Ecoturismo

Chacchoben: la ruta del chicle

En particular, para los habitantes de Chacchoben la extracción del chicle natural del árbol de chicozapote está asociada a la fundación de este pueblo, localizado a 85 kilómetros de Chetumal.

En este ejido se impulsa el plan piloto forestal chiclero, que tiene como eje central la explotación del chicle y como atractivo turístico el sitio arqueológico del mismo nombre, donde se hallaron altares circulares monolíticos y el Templo Adosado.

Las ruinas del ejido Chacchoben —una alusión al maíz colorado en lengua maya— se ubican en el corazón de la zona maya. El sitio fue habitado en el periodo preclásico tardío (200 aC hasta el 700 dC), para luego ser abandonado. En el periodo posclásico tardío fue nuevamente poblado, y se supone que estaba vinculado con alguna capital regional del área del Petén, por el estilo arquitectónico de sus construcciones.

Para desarrollar el parque temático Pueblo Chiclero, el gobierno del estado destinó importantes inversiones, donde además se conjuntan recursos del sector privado y los ejidatarios.

De acuerdo con datos del gobierno del estado, la producción de chicle está aumentando, ya que al primer trimestre de este año registró un alza de 94 toneladas, con valor promedio de 48,600 pesos por tonelada. Además con recursos aportados por los gobiernos federal y estatal y los productores de chicle, se estableció en Chetumal, la planta procesadora de goma de mascar Chicza, que beneficiará a 200 familias de chicleros en toda la entidad.

Por estar ubicado cerca de Majahual, aproximadamente una hora de camino, donde arribarían cruceros, Chacchoben tiene un enorme potencial turístico.

Por otro lado, los cenotes sagrados están siendo revalorados, bajo una orientación de turismo sustentable, donde las comunidades indígenas están aprendiendo a administrarlos y son partícipes de las percepciones que se obtienen por medio del turismo.

El sitio cuenta con grandes árboles, que se cubren de heno y que le confieren, principalmente al conjunto de las vías, una gran belleza; entre las especies arbóreas que se pueden observar, están el zapote, higueras, pimientas, ramones, chacas, corozos, cedros blancos y caobas en menor proporción, así como una gran cantidad de aves cantoras y tucanes.

La idea de este tipo de proyectos es desarrollar microempresas en beneficio de los propios habitantes del lugar, como restaurantes, tiendas de artesanías, además de senderos interpretativos en la selva, recorridos a caballo, un circuito para bicicletas, y la reconstrucción de un campamento chiclero, donde se observará la extracción de este producto.

Por el momento, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) señala en su página web que el sitio arqueológico no se encuentra abierto al público, ni cuenta con servicios, por lo que las visitas deben solicitarse anticipadamente al Centro INAH Quintana Roo.

Sin embargo, la belleza natural del sitio y la producción del chicle no dejan de ser un atractivo para los visitantes que buscan sitios sui generis.

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ERNESTO PEREA

Periodista especializado en temas agropecuarios y agroalimentarios. Premio Nacional de Periodismo y Divulgación Científica, otorgado por el CONACYT. En la actualidad director del portal web www.imagenagropecuaria.com Autor del libro Voces y vivencias del movimiento orgánico Ha colaborado con las revistas editadas por el Grupo Expansión. Ha sido consultor de la FAO. Brinda servicios de comunicación, información, análisis y consultoría para diversas empresas e instituciones. Correo electrónico: editor@imagenagropecuaria.com

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