Granos y Oleaginosas

Producen más maíz en Guerrero sin elevar costos de producción

Con un programa de asesoría y capacitación técnica, que no implican ningún gasto económico adicional para los productores de maíz del estado de Guerrero se han logrado incrementar los rendimientos en un promedio de 1.5 toneladas por hectárea.

La entidad siembra 480 mil hectáreas de maíz, con un rendimiento promedio por hectárea de 2.6 toneladas, lo que da una producción de un millón 250 mil toneladas.

Los investigadores de la Universidad Autónoma Chapingo, Manrubio Muñoz, Jorge Rangel, Horacio Santoyo y Enrique Genaro, realizaron un estudio basado en experiencias aplicadas en el campo guerrerense desde 2007, donde se concluye que si este programa de asesoría y capacitación, al que se le destinan sólo 21 millones de pesos, se aplicará con los 200 campesinos del estado, se podrían producir alrededor de 768 mil toneladas anuales del grano, que representan 60 por ciento más que la producción actual guerrerense.

Destacan la importancia de la innovación tecnológica y el desarrollo de capacidades de los productores, “la experiencia de Guerrero demuestra que un programa de subsidio a los insumos –fertilizantes químicos, semillas, energéticos– sin un adecuado soporte tecnológico, no tiene tanta trascendencia, al funcionar más como un esquema de trasferencia de recursos que como mecanismo de fomento a la productividad y competitividad”

El doctor Manrrubio Muñoz Rodríguez, uno de los responsables y promotores del programa para incrementar los rendimientos del cultivo de maíz en el estado de Guerrero, explica que para que un proyecto de esta naturaleza se consolide y genere resultados positivos requiere del compromiso y coordinación de muchas personas, de los tres órdenes de gobierno, así como de la sociedad civil.

El experto quien ha logrado llevar de la teoría a la práctica sus conocimientos, agrega que se tiene que llevar a cabo un viraje en las políticas públicas, ya que los gobiernos neoliberales han apostado a la importación de alimentos, por considerar que era más barato traerlos de otros países, que producirlos en México. Sin embargo, con la crisis económica que sacudió al mundo en 2008, el costo de los alimentos se ha incrementado paulatinamente hasta alcanzar en este 2011 su punto más alto de la historia, de acuerdo con datos de la FAO.

Por ello, se debe reducir la dependencia alimentaria e incrementar la productividad de todos los productos agropecuarios. Asimismo, esta producción alimentaria debe ser a precios competitivos, comenta Manrrubio.

Plataformas de innovación

El programa de incremento de rendimientos de maíz, del que participan la Uach, la Sagarpa y la Secretaría de Desarrollo Rural del estado de Guerrero, consiste en la conformación de Plataformas de Innovación, que son un conjunto de parcelas de los mismos agricultores donde se ponen a prueba distintas tecnologías generadas en institutos y universidades con la finalidad de mejorar la productividad y hacer más competitivo al sector.

En dichas parcelas se llevan a cabo eventos de demostración y capacitación que imparten especialistas, investigadores y científicos a los productores de la región. Estas parcelas demostrativas se ubican a lo largo de todo el estado de Guerrero y en conjunto suman 332 parcelas.

Los agricultores que ofrecen estas áreas productivas destinan media hectárea para incorporar las 11 tecnologías “de alto impacto productivo” y otra media hectárea para producir su maíz de forma tradicional, como siempre lo hacen. De está forma pueden identificar cuales son los beneficios tangibles de la implementación de las tecnologías.

Las innovaciones para la producción de maíz son la utilización de biofertilizantes, que a diferencia de los fertilizantes tradicionales, fabricados, en su mayoría, con base en el petróleo, son mucho más baratos y de elaboración artesanal. Estos productos tienen presencia de microorganismos vivos que no causan ningún daño al hombre, cultivos, plantas y animales. De igual forma, ayudan a la nutrición eficiente de las plantas y son complemento ideal para los fertilizantes químicos.

Los técnicos y asesores del programa también enseñan a los campesinos a elaborar abonos orgánicos para nutrir la tierra de los cultivos. Con la elaboración de los abonos se obtienen algunas sustancias llamadas lixiviados, que también sirven como fertilizante foliar.

Otra de las aplicaciones tecnológicas, explica Manrrubio Rodríguez, es el uso de bioinsecticidas que los agricultores pueden hacer. Estos se obtienen con la mezcla de algunas plantas y hojas que repelen a las plagas de los cultivos.

La mejora de semillas criollas es una de las innovaciones más recientes que se integraron al proyecto y de la cual esperan obtener mejores resultados.

Pero uno de los impedimentos para el desarrollo del programa es la desconfianza de los productores, pues quieren estar completamente convencidos de los beneficios de integrar estas tecnologías agrícolas en sus cultivos. Los investigadores lo tienen perfectamente previsto y por eso el programa funciona en un esquema que responde a la visión de los campesinos.

Se trabaja con las parcelas demostrativas o plataformas de innovación y con tres olas de impacto.

En la primera ola, participan ocho mil 200 agricultores que reciben capacitación directa y acuden a las demostraciones y eventos promovidos por el programa, que lleva ya cuatro años en operación, un logro que no cualquier iniciativa de esta índole alcanza, refiere Jorge Camacho, delegado regional de la Sagarpa en el estado de Guerrero.

La segunda ola la integran 21 mil productores que a diferencia de los de la primera ola no reciben capacitación directa, pero que sí acuden a las plataformas de innovación y a los eventos de capacitación. Mientras que la tercera ola comprende a todos los agricultores que por efecto de contagio y de comunicación de productor a productor conocen las innovaciones que se promueven.

En el informe que se presentó sobre los resultados del programa evidencian que cuando se incorporan a partir de tres tecnologías la productividad se incrementa considerablemente y esto representa una oportunidad de crecimiento y bienestar para las familias rurales de la entidad.

El doctor Manrrubio comenta que este programa, que opera con 21 millones de pesos, muy pocos recursos en comparación con otros programas de fomento al maíz, como el subsidio al fertilizante y biofertilizante que asciende a 615 millones de pesos, se puede replicar en todas las regiones productoras de maíz.

Una preocupación de los investigadores es que con el cambio de gobierno en Guerrero, “la lógica del borrón y cuenta nueva que suele acompañar a los cambios de administración, puede acabar con toda una estrategia que ha demostrado  capacidad de cambio e innovación”.

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