Agronegocios

Ineficiencia y desorden dañan calidad y precio del café mexicano

Rodolfo Trampe, coordinador ejecutivo de la Amecafe, planteó trabajar “fuertemente” en corregir todas nuestras ineficiencias,  los “desastres” que tenemos del lado de la producción y orientar acciones a promover el consumo interno y fomentar la exportación.

La propuesta fundamental es estructurar una estrategia de calidad basada en el Programa Q –enfocado a mejorar la calidad y comercialización del café en mercados de especialidad–, ya que el consumidor percibe en el caso de México desorden e ineficiencia. El resultado son los precios que paga Estados Unidos al café mexicano, que en arábigos lavados el año pasado fue de 122 dólares por libra, por debajo de los 140 dólares de Perú; 148, de Guatemala; 151, de Indonesia;  155, de Costa Rica y 157, de Colombia.

Al hablar de la situación de la oferta del aromático en el mundo, Trampe refirió que la Organización Internacional del Café (OIC) señala que para el ciclo 2009-10 se producirán 122 millones de sacos, por lo que habrá un déficit de 8 a 10 millones de sacos, ya que el inventario es de 35 a 40 millones de sacos de café tostado en países consumidores, que cubrirá en tres o cuatro meses.

En una reunión con empresarios y comercializadores de diversos estados del país, Trampe enfatizó que en la última década el precio del aromático creció entre 2.4 y 2.6 por ciento y tendencia que seguirá, por lo que se abre una oportunidad los para países productores de café, entre ellos México,

Al respecto, proyectó que se calcula 2.5 por ciento de crecimiento para la próxima década en el consumo de café, con lo cual en el 2020 llegaremos a un consumo mundial de unos 170 millones de sacos, 40 millones de sacos adicionales. En este sentido se preguntó: ¿Quién tiene la capacidad de producir el café para abastecer esa demanda y qué tipo de café será?

Precario equilibrio entre oferta y demanda

Durante la presentación del Programa Q, Trampe precisó que de acuerdo con datos de la OIC, en el ciclo cafetalero 2009-10 el mundo consumió 132 millones de sacos, de los cuales 79 por ciento correspondió al convencional,  únicamente 13 por ciento a café especial y 8 por ciento a certificado.

En la última década, resaltó, los países productores observan un crecimiento muy importante en el consumo, 4.2 por ciento, entre ellos México, pero Brasil ya es el segundo consumidor con casi 20 millones de pesos, cuando hace 10 o 15 años apenas eran 10 millones.

En tanto, los mercados emergentes, China y Rusia, crecen a una velocidad “impresionante” del 6.3 por ciento. Los mercados tradicionales, Unión Europea y los Estados Unidos, están muy consolidados y crecieron menos del 1 por ciento.

Rodolfo Trampe expuso que el mundo está en un “precario equilibrio” entre oferta y demanda global,  que se refleja en los precios actuales de 140, 150 ó 160 dólares. Advirtió que cualquier situación que lo rompa generará el caldo de cultivo para una nueva crisis. No obstante, dijo, si los países productores y consumidores tienen el talento de seguir en un ánimo de cooperación internacional, y somos responsables, en los próximos años éste se puede seguir manteniendo.

Dijo que la tendencia pareciera que la demanda superara en los próximos años a la oferta y en este escenario se requiere una definición muy clara de nuestro país, ya que hoy existen cuatro grandes jugadores, Brasil,  Vietnam, Indonesia y Colombia, que en conjunto son responsables del 70 por ciento de oferta global de café.

Tenemos que reflexionar, planteó, ¿si México quiere jugar en esas ligas o queremos diferenciarnos o buscar nichos de mercado o separarnos de estos grandes productores?

Recordó que un tercio de la producción mundial es café robusta, otro tercio  natural y el resto arábigas lavados, donde México se ubica, pero también produce algo de robusta y de natural, ¿queremos jugar en estos tres ámbitos?, se cuestionó.

El mercado va a crecer y cómo nos insertaremos en éste, que sin duda generara oportunidades para todos; “los ganones van a ser los que lo aprovechen bien, los que sepan qué hacer”, afirmó el directivo de la Amecafe.

En su intervención también habló del costo de oportunidad que pierde México, donde entre 25 y 33 por ciento del café se convierte en desmanche, aunque varía por región y estado, asociado en el proceso de cosecha con granos tirados o no cortados, incidencia de broca, granos inmaduros y sobremadurados o daño a la capacidad productiva de la planta.  En el beneficiado se observan retrasos en despulpado, excesos de humedad, sobrefermentación,  granos quebrados por entrega desigual de tamaños, daños por fricción de las máquinas, excesos de humedad y granos deshidratados.

Por ello, remarcó que toda la cadena productiva debe pensar qué hacer para corregir y mejorar a partir de un “código común”, mejorar aspectos en producción, daños por proceso y por manejo, ver mercados diferenciados, perfiles específicos, administración de calidades, orientar nuestros programas a capacitación, asistencia técnica e investigación.

Para esto –añadió– necesitamos un programa de normalización de la calidad de café en México, ya que hoy tenemos una norma caduca y lo peor es que es obligatoria, pero ¿quién la observa? “La cadena productiva hace lo que se le pega la gana, los comercializadores compran como quieren, los productores producen como se les pega la gana. La cadena productiva no está funcionando, y no está funcionando en gran parte porque no existen normas, reglas o marco normativo no sólo que funcione en la realidad, sino que se observe”.

Además,  para corregir estos aspectos, gran parte del universo de cafeticultores requerirán financiamiento –ya que el sector no cuenta con instrumentos de financiamiento ni de la banca de desarrollo ni privada–, que permita desarrollar adecuadamente este esfuerzo.

El coordinador ejecutivo de la Amecafe consideró que la calidad no es privativa de capacidad financiera o de un productor grande y está al alcance de cualquier productor.

Trampe subrayó que el sector cafetalero debe planear cómo mejorar y subir su nivel de competividad y tener una mejor percepción del consumidor y acceso a mejores precios. A eso esta encaminado el Programa Q.

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