Con espirulina buscan combatir la desnutrición
Investigadores de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) trabajan en comunidades con alto grado de marginación donde la desnutrición es un problema grave, por ello, estudian la posibilidad de incluir la espirulina en su cuadro alimentario.
La espirulina es una alga, fuente de proteínas, vitaminas y minerales.
La doctora Mónica Cristina Rodríguez Palacio del Departamento de Hidrobiología en la Unidad Iztapalapa explicó, que el objetivo principal es establecer cultivos y convertirlos en una alternativa de proteína a estas localidades donde el alimento principal son tortillas y frijoles.
“Deseamos establecer estos cultivos, enseñar la importancia de la espirulina y cómo beneficiaría incorporarla a su dieta y que las comunidades aprendan a cultivarla y a consumirla pensando en una mejora nutricional, además que en un futuro pueda verse también como una fuente de ingreso para formar cooperativas o equipos que puedan comercializarla”.
Esta labor se ha venido realizando durante varios años, primero con un convenio con la Universidad Iberoamericana (UIA) de Puebla a través del Proyecto Cultivos de Algas, Usos Potenciales y del Proyecto de Extensión Comunitaria (PEC), en el que también intervienen profesores de la División de Ciencias Sociales y Humanidades de la Casa abierta al tiempo.
En la planta de cultivo de algas de la UIA se decidió –como no es posible contar con una infraestructura tan grande en las comunidades– cultivarla en el exterior para evaluar su resistencia a los cambios ambientales para llevarla a las comunidades, citó la también miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).
Después de algunos estudios de calidad para ver si esa alga realmente tiene los valores que marcan las normas oficiales en cuanto a proteína y fibra, entre otros, “se procedió al secado para comprobar también que no había crecimiento de bacterias u otros organismos contaminantes que generaran problemas por posibles metales pesados”.
Rodríguez Palacios precisó que una vez listo el trabajo con la espirulina se vincularon al Proyecto de Extensión Comunitaria, mediante el cual existía el contacto previo con las poblaciones con necesidades específicas.
“Se pretende que la UAM y nosotros como investigadores tengamos que realizar labor de difusión, vinculación con la sociedad para transferir esta tecnología que se está desarrollando y no sólo quedarnos con la información dentro del aula o el laboratorio, sino transmitirla para que tenga un impacto”.
De esta manera se llevan a cabo convenios de colaboración, juntas, reuniones y asambleas en la colectividad para conocer qué es lo que la gente necesita y con base en sus requerimientos hacer una propuesta como la espirulina.
También en la Sierra de Puebla a través de la fundación La esperanza del mañana, “llega mucha gente de localidades cercanas de municipios de Tecolutla, Zochiapa, para tomar cursos de capacitación, además de que se colocó el primer módulo de cultivo de espirulina para comenzar su instalación en otros puntos”.
La profesora, quien se ocupa de la transferencia de biotecnología a lugares marginales del país, destacó el apoyo de la Rectoría General de la UAM para continuar con la indagación.
Aunque ahora la mayoría de la gente lo quiere para consumo familiar, la especialista confió que en un futuro cercano, cuando empiecen a notar las mejoras en la salud, comiencen a ver la oportunidad económica de producirla.
“Lo que queremos es un desarrollo integral que ayude no sólo en el ámbito nutricional, sino también económico y si bien el acceso a las comunidades ha sido difícil, esperamos que la labor se extienda al cien por ciento de la población que la necesita”, finalizó la especialista.