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Hambre y obesidad crecen en el mundo

Existe un enorme desafío para alcanzar el Objetivo de Desarrollo Sostenible del Hambre Cero (ODS 2) para 2030, según advierte hoy una nueva edición del informe anual El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo.

Se calcula que unos 820 millones de personas carecían de alimentos suficientes para comer en 2018 -frente a 811 millones el año anterior-, el tercer año consecutivo en que esta cifra aumenta.

El ritmo del progreso para reducir a la mitad el número de niños con retraso en el crecimiento y el de bebés nacidos con bajo peso al nacer es demasiado lento, lo que también hace que los objetivos de nutrición del ODS 2 estén más lejos de alcanzarse, según el estudio.

Al mismo tiempo y además de estos retos, el sobrepeso y la obesidad siguen aumentando en todas las regiones, en especial entre los niños en edad escolar y los adultos.

Las probabilidades de padecer inseguridad alimentaria son mayores para las mujeres que para los hombres en todos los continentes, con la mayor diferencia en América Latina.

“Nuestras medidas para abordar estas tendencias preocupantes tendrán que ser más enérgicas, no sólo en su escala, sino también en términos de colaboración multisectorial”, piden los responsables de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) en su prólogo conjunto al informe.

El hambre está aumentando en muchos países en los que el crecimiento económico está estancado, en particular en los países de ingresos medianos y en los que dependen en gran medida del comercio internacional de productos básicos. El informe anual de las Naciones Unidas denuncia igualmente que la desigualdad de ingresos está creciendo en muchos de los países donde aumenta el hambre, lo que hace aún más difícil para las personas pobres, vulnerables o marginadas hacer frente a la desaceleración y la recesión económica.

“Debemos fomentar una transformación estructural inclusiva y favorable a los pobres, centrada en las personas y en las comunidades, para reducir la vulnerabilidad económica y encaminarnos hacia la erradicación del hambre, la inseguridad alimentaria y todas las formas de malnutrición”, aseguran los dirigentes de las Naciones Unidas.

Los avances son lentos en África y Asia

África presenta la situación más alarmante, ya que la región tiene las tasas de hambre más altas del mundo, que siguen aumentando lenta pero constantemente en casi todas las subregiones. En África oriental en particular, cerca de un tercio de la población (un 30,8 por ciento) está subalimentada. Además de los fenómenos climáticos y los conflictos, la ralentización y la crisis económica están impulsando este aumento. Desde 2011, casi la mitad de los países en los que el hambre aumentó debido a la desaceleración o estancamiento de la economía, se encuentran en África.

El mayor número de personas subalimentadas (más de 500 millones) vive en Asia, sobre todo en los países del sur del continente. Juntos, África y Asia soportan la mayor parte de todas las formas de malnutrición, ya que cuentan con más de nueve de cada diez niños con retraso en el crecimiento y más de nueve de cada diez niños con emaciación en todo el mundo. En Asia meridional y en el África subsahariana, uno de cada tres niños padece de retraso en el crecimiento.

Además de los problemas de retraso en el crecimiento y emaciación, en Asia y África viven casi las tres cuartas partes de todos los niños con sobrepeso del mundo, impulsado en gran medida por el consumo de dietas poco saludables.

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