Invernaderos y Riego

La huerta de Europa y su costo medioambiental

Después de Asia (China y Japón) la zona donde se concentra la mayor superficie dedicada al cultivo de invernadero es la cuenca Mediterránea. España con más de 48,000 has es el país con mayor superficie dedicada a cultivo protegido, siendo en el arco Mediterráneo donde se concentra esta producción, en la cual destaca la costa de Almería con aproximadamente 27,000 has.

 

El desarrollo agrícola Almeriense inicia en la década de los 50; con estacas y plásticos armaron cuatro invernaderos, que hoy se cuentan por miles de los cuales pueden obtener tres cosechas al año. El suelo delgado e infértil se cubrió con arena sustraída de las playas, única forma posible de aprovechar las saladas aguas de los acuíferos y manantiales subterráneos de los que bebe la provincia. El clima, el sol y el viento hicieron el resto.

 

Hoy la huerta de Europa crece bajo un laberinto de plásticos y del endémico parral sólo se adivina la silueta en la estructura de los invernaderos más viejos. Un verdadero milagro económico, sin duda, pero con un coste medioambiental muy alto. El mar de plástico se ha bebido los acuíferos y devorado las playas para alimentar el suelo de sus invernaderos; ha ocupado barrancas y cauces; ha subido por los montes y enterrado toneladas de plásticos y residuos orgánicos, que siguen ocultando pesticidas y abonos bajo la tierra.

 

Almería es una de las provincias más áridas de toda España por lo que resulta antagónico el desarrollo de una agricultura de regadío. Una hectárea de invernadero necesita una media de 5 500 m3 de agua al año. Hasta la entrada en el mercado común europeo, incluso los propios agricultores almerienses admiten que se hizo un uso abusivo de los fitosanitarios en los invernaderos, atentando contra la salud del aplicador y del consumidor. Hoy gobierno, productores, centros educativos y de investigación avanzan juntos hacia una agricultura sustentable, basada en la experimentación para acceder a mejores rendimientos sin degradar el medio.

 

El cultivo en invernadero ofrece la oportunidad de un mejor uso de los recursos agua, fertilizantes y suelo que en horticultura al aire libre. Además al tratarse de un ambiente protegido, un buen manejo del sistema permite reducir el número de tratamientos pesticidas y, por tanto, los posibles residuos en alimentos y ecosistemas vecinos. Los avances en la lucha biológica han reducido la aplicación de sustancias químicas, que son ahora menos tóxicas y persistentes que en el pasado, para que dejen el mínimo rastro en los alimentos y en nuestra salud.

 

Sin embargo, este método de producción tan intensivo implica unos impactos ambientales importantes: mayor consumo energético, mayor cantidad de residuos, mayor uso de fertilizantes, etc.. Esto ha obligado hacer una pausa en los modos de producción de este sector, reorientando los métodos hacia una agricultura equilibrada, de tal suerte que esas 27,000 has se han mantenido estáticas durante la última década.

 

Era de invernaderos inteligentes

 

Desde principios de los 90\\’s y debido al crecimiento importante de los invernaderos de clima cálido se ha desarrollado una extensiva investigación que se puede agrupar en tres grandes apartados:

a) Mejorar el control climático de estructuras simples mediante un correcto diseño de las mismas para optimizar radiación y ventilación.

b) Iincidir en el mejor manejo de la fertirrigación para cultivo en suelo y en sustrato favoreciendo el riego en tiempo real para evitar lixiviados.

c) Favorecer la prevención y no corrección de problemas patológicos y de plagas, ya que en zonas de horticultura intensiva existen las condiciones idóneas para el desarrollo de un patógeno-insecto o ácaro, pasando a constituir plaga o enfermedad.

 

Como resultado de estas investigaciones, en la actualidad se puede observar una clara tendencia hacia el incremento del nivel tecnológico de los equipamientos, con mejoras en la estructura de los invernaderos e instalación de controladores de clima que han permitido aumentar la calidad de las producciones y prolongar los calendarios productivos.

 

La era del invernadero inteligente ha llegado al Poniente almeriense: los cultivos se realizan en invernaderos de plástico rígido y herméticamente cerrados. Los suelos enarenados se sustituyen por barras de lana de roca o perlita, sustratos artificiales que acogen la planta y son alimentados gota a gota por una mezcla de agua y nutrientes controlados por ordenador. Supone el mantenimiento de la planta en las condiciones idóneas para crecer y/o producir las 24 h. del día durante los 365 días del año.

Este salto tecnológico ha significado un avance en cuanto a calidad (control de plagas, disminución en el consumo de fitosanitarios y agua de riego) pero, también, un fuerte incremento de la inversión necesaria.

 

comentarios: jorge.flores@irta.es

 

 

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