Agronegocios

Abrirán nuevas áreas de cacao en Tabasco y Chiapas con inversión privada

En 2002, México llegó a cultivar 83 mil has y en la actualidad sólo suman 61 mil has. Con la monilia “hubo un efecto avasallador, se acabaron plantaciones”, lamenta el titular del Programa de Trópico Húmedo, Pedro Ernesto del Castillo Cueva, quien destaca que con los programas de manejo, la renovación de plantas y el cultivo de nuevas variedades pensamos que aumentara la producción –que hoy es de 450 kilos por hectárea– por lo menos 20 por ciento

Frente a los altos precios del cacao en el mercado internacional, el funcionario federal expresa a Imagen Agropecuaria que hay buen ánimo en zonas cacaoteras y es una buena oportunidad para establecer nuevas plantaciones. El año pasado teníamos 2 millones 500 mil plantas para poder introducirlas y estamos cuidando mucho la genética, que las plantas sean tolerantes a monilia y de alta productividad.

Para el presenta año –añade– tenemos programado sembrar 950 has en los estados de Quintana Roo (500 has) y Yucatán (450 has), pero también se proyecta sembrar en Nayarit de 200 a 300 has, donde el año pasado ya se contaba con 60 has.

“Jamás en la historia se había sembrado esto a la vez”, presume Pedro Ernesto del Castillo, quien estima que con los nuevos cultivos en dos años y medio se estará ensayando con cosechas de 300 a 400 kilos para llegar a 1.1 y 1.5 toneladas por hectárea, porque la densidad de plantas es más grande respecto a la que hoy se tiene.

La inversión total para el establecimiento de las plantaciones de 65 millones de pesos, de los cuales el programa de Trópico húmedo aporta 13 millones.

De las 27 mil toneladas de cacao que producen 40 mil productores del país, Tabasco cultiva 50 por ciento y Chiapas otro tanto. En ambos estados la renovación de cacaotales podría alcanzar otras 950 has, ya que hay planta disponible para mil 800 has.

En el mundo se producen de 3.5 a 3.8 millones de toneladas de cacao, donde el líder es Costa de Marfil; México, país de origen, aporta apenas 0.8 por ciento, y para satisfacer la demanda industrial importa cacao y sus derivados; pero también el fruto de alta calidad se destina a países europeos.

Alexander Mendoza López, investigador del INIFAP en el campo experimental de Rosario Izapa, anota que el precio ha generado que el productor retome nuevamente el cultivo, hace diez años andaba en 15 o 25 pesos por kilo, a lo mucho. Con el alza en algunos lugares llegó a cotizarse en 50 pesos y ahora la producción se estandariza y el cacao convencional se cotiza en 38 pesos por kilo.

El consumo per cápita de chocolate es de 500 a 600 gramos y en países como Estados Unidos o Rusia de 10 a 12 kilos, es una “diferencia abismal”, que tiene que ver con el clima frío de esos países y con el hecho de que los mismos usuarios desconocen de donde viene el chocolate y no le tienen un aprecio al cacao, anota.

Pedro Ernesto del Castillo señala que en una primera etapa del proyecto que promueve el programa de Trópico húmedo se busca satisfacer las necesidades internas, ya que tenemos capacidad instalada para producir hasta 46 mil toneladas.

El organismo trabaja con dos líneas de trabajo, detalla, una para el cacao tradicional, donde esta nuestra genética y la parte social, entidades como Chiapas y Tabasco. El problema ahí es el minifundio, ya que cada productor tiene 1.1 has y cacaotales de 55 años de vida, los mismos años que el productor, es en una situación muy difícil, reflexiona.

Buscamos rescatar nuestro cacao de calidad y tener material genético para los productores tradicionales, que merecen un trato especial en el programa, porque ellos tiene la historia de nuestro cultivo. Paralelamente tenemos que abrirnos a otras zonas de cacao, proyectos nuevos de grandes superficies, que vayan con toda la tecnología y desarrollo. El potencial es enorme, en casi en todos los estados del trópico húmedo se puede sembrar.

La plaga que llegó para quedarse

Alexander Mendoza explica que la monilia en México se encuentra en 90 o 95 por ciento de las plantaciones y como dicen “llegó para quedarse”, no se puede erradicar, sobre todo porque una sola mazorca puede invadir frutos en un radio de 10 hectáreas, porque tiene un alto potencial de dispersión –un fruto puede tener 7 mil millones de esporas.

La presencia de la plaga –recuerda– se presentó en Chiapas en el año 2005 y de ahí se dispersó por el Soconusco. Antes los rendimientos eran de 450 a 600 kilos por hectárea de grano seco, con la presencia de la enfermedad bajo a 10 o 20 kilos; en los años 2005-2007 cuando hubo un declive drástico. Hoy se ha recuperado y alcanza rendimientos de 500 a 540 kilos, porque se empezaron a aplicar estos mecanismos de control de la monilia.

Un problema, expone, es que cuando se implementa el manejo con materiales resistentes, la capacidad del hongo para multiplicarse y generar nuevas mutaciones es más rápida que la labor que hacen los investigadores por generar un material resistente. No obstante, los mecanismos que han funcionando es el saneamiento, cortar frutos en etapa de invasión temprana del hombre ha favorecido en incrementar el rendimiento, el desombre de arboles asociados y de cacao.

Pese a lo dañino de la monilia para el cacao, muchos productores ya aprendieron a vivir con la enfermedad, pero apenas es un 40 por ciento, el reto es implementarlo en todas las zonas cacaoteras, expresa Alexander Mendoza.

Rescatan cacao que cultivaban los mayas

En la región del Soconusco se han identificado cacaos criollos de alta calidad, el INIFAP rescata esas variedades, que hemos logrado encontrar casi puras en Yucatán o al interior de la Selva Lacandona, donde lo cultivaban los mayas. Los hallazgos se contraponen a la teoría de que el cacao bajo condiciones de selva tropical húmeda, cerrada, sólo da 4 o 5 frutos, pero hemos encontrado árboles con 30, algunos de almendra blanca, “que sí existen en México, cuando dicen que no hay en el mundo y hacia allá es para donde va el merca do internacional”, afirma Mendoza López.

La presencia del cacao criollo –apunta– es mínima, escasa y, hasta cierto punto, está en peligro de extinción, sobre todo porque ha sido catalogado como de bajo rendimiento y altamente susceptible y de porta muy pequeña. Es cierto, tiene dichas características cuando los sacamos de su hábitat, pero dentro de la selva es totalmente sano y tiene buena producción de frutos, que no llega a los 100 o 200 frutos de un árbol convencional.

En Tabasco una leyenda en el cultivo es Clara Echeverría, que vende un cacao criollo, mejorado por su abuelo, con alto valor económico por ser de almendra blanca y altamente productivo, con rendimiento arriba de 2 toneladas por hectárea. Su cacao se cotiza en 12 dólares por kilo. En general, el cacao criollo anda 20 por ciento arriba del convencional.

El INIFAP recolectó todos los tipos de cacao nativo mexicano en 36 sitios, de los cuales nueve demostraron que son tolerantes a la monilia, una buena proporciona  son cacaos finos, almendra blanca, que es sumamente cotizada y México lo puede aprovechar muy bien, resalta Pedro Ernesto del Castillo, quien estima que este tipo de fruto no pasa del 10 por ciento de toda la producción, pero se cotiza muy alto.

Buscamos que los pequeños productores, junto con el gobierno de Tabasco se dediquen a este tipo de cacao. Los lotes están en Rosario Izapa y es un patrimonio para México y el mundo, anota.

INIFAP también certifica parcelas clonales con variedades criollas de cacao, donde el dueño tiene derecho de vender las yemas y será proveedor de material genético de alta calidad para empresas que tienen proyectos para 2 mil has en Chetumal y 600 has en Yucatán. Es un asunto novedoso y de impacto social, subraya el funcionario.

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Tipos de cacao

*Existen cacaos forasteros (almendra purpura a negra) y criollos (almendra blanca) y el cacao trinitario (un híbrido espontáneo de los anteriores).

*Los forasteros son considerados de baja calidad y los criollos “fino entre los finos” y el trinitario intermedio.

*Un árbol de cacao para entrar en producción bajo condiciones normales tarda de seis a siete años, hasta que alcanza su pico en 20 a 25 años y da fruto todo el año

*El método de injerto permite acortar el tiempo y a los arboles precoces al año o año y medio empiezan a producir; otros más tardíos, lo hacen en tres años.

Fuente: Campo experimental de Rosario Izapa del INIFAP

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