Pecuario y Pesquero

Acuicultores ven la luz con método para producir trucha todo el año

Los integrantes de la Granja de reproducción acuícola Tatakany, ubicada en Jilotzingo, Estado de México; conscientes de que “sin árboles no hay agua, y sin agua, no hay vida,” apuestan por un modelo de producción de truchas más sustentable con el medio ambiente,  impulsados por un proyecto de investigación realizado con fondos de Sagarpa-Conacyt, junto con el Instituto Nacional de Pesca (Inapesca) y la Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa (UAM-I).

A un año de emplear la tecnología de fotoperiodo en esta granja, los truticultores ya son autosuficientes en producción de peces y huevo, que antes se importaba, lo cual representaba una inversión de entre 800 y 900 pesos por cada millar de huevo, dependiendo la cotización del dólar.

Como responsable del proyecto de reproducción de trucha por fotoperiodos, Genoveva Ingle de la Mora, investigadora del Inapesca, expone que éste consiste en integrar a las granjas acuícolas un sistema de fotoperiodos, donde los peces son sometidos para modificar su ciclo reproductivo y que puedan desovar dos veces por año, en lugar de sólo una vez como lo establece su ciclo natural.

Este proceso, que regula la exposición de las truchas a la luz, ha resultado muy favorable en la productividad de huevo y de peces de engorda en centros acuícolas donde se ha implementado la tecnología. Antes realizarse la transferencia del sistema se invirtió tiempo en investigación y pruebas perfectamente supervisadas por científicos especialistas en la materia.

La doctora Genoveva Ingle explica que se detectó la necesidad de trabajar en la generación de una estrategia que permitiera a pequeños productores comprometerse con su medio ambiente de forma sustentable, y que al mismo tiempo les permita abastecer sus necesidades de alimentación y sustento.

Posteriormente se pasó a una fase de investigación, que dio como resultado la prueba e implementación de la tecnología de fotoperiodos en el centro acuícola El Zarco, en el Estado de México. Con la colaboración de la UAM-I, quienes apoyaron en el proceso de validación de la tecnología y fondos de Sagarpa-Conacyt e Inapesca se echó a andar el proyecto, que dio muy buenos resultados tanto en la reproducción de truchas como en la producción de huevo, dentro y fuera de temporada.

En El Zarco se capacitó al personal y a los productores para que den continuidad al modelo de producción y “no dejar de lado todas las pruebas y recursos, tanto humanos como económicos que se han invertido.” Se trabaja en la transferencia tecnológica de fotoperiodos, pero ello debe ser de forma paulatina, ya que no tiene caso seleccionar a muchas granjas, si no se les va a dar un seguimiento puntual y capacitación precisa sobre la aplicación e implementación de los periodos de luz para la reproducción.

La doctora Genoveva Ingle explica que para seleccionar una granja acuícola apta para el proyecto de fotoperiodos se tienen que poner ciertas normas y filtros: como la disposición total de los productores, las condiciones climatológicas de la región, y el cuidado adecuado de los recursos: bosque, agua y animales.

El Gran jefe Xote

El presidente de la Granja de reproducción acuícola Tatakany, Jorge Rosas Martínez se muestra orgulloso de los avances que han alcanzado como productores de trucha bajo el esquema reproductivo por fotoperiodos. Explica que gracias al respeto que le tienen a la naturaleza pueden captar agua de buena calidad, que a su vez, les permite accionar una pequeña planta hidroeléctrica, con la que generan la energía eléctrica que ocupan para encender las lámparas que iluminan los estanques de las truchas que van a desovar.

Al estar en medio del bosque, este centro acuícola no dispone de suministro eléctrico, por lo cual los truticultores se vieron orillados a buscar alternativas para la producción de energía. La solución la encontraron en una microplanta hidroeléctrica de alrededor de dos metros cúbicos y la instalación de celdas solares.

Estas dos fuentes generadoras de energía eléctrica embonan con el proyecto de producción de trucha de forma sustentable. Don Jorge Rosas, el Gran jefe Xote -palabra otomí que significa lugar dónde los árboles cuentan su propia historia–, como es conocido entre sus compañeros, cuenta que no sólo se dedican a la producción y reproducción de la trucha, sino que aprovechan sus instalaciones para fomentar la educación ambiental en grupos de estudiantes, a quienes reciben en visitas guiadas. También son sede de exposiciones, foros de encuentro de productores y de eventos culturales.

El proyecto de reproducción de trucha por fotoperiodos pretende generar el autoabasto para los productores; fomentar el arraigo de las personas en sus localidades, mediante la generación de ingresos de manera directa e indirecta; el abasto de huevo para la demanda del mercado interno y; el incremento de la oferta de la trucha para el consumo nacional.

Historia de vida

Las truchas tienen un periodo reproductivo de alrededor de dos años, pero esto depende del manejo de que se de a las hembras, porque si se lastiman durante el desove, se pueden atrofiar órganos internos o quitarle la protección que tienen en la piel y a la postre generarles infecciones. Se puede detectar cuando una trucha esta lista para retirarle los huevos, esto se ve al sentir su abdomen; si esta suave y terso está lista, si es duro, aún no está “madura”.

Para la transferencia de la tecnología de fotoperiodos, no sólo se requiere de instalaciones y material de iluminación óptimos; el manejo técnico de los piscicultores es fundamental. Si no se sabe llevar la danza furibunda de las truchas, se las puede lastimar y ello afectaría en la calidad y cantidad de huevo que producen.

Con 23 años de experiencia, Don Rolando –quien trabajó en el Zarco— es un partero de truchas que con sapiencia maneja cada reproductor e incluso con ojo preciso identifica entre las hembras cuál está lista para el desove. Su método es admirable, pues su destreza evidencia muchos años de trabajo. Mueve las manos al ritmo de las truchas. Procura ser inadvertido hasta que los peces dejan de pelear y luego parecen entrar en un estado de relajación; es el momento preciso para retirarles los huevos y proseguir con las demás especificaciones técnicas (lectura de chip, medición y pesaje).

Después de obtener los huevos y el semen de trucha, estos se fecundan e incuban en un lugar cerrado y oscuro, porque en esa etapa son sensibles a la luz. Posteriormente, los huevos oculados (fecundados), se pasan a otras incubadoras hasta que eclosionan, este proceso dura alrededor de 20 días. Al nacer los alevines –truchas bebé, por decirle de algún modo-, se colocan en otro estanque donde comienzan a ser alimentados.

Cuando se alcanza un estándar de tres truchas por kilogramo, es decir, cuando los animales pesan entre 300 y 350 gramos, es cuando se obtiene el mayor rendimiento. Porque es el periodo en que crecen con mayor rapidez. Esta etapa puede llevar de ocho a 10 meses.

Durante todo el proceso reproductivo, crecimiento y engorda de las truchas se vigila cuidadosamente la higiene, ya que si una bacteria u hongo llega a los estanques se puede perder la totalidad de la producción. Una contingencia de ésta índole se vivió en El Zarco. Pero gracias al trabajo constante se han recuperado y esperan obtener una producción de siete millones de huevos para este año, que representaría entre 60 y 70 por ciento de la demanda total del Estado de México.

En la granja Tatakany se calcula obtener mil 200 huevos por cada kilo de trucha, es decir si una trucha pesa 3 kilos, se esperan 3 mil 600 huevos. En condiciones óptimas, como las de este centro acuícola se garantiza hasta un 90 por ciento de productividad; ello significa, que sólo se pierde un diez por ciento de los huevos.

Gracias a los buenos resultados que ha arrojado el proyecto de reproducción de trucha por fotoperiodos se espera que la transferencia tecnológica pueda beneficiar a otros productores de trucha. Porque no sólo resuelve necesidades de alimentación, sino que concientiza sobre el cuidado del medio ambiente y los recursos naturales; promueve la sustitución de importaciones –de huevo-; genera empleos de forma directa e indirecta y fomenta el consumo de pescado: benéfico para la salud por el aporte proteínico y los aceites naturales, como el Omega 3.

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