Campo Libre

SRA, el enemigo agrario número uno de Miguel Hidalgo

Tihuatlán, Ver.- Impacientes los minutos corren sin ver para atrás. Un poco más y alcanzan las once del día, pero el Comisionado nomás no llega… No, no es Comisionado, es Residente, es el Jefe de Tuxpan. Pues lo que sea pero no llega y asegún dicen quedó muy puntual de llegar a las diez de la mañana. Si no llega a las once nos largamos ¡Qué más!

Y sí, llegó a las meras once de la mañana, con la expresión adusta y un frío ustedes disculpen, pero yo tengo anotado en mi agenda la reunión a las once, no a las diez. Ya, pues. Como sea ya llegó y aquí la gente ya ha esperado mucho tiempo, tanto que sus años ágiles y frescos, se quedaron en los pliegues que desdibujan ahora sus rostros y nevaron sus cabelleras. Es una historia avejentada por la incertidumbre, con el tormento que imprime la deshonestidad y vileza de autoridades y dirigentes, que por más de 50 años los han timado en reconocerles la propiedad de sus tierras.

Se les ha ido en verles la cara. Porque eso es lo que han hecho líderes y funcionarios ¡Vernos la cara de tarugos! Pura sacadera de dinero para comisiones, para copias y actas y pasajes de aquí p’alla. Puras altanerías y humillaciones. Desencanto, tras desencanto hasta acribillar la esperanza, hasta secuestrar y someter la credibilidad en lo más torcido de la poliquitería pueblerina.

Nada de soluciones, sólo largas y falaces promesas. Pero, bueno, ya está aquí el Jefe. Éste se dice iluminado por ser gente directa del mero-mero de México: Rocendo González Patiño, joven michoacano; ombudsman agrario, quien lo aprobó como hombre de su equipo de trabajo. Y así, pues cómo se va a dudar de la palabra del recién llegado. Debe ser un letrado bien preparado, leguleyo conocedor y docto en el entramado quehacer de desatorar conflictos agrarios. Le ha de saber, y bien, a esto de las leyes del campo, porque ni los ejidatarios de Francisco I. Madero le hicieron mella en diciembre de 2007, cuando le tomaron por un mes completito las oficinas, lo acusaron de corrupto y exigieron su destitución. Se lo gritaron a pulmón abierto, mencionándolo por nombre Noé Molina Franco eres corrupto, le dijeron interrumpiendo el tránsito de carros y camiones frente al domicilio de la mismísima Residencia de la Procuraduría Agraria, allá en el puerto de Tuxpan, donde toda la gente los oyó. Niños y mujeres citadinos, ajenos a las vicisitudes agrarias, escucharon la acusación tan dura: Corrupto; dícese en los diccionarios de la lengua española que está podrido…que se deja sobornar o pervertir  ¡Qué vergüenza! De verdad ¡Qué desfachatez!

Pero bueno, bueno, ahora sí, todos para adentro, al interior del por siempre inconcluso auditorio ejidal, de estrechas dimensiones y piso de concreto tosco. Eso sí, el recinto es fresco por la ausencia de ventanales, simulados con estructuras metálicas y bardas chaparras de tabique rojo. No hay para más. Algunas hileras de sillas sintéticas, de las verde oscuro que son más durables, suficientes para sentar 50 personas. Están listas y ordenadas de frente a la mesa de la directiva, rústica manufactura de humilde madera desnuda, para recibir a tan distinguida visita. Todo un honor… para los labriegos, claro está; porque no acostumbro salir a los ejidos, les dijo bien clarito a los que desde muy temprano acicalaron la cabellera gris y vistieron sus ropas domingueras para recibirlo.

Sí señor, este domingo no es uno cualquiera del mes de julio y menos porque estamos en el año de los Centenarios, ciclos históricos para la justicia en el campo; eso, los labriegos de Miguel Hidalgo lo dan por bien sabido, y al Jefe del agrario pues hay que saludarlo con la mano limpia, irremediablemente áspera como zalea cruda, pero eso sí bien limpia, sin tierra del surco, ni sudor de la poda.

Allá por algún lugar del caserío, que no llega a mil habitantes, pero tiene bien trazada la terracería de sus siete calles transversales, los gallos se desafían por el control del territorio con roncos y prolongados cantos, a pleno sol. Mientras, los campesinos, algunos de pie, escuchan atentos el decir del Residente Noé ustedes saben que el problema que tienen aquí en Miguel Hidalgo es bastante antiguo, eso ya lo saben, verdad, pero a ustedes, a sus representantes, ésta es una doble lucha. Por un lado la lucha con, pues, con los representantes del Gobierno; que son los que no han querido, en este caso, reconocer la tierra y los derechos que tiene la gente de Miguel Hidalgo, verdad, es una situación… A lo mejor a alguno de ustedes los puede tomar como una cuestión absurda. Pero, bueno, así es y quién debería haber reconocido todo eso y debía haber puesto orden, fue la Secretaría de la Reforma Agraria: en su momento no lo hizo. Actualmente, en el discurso dice una cosa, pero en los hechos, ya, asume otra postura. Entonces no ha permitido que se logre consolidar el proyecto que se tiene de regularizar la tierra.

Ahí estaba sentado al centro de la mesa directiva, con el dedo en la llaga de la esperanza mortificada de la gente de Miguel Hidalgo, que esperaba palabras no de aliento, de esas sobran, sino palabras que dejaran ver verdad, honestidad, entereza, en su decir.

Ya las autoridades les han mentido tanto, han jugado con su fe, y los dirigentes externos y de casa les han sacado tantas cuotas como han podido, que los años se hicieron viejos sin avistar solución alguna. Los de Miguel Hidalgo llegaron a estas tierras, en superficie de 315 hectáreas, y las labraron desde antes de que fueran repartidas, cuando todavía pertenecían a la hacienda de Mecatepec, allá por el año 1945. Y se asentaron en ellas porque estaban ociosas. Sí, porque las haciendas ni aprovechaban todo su territorio, ni se acabaron luego del triunfo de la Revolución. Pasaron años y años, para que las autoridades agrarias se dieran cuenta de su existencia y las repartieran. Y lo hicieron mal. Por amiguismo, por compadrazgo, o por lo que haya sido, pero al reparto agrario le endosaron disputas, incertidumbre, simulación; problemas que perturbaron los destinos de los labriegos y en muchos casos han costado vidas.

Cada vez son más y más las cruces que se levantan en el camposanto del poblado. Y en cada tumba los días se cuentan por años de espera sin el arribo anhelado de tener la tierra con todas las de la Ley. Sin la amenaza de que alguien o álguienes, algún día nos la quiera quitar. Y pensar que las leyes agrarias siempre han sido bien claras en esto de quiénes tienen derecho legal a la tierra, pues son todos los campesinos del núcleo de población que no figuraron en la solicitud o en el censo, pero que hayan cultivado lícita y pacíficamente terrenos del ejido de un modo regular durante dos o más años, siempre y cuando su ingreso y su trabajo no haya sido en perjuicio de un ejidatario con derechos, así lo rezaba el párrafo tercero del Artículo 72 de la Ley Federal de Reforma Agraria publicada el 16 de abril de 1971, tiempo para el cual ya los labriegos de Miguel Hidalgo contaban más de 15 años de incertidumbre y engaños sobre el cómo resolverles el problema de tenencia de sus tierras.

Y por si esa ley fuera poco, bastaría con echarle cuando menos una ojeada al Artículo 48 de la misma legislación, ya reformada para modernizarla, según dijo su promotor, el presidente Carlos Salinas de Gortari, en el año 1992, y que deja bien clarita su vigencia hasta estos días y que a pie de letra reza que Quien hubiere poseído tierras ejidales, en concepto de titular de derechos de ejidatario, que no sean las destinadas al asentamiento humano ni se trate de bosques o selvas, de manera pacífica, continua y pública durante un período de cinco años si la posesión es de buena fe, o de diez si fuera de mala fe, adquirirá sobre dichas tierras los mismos derechos que cualquier ejidatario sobre su parcela.

¡Carajo! Ahí están las leyes y ahí están los derechos bien establecidos, en español claro y bien escrito. Pero nada. Ahí, también, están los funcionarios y hasta los representantes de los labriegos, que por ignorancia más que por mala voluntad, les andan haciendo el caldo gordo a esos burócratas ignominiosos con el entuerto en que meten a las leyes para convertirlas en infames. Por eso mismo, estos lares tropicales siempre esmeraldinos, la gente los sufre más que vivirlos. Sin seguridad en la tenencia de la tierra, no eres sujeto de crédito, ni acreedor a los beneficios que dice el Gobierno que entrega a los campesinos… vaya, hasta los otros campesinos, los que sí tienen documentos que les acreditan el poder sobre las parcelas, los ven de reojo, sobre el hombro hacia atrás.

Y así, pues cómo no va a sonar bien hueco eso que a cada rato dice el señor secretario de la Agraria, Abelardo Escobar Prieto, de que para entender a los campesinos y sus necesidades hay que ponerse en sus zapatos, en su espera para obtener apoyos y también en sus ganas de recibir una oportunidad para salir adelante con lo único que tienen para hacerlo: su dignidad y su trabajo.

Trabajo y dignidad, hasta la última gota de sudor y aliento de vida. De eso se valen quienes los traen vuelta y vuelta, sin arreglares los problemas. Luego entonces compañeros aquí está el residente Noé Molina Franco para explicarles cómo vamos a solucionar nuestro problema.

El asunto ya lo tenemos bien platicado, aquí con sus representantes, con los que hemos pasado hasta más de cinco horas tratando el caso ¡Ah, cabrón! La cosa se pone buena. Pues sí, seguramente los jefes de la Agraria son los que han embrollado el problema, ya lo dijo el escueto representante de la Procuraduría Agraria. Y ahí va la médula del asunto.

Visto así, pues ni quien dude y ya caliente el asunto, pues Vicente, representante adherido, se suelta con lo que sabe y no duda ni tantito en afirmar que el enemigo a vencer, porque así lo ha visto, es la Reforma Agraria. Increíble, pero han actuado en contra de los deberes que desde cuándo que debió haberse resuelto este problema. En la última diligencia que tuvimos estaban once o 20 abogados de la Reforma Agraria de la Ciudad de México  y cuatro de la delegación del estado (Veracruz), y nosotros sólo con un abogado de la Procuraduría Agraria. Vean nomás que dispendio. Y desgraciadamente encontramos a un bisoño magistrado que no pudo resolver en contra de la Reforma Agraria.

Los presentes, guardan respetuoso silencio. Bien que mal son historias que ya han escuchado en reiteradas e incontables ocasiones, en diferentes voces y diversos tonos. Sin que ello impida que surja la duda, la pregunta que reclama precisión para entender la nueva propuesta, quién quita y sea la buena. De quién depende la solución para que el problema de Miguel Hidalgo se finiquite de una vez por todas… A ver, a ver. No tan rápido, ni tan directo, porque el cuestionamiento cayó como Sol de mediodía sobre el residente Noé Molina Franco, y así, pues no queda de otra que responder con las galimatías propias para estas ocasiones, y el Jefe se fue recio en el discurso, en derecho se les conoce algunas cosas como de lo principal y lo accesorio, por ejemplo, en un juicio de amparo, y te van a dar la suspensión en tanto se determina la solución hasta que se resuelva lo principal. En este caso lo principal no es Reforma Agraria la que va a dar la solución, pero sí tiene funciones accesorias que fue unas tareas que dejó de hacerlas.

Miren en San Luis Potosí allá por los años de Luis Echeverría y López Portillo, se hicieron grandes expropiaciones en las que el Gobierno no tuvo dinero para pagarlas y, entonces, pues a devolverles las tierras a los propietarios. Pues así le vamos a  hacer aquí en Miguel Hidalgo, le vamos a regresar las tierras a la ex hacienda de Mecatepec. Es un proceso de reversión. Para mí, sin ser abogado, tenemos todas las pruebas. ¡Ah chinga! Pero, entonces ¿Quién y en dónde se va a resolver el problema?… Vaya necedad, pues el hombre de la Procuraduría Agraria ya dijo que no es abogado, aunque sea Residente de una instancia de Gobierno donde su materia de trabajo son las leyes. Pero, bueno les responde nada más por no dejar, porque luego andan diciendo que no se les atiende como debe, es probable que se resuelva en tribunales civiles o en alguna vía administrativa ¿Quedó claro?

¡¿Bueno?! Como antes, como siempre ha sido. Pero que conste que las 315 hectáreas que tienen en posesión los 54 parcelarios a los que ya un tribunal agrario les reconoció la posesión, fueron pagadas por la Secretaría de la Reforma Agraria en una suma superior a 13 millones de pesos, a los ejidatarios de La Isla, que fueron los dotados por error en una Resolución Presidencial que ignoró que una parte de las tierras ya estaban ocupadas por los de Miguel Hidalgo, pero de todos modos las dio en el papel, para desgracia de unos y otros.

Y sí, es cierto, son parte de la expropiación de la ex Hacienda de Mecatepec, pero los dueños ni por enterados de todos estos tejes y manejes, porque a ellos el Gobierno ya les cumplió, desde que les decomisó los terrenos para cumplir con el sagrado deber revolucionario de entregar la tierra a los hombres del campo.

Pero a quién le podría importar eso. El plan ya está en marcha y como les dijo el residente Noé Molina Franco, el que no es abogado pero trabaja con las leyes, nada de echarse para atrás, de seguro alguien va a resolver esto, así como lo estamos diciendo. Sabrá Dios a qué precio.

Ahora, cinco meses después de la trascendental asamblea entre la gente de Miguel Hidalgo y el funcionario de la Procuraduría Agraria, Noé Molina, removido, por cierto, en la misma dependencia, pero ahora a Jalapa, capital de Veracruz; la mecha quedó prendida y según dicen tendrán que contratar a un buen abogado civilista, particular desde luego, para que lleve el caso. Y esos son bien caros. Cobran un dineral.

Quizás un conocido o un recomendado no clave tan feo la uña ¿Pero de dónde? ¡Carajo! Dónde quedó aquello de que la Procuraduría Agraria es una institución de servicio social de la Administración Pública Federal, dedicada a la defensa de los derechos de los sujetos agrarios, brinda servicios de asesoría jurídica, arbitraje agrario y representación legal, promueve la conciliación de intereses, la regularización de la propiedad rural y el fortalecimiento de la seguridad jurídica en el campo. Fomenta la organización agraria básica para la producción y mejor aprovechamiento de sus tierras y recursos naturales, a través de las acciones que coadyuvan al desarrollo rural sustentable y al bienestar social, sin cobro alguno.

Se lee bien y se oye mejor esa noble Misión, pero por estos rumbos veracruzanos, tropicales y pobres, entendidos en la demarcación de Tihuatlán, nada más no termina de llegar. Y ni cómo acercarse a la Secretaría de la Reforma Agraria… pues quedó claro que es el enemigo.

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JUAN DANELL SÁNCHEZ

*Reportero mexicano especializado en temas agropecuarios, indígenas, de derechos humanos y desarrollo sostenible. jdanell@hotmail.com

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