa para la alimentación humana y animal. Estos pueden contribuir a mejorar la salud de los mexicanos y a ofrecer maíz amarillo con las características que demanda la industria pecuaria del país, que hoy importa de Estados Unidos.
En entrevista con imagenagropecuaria.com, el doctor Silverio Garcia-Lara, investigador del Tecnológico de Monterrey, destaca que con mejoramiento genético clásico, fundamentalmente, y recurriendo a la riqueza de las 58 razas de maíz que hay en México se han logrado obtener diversas versiones de este maíces blancos, amarillos, rojos y azules, con alto valor proteico y que, incluso, pueden ayudar a quienes padecen enfermedades crónico-degenerativas.
El resultado de este trabajo, donde también participan la UNAM, la Universidad Autónoma Chapingo, el Colegio de posgraduados o instituciones como el INIFAP o Cinvestav, es que ya existen algunas pruebas de híbridos muy avanzados.
Creemos que en dos o tres años todo va bien en pruebas de campo, pudieramos hablar de primeras pruebas con agricultores y cuando se obtenga el registro varietal se pudiera estar ofreciendo materiales comerciales”.
Los materiales desarrollados por Garcia-Lara –doctor en Biología Experimental con experiencia postdoctoral en la Universidad de Ottawa, en Canadá– y su equipo están mejor adaptados para trópico y subtrópico, Chiapas, Guanajuato, Morelos y Jalisco, en zona tropical.
El también miembro titular de la Academia Mexicana de Ciencias y del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) nivel 3, explica que su grupo de investigación utiliza herramientas biotecnológicas, las cuales incorpora en este proceso para hacer lo que denominamos “aceleración del mejoramiento”. Aclara que no son transgénicos, “no utilizamos la técnica de transgénesis”, pero sí marcadores moleculares para identificar rasgos genéticos que nosotros podemos seguir y perseguir en los diferentes procesos del mejoramiento para asegurarnos de que estas características genéticas pasen de una generación a otra, a estos a materiales elite”.
“Hemos desarrollado desde la base de poblaciones, algunas líneas genéticamente estables e incluso hemos hecho pruebas con híbridos que son productivos”, asevera el también ex investigador del Centro Internacional para el Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).
En este sentido, el especialista refiere que la mayoría de nuestros materiales nativos ancestrales son razas que tienen características muy particulares, pero lamentablemente muchos de ellos no son altamente productivos y tenemos que conciliar el aspecto productivo con las características nutracéuticas.
En México –añade– nuestros niveles de producción son bajos, el promedio nacional es de dos toneladas, cuando debería estar por arriba de las once toneladas. Con estos maíces nutracéuticos se han tenido rendimientos mayores a ocho y nueve toneladas por hectárea, “lo cual es bastante bueno”.
Sin embargo, si nos comparamos con otros países, como Estados Unidos, China, estamos lejos, porque tienen productividades mayores a 14 o 15 toneladas por hectárea. “Hay que cuidar mucho que sea sustentable, para autoconsumo y venta. Es importante que el rendimiento sea de 8 a 10 toneladas por hectárea, que en muchos casos es casi imposible de lograr en las condiciones actuales”.
“De nada nos serviría un buen maíz nutracéutico que no es rendidor allá afuera, porque pues no va a funcionar. Esta parte es más compleja porque las características asociativas a la productividad del maíz pues no son sencillas, son muy complejas y entonces tenemos que ir cuidando ese proceso”, expresa Silverio Garcia-Lara.
El maíz nutracéutico de afuera hacia adentro
Respecto a los maíces tradicionales, el nutracéutico tiene diferencias muy importantes. En un grano lo primero es la cáscara o pericarpio, donde hay una alta cantidad de fibra, “la cual hemos tomado y concentrado con herramientas biotecnológicas y ahí hay compuestos antioxidantes, antocianinas”, detalla el investigador.
Después del pericarpio está el endospermo, donde se encuentra fundamentalmente el almidón, que usamos para elaborar tortillas y productos asociados a las harinas de almidón. Normalmente este tipo de almidón es fácil de degradar, lo que buscamos es tratar de mejorar, que sea un almidón resistente, que cueste más trabajo digerirlo, lo cual es muy bueno para la gente con diabetes y puede ayudarte incluso a mejorar, por ejemplo, esos famosos picos de glucosa.
Ahí también existen otros componentes nutracéuticos, antioxidantes como los carotenos y también residen ácidos grasos.
La siguiente sección del grano está en el germen o en el eje embrionario, como se le denomina, donde residen una gran cantidad de proteínas y ácidos grasos. Con otros grupos de investigación del INIFAP, ayudamos a la planta a que concentre aquellos ácidos grasos benéficos, como los Omega-3.
Además se integran proteína de alta calidad y se obtienen “los famosos QPM, maíces de alta calidad proteica”. De tal manera que si antes un maíz tenían 4 o 5 por ciento de concentración de proteína, con aminoácidos esenciales, con este desarrollo supera 12, 13 o 14 por ciento de proteína de alta calidad. Los péptidos, por ejemplo, tienen enormes beneficios para la salud, como ayudar en enfermedades crónico-degenerativas.
Propiedades con alta demanda industrial
Silverio Garcia-Lara hace hincapié en que muchas de estas características también son altamente deseables por la industria, porque pueden obtener mejores almidones, proteínas y fibras.
Respecto a maíz amarillo, el especialista apunta que la industria lo requiere cada vez más y lo tiene que importar. “Claro que hay oportunidad y hay muchas compañías en México interesadas en que se produzca aquí mismo, justamente por lo que estamos viendo ahora, se requiere mayor compromiso de programas focalizados precisamente para que se pueda incentivar su cultivo”.
El investigador señala que afortunadamente el maíz amarillo también aparece en muchos de los programas de mejoramiento nacional. INIFAP tiene un programa excelente, donde nosotros les hemos ayudado a desarrollar cierto tipo de maíces con algunas características muy particulares. Hay algunos incluso adaptados a varias agroecologías.
Comenta que el problema a lo mejor no es que existe el germoplasma, sino que se pueda trasladar y el agricultor pueda adquirirlo o bien los insumos asociados a éste. “Sí existe posibilidad de que se produzca en México, pero más allá de las variedades disponibles se requiere política agrícola. En Campeche se hicieron ensayos, y en Chiapas, pero se requiere de un esfuerzo sostenible, que vaya más allá de los sexenios”.
El experto manifiesta que, “a pesar de los esfuerzos que podamos hacer en los laboratorios, si no logramos la transferencia de esta tecnología pues se quedan en muy buenos deseos. Aquí es muy importante pues nuevamente la conexión entre lo que el como transferencia de tecnología y lo que el mercado está solicitando. No hay que olvidar que el promotor muy importante del desarrollo aquí es el mercado. Puedes tener el mejor maíz del mundo, pero si el mercado no lo quiere, no lo necesita, no lo va a comprar o, bien, va a servir para autosustento”.
En México, reconoce, hay esfuerzos importantes, pero se necesitan políticas públicas para incentivar la producción como lo hacen Estados Unidos o China, porque saben que de eso depende la alimentación y otros beneficios para la población.
Por último expone: “tenemos que ser más corresponsables todos, no sólo los investigadores los que estamos aquí observando los alimentos, sino también el consumidor respecto de qué come y por qué lo come. Y la reflexión final es que
todo lo que comemos un día se nos va a regresar, como una muy buena salud o como una muy mala enfermedad”.