México necesita transgénicos para ser competitivo
En entrevista con Imagen Agropecuaria, el también director general del organismo detalla los estados con potencial para sembrar maíces transgénicos son Sinaloa, con 500 mil hectáreas (has); Tamaulipas con 80 mil has; en Sonora hay potencial de 15 mil has; Chihuahua, 100 mil has y en la Comarca Lagunera 30 mil has. En otras regiones se puede hacer, pero dependerá que estén muy bien delimitadas las zonas centro de diversidad y origen del maíz, donde está prohibido, para poder avanzar en entidades como San Luis Potosí, Zacatecas o Nayarit. En el sureste hay regiones con buen potencial, por ejemplo en Campeche hay zonas con maíces híbridos muy aisladas.
Los experimentos que se realizan en el norte del país, expone, van bien conforme los ciclos agrícolas. Los resultados estarán a finales de junio, ya que Sinaloa y Sonora sembraron el año pasado y cosecharán a finales de mayo y principios de junio; los reportes estarán a fines de julio. Tamaulipas cosechará en agosto; en Chihuahua se siembra en mayo y a mediados de ese mes en La Laguna.
Si se avanza en la fase experimental –proyecta– se estaría sembrando la fase piloto para el próximo ciclo de Sonora, que siembra en octubre, y para noviembre en Sinaloa. Indica que en la fase de experimentación que se hace en dos hectáreas (has), sólo se observa si la tecnología sirve para lo que fue creada, si mata el insecto o controla maleza; en la fase piloto se extiende a 100 has y ahí en condiciones reales sabes cuánto más incrementaría el productor en rendimiento, ahorraría en agroquímico y cuánto ganaría.
Destaca que los resultados no los van a dar las empresas, sino los científicos de los centros de investigación, la Universidad Autónoma de Sinaloa, el Instituto Tecnológico de Sonora, la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro (UAAAN), la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), la Universidad Autónoma de Chihuahua y el Tecnológico de Monterrey.
Explica que las empresas otorgan semillas y los recursos para alquilar el predio, pero quienes conducen los experimentos son científicos responsables. Con base en los resultados se van a tomar las decisiones, si es contundente el impacto de tecnología en Tamaulipas, por ejemplo, deberíamos avanzar a la fase comercial lo más rápido posible; si no es contundente, que siga la experimentación.
El presidente ejecutivo de AgroBio México afirma que la tecnología está probada en más de 25 países. Los cultivos transgénicos se siembra en más de 134 millones de hectáreas y la adopción crece cada vez más, nada más hay que voltear a ver a Argentina, segundo exportador mundial de maíz. Brasil es el segundo exportador mundial de soya, rebasó a Estados Unidos. Tenemos mucho que aprenderles.
“Hay gente –subraya– que no quiere ver esos beneficios por razones políticas e ideológicas, pero saltan a la vista. Además los productores quieren conocer esas tecnologías”. Entre éstos últimos menciona al Consejo Nacional Agropecuario, asociaciones agrícolas de Sonora, Tamaulipas, Sonora y Chihuahua.
Considera que es absurdo que se les niegue esa posibilidad, con el propósito de proteger los maíces criollos. Hay un falso debate, dice, porque nadie está pidiendo que se siembre maíz transgénico en Oaxaca, Guerrero o Puebla, eso no está a discusión, la ley lo prohíbe. La discusión es si a los productores comerciales de Sonora y Sinaloa se les da acceso o no a las semillas que ellos están pidiendo utilizar en zonas donde no hay criollos desde hace 50 años, por ejemplo, en El Fuerte (Sinaloa) o el norte de Tamaulipas; no los hay porque no los utilizan.
Fabrice Salamanca asegura que, contrario a lo que algunos afirman, los maíces genéticamente modificados sirven para combatir plagas en México, ya que si funcionan en Argentina, Brasil, Honduras y Valle de Texas, ¿Por qué aquí no?
Razones para sembrar transgénicos en México
Desde la óptica del directivo del organismo México necesita los transgénicos para ser competitivo, ya que importa 30 por ciento de su consumo, traemos de Estados Unidos más de 10 millones de toneladas de maíz transgénico para poder abastecer el mercado interno. Arriba del 40 por ciento de la superficie nacional se cultiva con maíz, pero cada vez somos más dependientes, lo mismo sucede en soya, trigo, arroz, frijol y algodón.
Esto –añade– atenta contra la soberanía alimentaria, ser autosuficientes o producir en mayor medida nuestros alimentos. El crecimiento de la población mundial y el cambio climático harán que producir alimentos sea cada vez más difícil, por lo que es estratégico para México contar con las mejores tecnologías para hacerlo.
– ¿En que proporción podrían contribuir los transgénicos en reducir estas importaciones?
-El escenario dependerá de la adopción, la ley señala que el avance en la siembra de transgénicos se debe dar bajo el principio de paso por paso, pasar por fases experimental, piloto y comercial. En el caso del maíz en todas las zonas de alta diversidad y centros de origen, Oaxaca, Puebla, Estados de México o Michoacán, no se van a poder hace siembras de maíz transgénico, por eso los experimentos se están haciendo en Sinaloa, Sonora y Tamaulipas. En la medida en que estos estados vayan adoptando va a ser la medida que se reduzca esa dependencia.
“Apenas estamos en siembra experimental, 15 años después de que se aprobó comercialmente el uso de maíz transgénico en Canadá y Estados Unidos. Estamos haciendo la experimentación de una tecnología que ya tiene quince años. Espero que esta evaluación sea rápida, porque es como si estuviéramos probando el día de hoy, por primera vez en México, los teléfonos celulares; uno preguntaría que tanto le están experimentando si hay mucha información de muchos países…”
En promedio en Estados Unidos la diferencia en precio entre semilla híbrida convencional contra transgénica es de 15 a 20 por ciento, en México se espera algo similar.
-¿No hay posibilidades que se acuse de un sesgo en los resultados de los experimentos?
-Los revisan la Sagarpa, a través de Senasica e INIFAP, la Semarnat, el INE y la Conabio. Son una cantidad enorme de revisores, que han estado en cada fase del proceso. Todo ha sido con predios de agricultores cooperantes, si ve que la tecnología ofrece beneficios y de lo contrario no la va a querer.
Fabrice Salamanca considera que la experimentación es un trámite necesario que pone la ley, pero tienes que hacer reporte necesario, ensayos en todos lados, traer científicos responsable; es carísimo, la infraestructura de cada predio experimental, cada ensayo debe estar costando arriba de los dos millones de pesos.
Acepta que existe burocracia, pero aclara que así lo pide la ley, que está diseñada con un buen sentido. En la discusión política estuvimos once años en moratoria y se tardo en tener ley, reglamento, un marco regulatorio. La ley te pide ser muy cauteloso. No hay ninguna legislación que sea tan detallista y cuidadosa de cada paso como la mexicana.
Etiquetado de transgénicos
Fabrice Salamanca argumenta que ha habido oposición de etiquetar porque comparado con uno convencional son idénticos en su composición nutrimental. Señala que argumentando que el derecho a decidir, por razones políticas e ideológicas o de preferencia, Greenpeace o el Poder del Consumidor promueven el etiquetado, que cuando se ha puesto en productos de tiendas o supermercados los han boicoteado e invitan a no comprarlos. “Es una trampa que ellos ponen decir que el consumidor quiere saber. Eso no es cierto”.
“Nosotros encuestamos cada año, el 90 por ciento de los mexicanos no tiene ni idea qué es un transgénico, que es la biotecnología, nada, no sabe ¿Cómo que quieren que se etiquete, sino saben que es? El consumidor lo que quiere saber, compra por tres razones fundamentales: precio, inocuidad, que sepa que no me va a hacer daño, y calidad”.
A nosotros como industria no nos afecta un etiquetado porque vendemos semillas, a los que procesan alimentos sí, pero ellos no pueden distinguir. Lo que se ha resuelto, como los hizo Francia, es usar la leyenda: “puede contener ingredientes derivados de Organismos Genéticamente Modificados”. La cantidad puede ir del 1 al 100 por ciento. Eso se podría hacer en México, porque ese etiquetado no te cuesta.
Al referirse a los productos orgánicos, refiere que éstos los van a etiquetar diciendo que “este producto es libre de transgénicos”, el consumidor los va a identificar y a pagar un sobreprecio. El consumidor puede elegir un producto libre de transgénicos, los orgánicos que pasan pruebas y los certifican.
-¿Cómo sería el campo mexicano con transgénicos?
-No hay que imaginar. Hay que ver la experiencia del algodón, en el Valle de Mexicali, donde de 15 aplicaciones redujeron a dos. Es un cambio brutal en calidad del agricultor y de la fibra que se produce. México exporta a Estados Unidos, cuando este país es gran productor algonodero. La gente de La Laguna te dice que si no hubiera algodón transgénico se hubiera acabado el cultivo, porque la presión de plagas era muy fuerte. Hoy 70 por ciento de algodón que se siembra en territorio nacional es transgénico. México tiene que decidir si va a estar en los países que se van a quedar mirando el avance de la tecnología y seguirá importando, o va a ser un país que va a apostar productor, tener excedentes y exportar.
-¿Como seria el campo mexicano sin transgénico?
-Un campo más pobre, más dependiente, atrasado y un campo en vías de extinción. En agricultura comercial es cada vez más difícil ser rentable y la agricultura tradicional o de autosusistencia están migrando, porque los líderes de estos campesinos no se han dado cuenta que sino se vive dignamente se termina haciendo otra cosa. Los ejidatarios en promedio tienen 60 años y sus hijos migran. La principal razón que amenaza la biodiversidad es la pobreza. Hoy están desapareciendo variedades de maíz porque desaparece quien las cultiva.