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Criollos, maíces “todo terreno” frente al cambio climático

Los transgénicos se han planteado como una opción comercial para hacer frente al cambio climático, sin embargo, en zonas serranas, con suelos pobres y condiciones ambientales adversas, los materiales criollos son una alternativa de producción para garantizar la alimentación de las comunidades, coinciden en señalar expertos.

En el noroeste del país, a unos kilómetros de las tierras fértiles de elevados rendimientos, de alta tecnología, de grandes extensiones, está el otro Sinaloa, carente de apoyos pero rico en biodiversidad al contar con trece razas de maíz registradas –de las 59 que hay en México–, entre las que están: Zapalote, Elotero de Sinaloa, maíz blando de Sonora, Tabloncillo (normal y perla), Vandeño o Reventador, un legado histórico para los campesinos que los conservan de generación en generación.

En 14 municipios de la sierra sinaloense se conserva la agricultura tradicional, pero la introducción de maíz transgénico en la zona comercial, pone en riesgo las razas de maíces, ya que la “contaminación” no se daría por flujo de polen, sino a través de la semilla, dado que los agricultores “son muy curiosos” y llevan maíces de diferentes estados para probarlos, señala Pedro Sánchez Peña, investigador de la Facultad de Agronomía de la Universidad Autónoma de Sinaloa.

Añade que si se siembra transgénico lo van a sembrar junto con sus maíces, aun cuando digan que no, ¿quién lo va a impedir? Los maíces nativos se siembra después de julio y se cosecha en noviembre-enero y el ciclo normal de Sinaloa se cosecha en mayo. Ahí no puede haber contaminación, pero el campesino va a llevar la semilla y a sembrarla, y entonces habrá coincidencias de floración.

En Sinaloa había 120 mil hectáreas de temporal donde se sembraban maíces criollos, hoy se ha reducido a 60 mil, que son cultivadas por 13 mil productores, quienes en promedio tienen menos de una hectárea.

Por su parte, la directora General del Servicio Nacional de Inspección y Certificación de Semillas (SNICS), Enriqueta Molina Macías, considera “muy ficticio” que los materiales criollos puedan ser sustituidos por transgénicos, toda vez que ni siquiera los híbridos en 40 años los han hecho.

Sobre un posible riesgo de que a través de intercambio de semilla se introduzcan transgénicos en una comunidad, asevera que los agricultores no intercambian cualquier cosa y si intercambian algo que no conocen ponen una parte muy pequeña para ver qué es lo que tienen; los que quieren transgénicos y aquellos que no, lo expresan abiertamente. Veo muy difícil que haya este riesgo del que se habla, de que alguien que no sepa los siembre.

La biotecnología es una tecnología más –añade– y no tendríamos que cerrarnos ni preocuparnos de que se pierdan los materiales criollos, que hay en la sierra de Sinaloa, donde normalmente no llegan híbridos y menos van a llegar transgénicos, remarca.

A los materiales criollos –destaca– se les critica un poco por su rendimiento, pero ante heladas, inundaciones o sequía, en condiciones a veces muy malas, con suelos muy pobres, brindan producción. Tienen la característica de resistencia y rusticidad, que además permite a los agricultores tener una garantía en materia de seguridad alimentaria, por eso es fundamental mantenerlos.

Maíces rompe vientos

La gran ventaja de materiales criollos o nativos es su capacidad de adaptarse a plagas enfermedades, sequías o heladas, hay una gran diversidad de materiales. Por ejemplo, en el Istmo de Tehuantepec, donde está el desarrollo de energía eólica más grande del país, está el Zapalote chico, que tolera los vientos, sequia y suelos pobres, que se usa para hacer totopos, explica Claudio Aragón Cuevas, investigador en recursos genéticos del INIFAP, quien trabaja con la Red de centros de conservación en Etla, Oaxaca.

Otro tipo de maíz resistente a condiciones adversas, detalla el experto, es el Conejo, que se encuentra en la región de la costa, conocido como Maíz de pobre, porque se siembra con las primeras lluvias de mayo y en julio-agosto están comiendo elotes y maíz. También está el maíz azul para tortillas, muy preciada por sus antioxidantes.

En Oaxaca existen 35 razas de maíz y dada la orografía del estado un solo productor puede tener materiales tropicales, de clima templado y frío, porque tiene terrenos en diferente gradiente ambiental.

En tierras oaxaqueñas se obtiene 1.5 toneladas por hectárea, lo cual no es negocio bajo el enfoque de rendimiento, pero en la milpa también hay calabacitas, quelites o frijoles. Con políticas públicas de apoyo a maíces criollos podemos llegar a dos toneladas promedio y se solucionaría el problema de desabasto que tiene la entidad, remarca el investigador del INIFAP.

En el todo país la producción puede duplicarse, ya que hay materiales criollos que rinden entre 5 y 9 toneladas. Si hay una política pública de apoyo para los seis millones de hectáreas sembradas con maíces criollos, no tendríamos que importar y podríamos ser autosuficientes. Requerimos apoyos de gobierno, instituciones financieras, capacitación, transferencia de tecnología, puntualiza Aragón Cuevas.

México –platica– es centro de origen y diversidad del maíz, es una riqueza que debemos conservar, si los transgénicos fueran una amenaza debemos trabajar para bajarla, si fuera una solución tenemos hay que analizarla; tienen que aportar algo positivo, de lo contrario, no tenemos necesidad de estarlos produciendo. Deberíamos tomar nuestras precauciones como país, ser cuidadosos de nuestro “tesoro genético”.

Desde Chihuahua hasta Yucatán hay criollos, la mayor diversidad esta en el sureste, pero también en el norte. Sinaloa surte de maíz a Oaxaca, hasta ahí nos va a llegar el transgénico, expone el experto.

Los transgénicos –refiere– están solucionando problemas en los Estados Unidos y otros países que no son centro de origen, tenemos que buscar soluciones nacionales con materiales criollos, incluso con los parientes silvestres del maíz, Teocintle y Tripsacum, que no hemos aprovechado en mejoramiento genético.

Zonas libres de transgénicos

Entrevistada en el marco de la Primera Feria de la Agrobiodiversidad y Agroproductos, que se realizó el 7 y 8 de septiembre pasado, Enriqueta Molina anota que las zonas libres de transgénicos es una posibilidad que tiene la ley, que cada lugar puede definir y está en proceso una revisión; la ley prevé el régimen especial para el maíz, que puede ser con medidas adicionales a todas las que se tienen en materia de bioseguridad y que haya zonas libres. Tiene que ser una decisión de la propia comunidad y con base en los reportes técnicos.

El SNICS elabora mapas de distribución actuales de materiales criollos, porque existen referencias de que en todo México los hay, y si uno va a algunas zonas se encuentra con una ciudad; no tan cierto todo lo que se dice. Es importante actualizar los diagnósticos, evaluar realmente el riesgo, porque muchas veces se habla de éste cuando es mínimo o inexistente. Sobre todo, hay que tomar cuenta opinión de las comunidades, si esta no quiere la ley así lo protege y aquellas comunidades de agricultores que quieren la tecnología también es respetable.

En el caso de Sinaloa, el Sistema Nacional de Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura (Sinarefi), apoya la conservación, se le paga a algunos custodios por conservar sus materiales, anota Pedro Sánchez, quien considera que se deben dar los mismos apoyos que se canalizan a grandes productores para la producción de maíces criollos.

En Oaxaca, el Sinarefi apoya 16 razas oaxaqueñas, con lo cual se incentiva la conservación, se brinda capacitación para hacer una mejor selección, conservación, para que los agricultores realicen prácticas agronómicas sustentables, con fertilizantes y plaguicidas orgánicos. Se trabaja en conservación in situ en las comunidades, en brindar herramientas a los agricultores para poder enfrentar el cambio climático, porque están ocurriendo muchos desastres que afectan la biodiversidad y si no tienen reserva de semilla en bancos comunitarios o en casas tendrán problemas, advierte Sánchez Peña

Muchas de las soluciones al cambio climático, a los problemas de plagas enfermedades y sequias, están en los materiales criollos o locales, aseguran los expertos.

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ERNESTO PEREA

Periodista especializado en temas agropecuarios y agroalimentarios. Premio Nacional de Periodismo y Divulgación Científica, otorgado por el CONACYT. En la actualidad director del portal web www.imagenagropecuaria.com Autor del libro Voces y vivencias del movimiento orgánico Ha colaborado con las revistas editadas por el Grupo Expansión. Ha sido consultor de la FAO. Brinda servicios de comunicación, información, análisis y consultoría para diversas empresas e instituciones. Correo electrónico: editor@imagenagropecuaria.com

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