Chile habanero, una inversión muy picuda
Para Federico May Cuitún, jefe de producción de la sociedad cooperativa Kinchiles, es importante que el chile sea de Yucatán, ya que “se puede producir en otras partes del país, pero no tiene la misma calidad, el mismo picor, el mismo sabor”.
La empresa cumplió diez años de experiencia en la producción de chile habanero con el método convencional y hoy agrupa a nueve productores y, en tiempo de cosecha se suman diez familias más. Hace tres años empezaron a ser productores orgánicos y “ya es lasegunda cosecha que tenemos totalmente orgánica”, indica Federico May Cuitún.
Los productores de la cooperativa cambiaron su cultivo a cielo abierto por 1,200 m2 casa-sombra, donde su producción alcanzó media tonelada por semana, en la prueba piloto. A raíz del éxito alcanzado, prevén invertir alrededor de dos millones de pesos en ampliar su superficie, en lo inmediato a 5,000 m2, lo que aumentaría la producción semanal de la hortaliza y, después abarcar 8mil m2.
La cooperativa utiliza el sistema de riego por goteo, a fin de tecnificar lo más posible el cultivo. “Nos va a funcionar muy bien la técnica, y ya nada más es cuestión de extrapolarlo, de ampliar lo que ya tenemos para poder ofrecer volumen con la misma calidad”, asevera May Cuitún.
Este método ha permitido cultivar 15 toneladas de chile en un invernadero, contra las 20 toneladas por ciclo que se obtenían cultivando una hectárea a cielo abierto; esto es aproximadamente la misma cantidad pero en una superficie más pequeña.
La semilla utilizada es criolla, es decir, semillas que se han mejorado con el paso del tiempo y por métodos naturales, según los lineamientos de la agricultura orgánica. Esto implica también la utilización de organismos benéficos, hongos entomopatógenos, extractos vegetales y fertilizantes a base de residuos orgánicos, evitando a toda costa la utilización de químicos.
Kinchiles negocia sus ventas tanto de manera directa como a través de comercializadoras. En la actualidad, su producción se ha visto disminuida debido a la transición al método más tecnificado de producir en invernaderos, lo que ha sacrificado temporalmente el volumen, “pero ya vimos que es más fácil, que es más productivo, y ahora ya nos vamos para sembrar más áreas y ser igual de productivos que como cuando cultivábamos al aire libre” explica Federico May.
Debido a este revés en la producción, sus mayores compradores se limitan principalmente a Yucatán, más que nada restauranteros de la Riviera Maya. En el Distrito Federal se encuentran con compradores potenciales, interesados en pedir cajas del producto. La compañía se encuentra en condiciones de proveer 200 kilos a la semana a cualquier cliente interesado.
Hace falta más volumen
La cooperativa también tiene la mira puesta en Estados Unidos y en el lejano Oriente, esperando que en el transcurso de este año se pueda comenzar a negociar un contrato, “tenemos muchos pedidos, interés de muchas gentes para poder exportar.” El problema -que se espera sea resuelto en cuanto se amplíen los invernaderos- sigue siendo el volumen: “nos piden una tonelada, dos toneladas para que pueda costearse la exportación”, lamenta el directivo de la empresa.
Kinchiles cuenta con la certificación de Certimex, que tuvo un costo de 40 mil pesos, con los que se cubre la certificación de “que no estás utilizando venenos” y “que te den el papelito”. Este costo “depende de la superficie y de la distancia” y aunque a primera vista pueda parecer elevado, según explica May Cuitún, vale la pena, porque “si no te certificas no puedes llamarle producto orgánico a lo que tienes”.
El proceso de certificación –explica– puede tardar desde un mes hasta tres años, dependiendo de qué tantos lineamientos haya que cubrir. A nosotros sólo tomó un año debido a que ya trabajábamos a la ‘manera orgánica’ desde antes, dice Federico May.
Ubicada en una de las regiones más marginadas del estado de Yucatán, la cooperativa genera empleos entre sus coterráneos, además del derrame de recursos económicos y aún una mejora en el ingreso del productor.
El chile habanero cuenta desde fines de año la denominación de origen y esta cooperativa también le da el valor agregado a su producto al empacarlo. Se siembra en la Península de Yucatán, donde está adaptado a las condiciones especiales de clima y suelo imperantes en esa región. Su origen es desconocido, aunque se cree que es originario de América del Sur y también se supone, porel nombre que lleva, que en alguna época muy lejana fue introducido de Cuba. Curiosamente, el habanero es el único chile en Yucatán que no tiene nombre maya y lo cierto es que forma parte indispensable de la riqueza gastronómica de la región.