“El número de empresas con experimentos de modificación genética en campo disminuyó de 172 en 1995-1997 a 68 en 2004-2006”, refirió Anthony Arundel, responsable del Proyecto Bioeconomía 2030 del Programa del Futuro Internacional de la OCDE.
Las cifras del organismo refieren una concentración cada vez mayor en pocas empresas en el desarrollo de productos de la llamada biotecnología moderna.
“Monsanto realiza el 53 por ciento de todas las pruebas con organismos genéticamente modificados, Pioneer hi-bred representa el 16.5 por ciento, PlantGenetics Systems el 5.1, mientras el resto lo efectúan cerca de 60 empresas del sector”, expuso Anthony Arundel.
Ante este panorama, el especialista consideró que “la inversión pública debe favorecer la investigación y desarrollo realizando inversiones y participando de manera conjunta con las grandes y pequeñas empresas dedicadas a esta actividad”.
Para que un país tenga los beneficios de la biotecnología “debe realizar su propia investigación y desarrollo en este campo, que le permita extraer el máximo de los beneficios y la pueda aplicar a problemas locales”.
El representante de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) destacó que de los experimentos realizados con organismos genéticamente modificados en campo, unas 25 especies representan 95 por ciento del total. En cuanto a los cultivos, dijo que maíz, colza, papas, soya y algodón concentran 69 por ciento de los experimentos.
Entrevistado al término de su conferencia magistral durante el Foro Global Agroalimentario 2007, Anthony Arundel, comentó que el Programa 2030 de la OCDE tiene previsto analizar la situación de investigación y desarrollo sobre la biotecnología en México, resultados que podrían estar listos en noviembre de este año.
Buen panorama para bioeconomía
De acuerdo con las investigaciones de la OCDE, el panorama de la bioeconomía agrícola en el mundo es optimista. Estimó que para 2015 en el mercado habrá variedades de cultivos biotecnológicos con rasgos característicos como la resistencia a estrés, pestes, nemátodos y hongos, lo que mejorará la calidad e incrementará el rendimiento de los productos.
La OCDE, precisó, utilizará la biotecnología molecular para desarrollar casi todas las variedades principales como son: maíz, soya, remolacha, trigo, algodón, alfalfa, tomates, cebada, papas, colza, arroz y centeno, así como algunas variedades de caña de azúcar, forraje, lechuga y variedades tropicales y semitropicales de árboles como álamo, pino y eucalipto.
Si embargo, mencionó que aún es difícil determinar si estos productos entrarán al mercado, porque ello depende de la aceptación del público y de las condiciones regulatorias que existan en los países.
La resistencia a aceptar los transgénicos no es característica sólo de Europa; casi todos los cultivos genéticamente modificados —también en Estados Unidos— se usan para alimentación animal o en el procesado de alimentos, incluso, señaló el investigador, “la empresa Monsanto no ha pedido los permisos para introducir su trigo genéticamente modificado; probablemente haya uvas genéticamente modificadas pero éstas no son comercializadas”, aunque matizó, no hay oposición pública a las papayas.
Aun así, la OCDE considera que los escenarios de la biotecnología en 2030 serán una fuente clave para dar soluciones al cambio climático y el incremento de las poblaciones, además de que permitiría tener una agricultura de alto valor agregado y una revitalización de las comunidades rurales.
Puntualizó que la modificación genética es sólo un rango de la biotecnología, pues existen otras formas, por ejemplo la selección asistida de marcado, la cual utiliza el conocimiento de la genética vegetal para mejorar variedades de cultivos.
“La biotecnología producirá cada vez más beneficios ambientales, económicos y sociales que nos beneficiarán a todos”, expresó Anthony Arundel.
