Casos de éxito

Cuchillos del desierto

En Las Ánimas, Baja California Sur, región árida donde la tierra no es propicia para la agricultura ni la ganadería, los pobladores han desarrollado una actividad que no depende de los recursos naturales.

La forjadura de dagas y cuchillos brinda a esta comunidad, la posibilidad de emplearse en un oficio amigable con el medio ambiente. En la Sierra La Giganta existen 20 herreros artesanales. Los cuchillos y otras artesanías se comercializan en mercados de las comunidades cercanas y en La Paz, donde según las características de la pieza los precios oscilan entre 5 y 100 dólares.

A partir de metales reciclados nacen los cuchillos del desierto, que se han convertido en un emblema de Baja California Sur por su belleza y por ser el sustento económico para las familias de una región árida.

Adán Higuera Higuera aprendió la técnica de forjado de metales de su abuelo y su padre. Tiene 45 años y sabe transformar las suspensiones de automóviles viejos, que son forjadas al rojo vivo, en filosos cuchillos.

Forja de tres a cuatro cuchillos al día en su taller, algunas veces las piezas con acabados más finos pueden demandar una jornada completa de trabajo.

La técnica de los herreros de Las Ánimas consiste en aplicar calor al metal con carbón y dar forma con estratégicos golpes de yunque. Al final elaboran un diseño de caracoles, sello característico de este producto artesanal.

“Para poder trabajar el acero tiene que estar al rojo vivo porque así en frío no se puede, tampoco lo puedes dejar pasar de ahí porque se te quema. Hay que formarlo a puro martillazo”, explicó Adán.

La producción de los cuchillos lleva dos generaciones, en Las Ánimas las familias no explotan los recursos naturales.

En 2012, diversas dependencias estatales y federales, apoyaron la creación de un Ordenamiento Territorial Comunitario (OTC) en Las Ánimas, una herramienta para detonar o desarrollar proyectos en la comunidad.

A fin de asegurar el buen estado de sus recursos naturales, mediante este ordenamiento se establecieron las actividades que se podían hacer en la zona: herrería artesanal, talabartería y producción de textiles, dulces y quesos.

Con el apoyo de la Comisión Nacional Forestal se erradicó una planta epifita en 41 hectáreas en la región de Las Ánimas, que incluye los palmares de La Soledad, Las Ánimas, Primer y Segundo Bosque, Ángel de la Guarda y La Purificación.

También se instalaron estufas ahorradoras de leña para 250 beneficiarios y se estableció un vivero comunitario, que actualmente produce 10 mil plantas de palo blanco, que es utilizado con doble fin: la reforestación y el aprovechamiento de su corteza para el curtido de pieles.

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