Invernaderos y Riego

Invernaderos mejoran ingreso, salud y alimentación en sierra norte de Puebla

 

En la sierra norte de Puebla, zona considerada como de alta marginación, cultivar en invernadero está generando procesos de desarrollo que contribuyen a que la población comience a mostrar indicadores económicos positivos, así como mejoras en salud y alimentación, además de un incremento en el valor de la tierra.

Sobresale el caso Aquixtla, municipio que en los últimos cinco años creció en forma exponencial su superficie cultivada bajo el sistema de invernadero, al pasar de 300 metros cuadrados a 30 hectáreas. Dentro de la orografía de la sierra norte de Puebla se estima que hay 50 hectáreas y unos 200 agricultores produciendo con este método de producción, indica Domingo Montalvo Hernández.

La clave de este crecimiento –destaca el especialista– ha sido una propuesta tecnológica, acompañada con capacitación y asistencia técnica. Este modelo de desarrollo no sólo se aplica en esta zona, sino que se extiende hacia las regiones de Tecamachalco-Tehuacán y Atlixco-Izúcar de Matamoros; entidades como Oaxaca, Michoacán y Jalisco implementan un esquema similar.

Este comportamiento –agrega– contrasta con el que se ha dado en otros lugares, donde los diagnósticos señalan que 65 por ciento de los invernaderos que se han construido –sobre todo en la zona centro y norte del país–, fracasaron, principalmente por la ausencia de asistencia técnica y capacitación.

No es suficiente –afirma Domingo Montalvo– construir el invernadero, bajar el recurso o financiamiento; se requiere un esfuerzo integral, donde la acción sea constante, tanto de productores como proveedores y capacitadores.

La sierra norte de Puebla se caracteriza por ser un lugar de alta marginación, sin embargo, los investigadores de la Universidad Autónoma de Chapingo (Uach) consideraron que sí era posible hacer de los invernaderos una opción rentable, siempre y cuando se realicen propuestas tecnológicas innovadoras y exista un acompañamiento técnico.

Esta experiencia poblana comenzó en 2002, cuando un grupo de ocho productores “visionarios y motivados” construyeron 300 metros cuadrados de invernadero, en Aquixtla, donde siembran hortalizas, sobre todo jitomate; después instalaron una hectárea, con apoyo del gobierno del estado y los Fideicomisos Instituidos en Relación con la Agricultura, obteniendo buenos resultados.

¿A qué se debe que hayan funcionado?

“Uno de los elementos centrales, un aspecto fundamental –asegura Montalvo–, ha sido la asistencia técnica y la capacitación de los productores para desarrollar sus propias capacidades y que se conviertan en actores principales del proyecto, se deben formar no sólo trasmitir ideas o darle órdenes”.

En la región se dieron varios elementos que contribuyeron a este crecimiento: el productor esta altamente comprometido, es un aspecto cultural; de esta forma fueron exigiendo más y son capaces de construir sus propios invernaderos. En este caso, el productor es el eje central del desarrollo tecnológico y esta dispuesto a asumir riesgos si le presentas un proyecto viable, asevera Montalvo Hernández.

Los agricultores de esta zona se diferencian de otros, por ser altamente competitivos. Sus costos de producción en 2007 sumaban 2.25 pesos por kilo de jitomate bajo invernadero con el método hidropónico y 2 pesos con acolchado. Además, la calidad de su producto es muy aceptable y los rendimientos andan en promedio 30 kilos por metro cuadrado, pero algunos pueden sacar 45 kilos por metro cuadrado y producen en un ciclo de seis meses, explica Montalvo.

En la región se observa el desarrollo tecnológico, donde hay una gran cantidad de invernaderos y un impacto en ciertos indicadores del desarrollo económico, el nivel de alimentación y salud mejora considerablemente. Los médicos, sobre todo particulares, señalan que la población recurre a ellos para atender enfermedades cuyos tratamientos son más costosos y que antes no se atendían adecuadamente, refiere el investigador de la Uach.

Otro fenómeno que se esta dando es una revaloración del costo de la tierra. Hace cinco años una hectárea en la zona costaba entre 40 y 60 mil pesos; ahora el precio menor es de 450 mil pesos por la misma superficie, “si es que te la venden”, apunta Domingo Montalvo.

Con este modelo, subraya, vamos a resolver muchos problemas de la agricultura mexicana, pero el asesor técnico tiene que estar cerca del productor los 365 días del año, no funciona cuando se aparece de vez en cuando; ahora el pago lo realiza el propio productor, pero hay respaldo institucional, FIRA apoya con 70 por ciento del costo de la capacitación, los gobiernos estatales y federal también otorgan subsidios.

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ERNESTO PEREA

Periodista especializado en temas agropecuarios y agroalimentarios. Premio Nacional de Periodismo y Divulgación Científica, otorgado por el CONACYT. En la actualidad director del portal web www.imagenagropecuaria.com Autor del libro Voces y vivencias del movimiento orgánico Ha colaborado con las revistas editadas por el Grupo Expansión. Ha sido consultor de la FAO. Brinda servicios de comunicación, información, análisis y consultoría para diversas empresas e instituciones. Correo electrónico: editor@imagenagropecuaria.com

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