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No tiene la culpa la res, sino quien le da clembuterol

En la medida que se ha industrializado la agricultura y la ganadería, presionadas por el libre mercado que demanda mayor competitividad de los productores, para poder sobrevivir al capitalismo salvaje internacional; los problemas de salud pública, incluyendo hambruna y desnutrición, se agudizan a grandes pasos y en todos los ámbitos.

En el caso de la ganadería, su industrialización se refiere a la sustitución de la engorda en pastoreo, que requiere en el mejor de los casos dos hectáreas -20 mil metros cuadrados- por animal, en la que éste alcanza su desarrollo, propicio para ser aprovechado como alimento humano, entre los cuatro y cinco años de edad; por la ceba de los animales en establos en los que se ocupan de 15 a 20 metros cuadrados por cada res, que alcanza el peso deseado en un máximo de dos años de edad.

Ahora bien, hasta antes de 1965, el clembuterol fue utilizado sólo como un broncodilatador para atender padecimiento de asma en los seres humanos, con dosis controladas en los pacientes para evitar las secuelas propias del medicamente, como palpitaciones, nerviosismo, temblores, temblor involuntario de los dedos, dolor de cabeza, aumento de la transpiración, insomnio, posibles espasmos musculares, aumento de la presión sanguínea y náuseas.

Pero fue en ese año cuando se descubrió el uso veterinario de este fármaco, que desde entonces se empezó a aplicar para la engorda de ganado. Se demostró que animales alimentados con clembuterol, aumentaban la masa muscular y disminuían el tejido graso, además de aminorar la ingesta oral. Estos efectos son similares a los producidos por otros beta-adrenérgicos como el climaterol, ractopamina o salbutamol.

Como medicamento para humanos, el fármaco consigue una relajación de la musculatura bronquial, con lo que favorece la respiración. Pero, además de esta acción terapéutica, el clembuterol se caracteriza por un fuerte efecto anticatabólico, lo que quiere decir que es una sustancia con capacidad para disminuir la tasa de reducción proteica en la célula muscular y provocar así un mayor desarrollo de la misma. A esta acción anabólica se une el ligero efecto que tiene este agente sobre la temperatura corporal, la cual, después del uso del compuesto, aumenta. Este incremento de la temperatura favorece el consumo de grasa en el organismo.

Estas características son las que propician que en la ceba de animales, éstos desarrollen más músculo que grasa. Se estima que al utilizar clembuterol en la alimentación de ganado, éste puede obtener hasta 30% más de peso en el periodo de engorda, mismo que se reduce en ese porcentaje y por lo tanto los costos de producción también bajan. Y esto hace más competitivos a los productores, para poder ingresar a los mercados nacional e internacional. Sin que ello signifique que los precios al consumidor disminuyan.

Independientemente de la forma en que se engorde el ganado, sea extensiva en potreros, o intensiva en establos, el uso del clembuterol representa una jugosa ganancia, aunque cabe decir que se es más proclive a utilizarlo en la estabulación, debido a que es mucho más sencillo controlar el suministro del fármaco y lo absorbe mejor el animal al mantenerse prácticamente inmóvil durante el tiempo de la ceba, que va de 90 a 120 días.

En información consultada en internet se dice que la dosis promotora del crecimiento óptima del clembuterol en el ganado bovino, es aproximadamente de 0.8 mg/kg de peso. Pero, como se ha visto que se pueden mejorar aún más los rendimientos de las canales, es frecuente que los productores administren de cinco hasta diez veces dicha dosis.

Todo esto es sólo una parte de esa industrialización a la que se ha sometido a la producción de alimentos, para elevar la productividad en aras de incrementar la ganancia y mantener la competitividad en el mercado, sin importar la calidad de los mismos y si tienen o no secuelas para la salud humana. Y aunque el uso veterinario del clembuterol esté prohibido, éste se sigue produciendo y aplicando en la ganadería nacional.

De eso hay pruebas innegables, lo que pone en entredicho la efectividad de las autoridades sanitarias, agropecuarias, de comercio y judiciales, para controlar el problema, o ¿Será que existe una dificultad de honestidad pública?

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JUAN DANELL SÁNCHEZ

*Reportero mexicano especializado en temas agropecuarios, indígenas, de derechos humanos y desarrollo sostenible. jdanell@hotmail.com

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