Granos y Oleaginosas

Al rescate de variedades criollas de maíz en el DF

En el Distrito Federal (DF) se emprende un esfuerzo importante para fomentar el cultivo de los maíces criollos en zonas agrícolas. El objetivo es hacer más rentable la actividad para los agricultores, a través de la reducción de costos de producción hasta en 50 por ciento e incrementar la productividad de los materiales en un porcentaje similar.

Por la reducida superficie con la que cuenta el DF para la producción de maíz, de poco más de 600 hectáreas y las condiciones geográficas de las parcelas, como la altura en la que se localizan –más de dos mil 500 metros sobre nivel del mar- y el cambio climático, no es muy redituable producir maíz para grano.

Lo ideal es comercializar elote, puesto que si un agricultor de esta zona produce bajo un esquema de temporal, puede generar hasta tres toneladas de grano por hectárea, que le redituaría en alrededor de 19 mil pesos. En cambio, si comercializa su producción en forma de elote puede obtener un ingreso de entre 60 y 90 mil pesos, destaca Carlos José Arrollo Santisteban, delegado en el distrito Federal de la Sagarpa.

Para contribuir al rescate de la agricultura tradicional y el ingreso de los productores del cultivo en el DF, la Sagarpa ha destinado en 2011 alrededor de un millón 400 mil pesos, en capacitación, asistencia técnica, transferencia de tecnología y mejora de la infraestructura, agrega.

El costo promedio de producción de una hectárea de maíz, en la Ciudad de México es de 12 mil pesos, pero con el Proyecto de Agricultura de conservación para el cultivo de maíz en el DF el gasto se reduciría a seis mil pesos, señala el representante del Sistema producto maíz, Joel Padilla.

El primer ahorro se presentará en la omisión de la mecanización en las parcelas, porque con el sistema del Centro Internacional de Mejoramiento del Maíz y Trigo (CIMMYT) de agricultura de conservación ya no será necesario emplear maquinaria como tractores o yuntas. El gasto por ese concepto asciende a dos mil 400 pesos, refiere.

Maíces en peligro de extinción

La doctora Micaela de la O, del departamento de investigación experimental del Valle de México, del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), comenta que en el DF se han detectado cinco razas de maíces nativos, que son la de elotes cónicos, tanto el azul, como rojo; el cacahuacintle, el chalqueño, el palomero toluqueño -que es de elote muy pequeño-, y el cónico o chinampero, que es el que se está perdiendo con mayor rapidez.

La presencia de maíces criollos en las parcelas del DF ha disminuido en alrededor del 50 por ciento. Con el proyecto se busca hacer conciencia en los productores locales y en los consumidores para que se recupere la tradición de sembrar esos materiales y, para ello, es necesario  generar valor agregado a esas producciones, una opción es certificar los cultivos como orgánicos.

El cambio climático y la insistencia de empresas transnacionales que promueven el uso de materiales híbridos y transgénicos son los principales obstáculos para la preservación y uso de los materiales criollos, subraya la especialista.

La baja productividad de los materiales criollos, igual es un incentivo para que los agricultores opten por cultivar semillas mejoradas y dejen en el olvido a las variedades nativas.

El proyecto también contempla la conformación de un Banco de germoplasma donde se recogen las semillas de los distintos productores. Estos materiales se estudian, conservan y mejoran para fomentar su uso e incrementar los rendimientos en campo.

El banco comunitario de germoplasma tiene dos años en operación y sirvió de suministro de semilla para las parcelas demostrativas con las que trabaja el proyecto en su primera fase. Algo a destacar, comenta Joel Padilla, es que se capacita a los productores cooperantes, es decir, los que participan del programa; para que cuando un vecino les pida semilla por los buenos resultados que han obtenido, ellos los dirijan al Banco de germoplasma.

Además de la conservación de los materiales, los técnicos del Banco para el resguardo de las distintas variedades de maíz del DF capacitan a los productores en el manejo y almacenamiento de las semillas. Tradicionalmente los agricultores almacenan sus materiales en costales y en lugares inapropiados que están en contacto con el polvo y la humedad; por ese mal manejo los productores presentan mermas desde 30 por ciento y hasta la totalidad de su semilla.

Una de las recomendaciones es la adquisición de silos muy básicos y de patente libre, que fueron diseñados por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Éstos tienen capacidad mínima de cien kilos y un costo aproximado de 240 pesos. Como la patente del modelo es libre, cualquier productor puede replicarlo y emplear los materiales para su construcción que más le convengan.

El programa

A raíz de la firma del convenio de colaboración que suscribieron la fundación PRODUCE y el CIMMYT, el 22 de de diciembre de 2009, en beneficio del Sistema producto maíz, fue posible llevar a cabo el Programa de agricultura de conservación para el cultivo de maíz en el DF.

El desarrollo del proyecto se efectuará en cuatro etapas, una por año. La primera, consiste en definir cuatro parcelas demostrativas ubicadas en las delegaciones Tlalpan, Milpa Alta, Tláhuac y Cuajimalpa que fueron trabajadas con la siembra de cultivos forrajeros, como trigo, sorgo o avena; servirán como cobertura vegetal para que, en la segunda etapa, se puedan hacer pruebas experimentales con la siembra de los materiales criollos. Esto permitirá conocer las variedades que tienen mejor adaptación y productividad en cada localidad.

Los objetivos más ambiciosos son la certificación de la producción de maíz en el DF como orgánica y la conformación de una asociación de productores de la región para que elaboren productos como sopas, galletas, pastas, esquites y elotes listos para servirse al plato. Así podrán salir al mercado con una marca propia y serán susceptibles de exportar sus productos, principalmente al mercado europeo, donde se valora y paga la condición de producto orgánico, señala el representante del Sistema producto maíz.

Explica que a pesar de los tres años que tiene en operación el Sistema producto, ya se han logrado grandes avances. Añade que ya tienen mercado para colocar dichos productos y algunos compromisos comerciales con clientes de Alemania y Rusia, pero se tiene ir trabajando poco a poco.

¿Y por lo pronto?

El proyecto dará resultados en cuatro años. Durante ese tiempo los productores cooperantes verán una disminución en su producción, ya que destinaron una parte de su parcela para que los investigadores y técnicos lleven a cabo los trabajos de acondicionamiento del suelo y mejoramiento de los materiales criollos. 

La señora Inés Vázquez Alarcón, participante del proyecto, cuenta con una superficie de poco más de una hectárea repartida en dos terrenos. Uno de ellos lo cedió para que los especialistas trabajen. Esta consciente de que los resultados tardarán un tiempo en llegar. Mientras vive en un estado de incertidumbre, no sabe si en este ciclo obtendrá una buena cosecha. Tiene cierta preocupación porque su producción de maíz es su único ingreso.

Señala que no reciben ninguna compensación o apoyo económico para mantener un ingreso estable en lo que el proyecto da los resultados esperados.

El avance en las parcelas experimentales debe ir acompañado de la capacitación del productor. Todo lo que se hace se les explica a los agricultores. No se toma ninguna decisión sin ser informadas a los cooperantes, porque la intención es que la experiencia se replique en las parcelas vecinas, que el conocimiento se transmita de productor a productor, refieren autoridades.

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