Ciencia y Tecnología

Insectos comestibles, sobreexplotados

Si bien en México el consumo de chapulines, escamoles o gusanos de maguey es popular, su producción a escala industrial enfrenta obstáculos como la entomofobia (aversión a los insectos) y la falta de regulaciones claras para su explotación, afirmó la maestra en Ciencias en Recursos Naturales y Desarrollo Rural por el Colegio de la Frontera Sur, Kalina Miranda Perkins.

Durante el Seminario de Etnobiología: Patrimonio Biocultural y Diálogo de Saberes, organizado por el Centro Peninsular en Humanidades y en Ciencias Sociales, de la UNAM, detalló que lo anterior ha ocasionado que en nuestro país existan pocas empresas dedicadas a su generación.

En la actividad académica, organizada por el décimo aniversario del Seminario, la también coordinadora en la División General de Materiales Educativos de la Secretaría de Educación Pública, dijo: se calcula que actualmente 2 mil millones de personas en el mundo los comen; sin embargo, las compañías productoras son aproximadamente 200, la mayoría dedicadas a la fabricación de alimento de otras especies animales.

En su charla “Los insectos en el sistema alimentario cultural” la bióloga por la Universidad Autónoma de Querétaro expuso que en nuestro país carecemos de regulación clara para su extracción, a nivel federal y local, pese a su alto valor económico; además de que su explotación afecta la biodiversidad al disminuir sus poblaciones y las de sus hospederos.

Su manejo tradicional se ha ido perdiendo debido a los campesinos que lo hacen de manera furtiva. El gusano rojo, el escamol, el gusano blanco y otros, que tienen alta demanda y sus precios llegan a alcanzar los 2 mil pesos por kilogramo, sufren sobreexplotación; los nidos son saqueados y no se les dan las condiciones adecuadas para que sigan produciendo, precisó.

La experta agregó que en Europa, Asia del Sur, América del Norte y España se encuentran las principales productoras, primordialmente de moscas soldado y otros insectos utilizados para la alimentación animal o larvas de gusano de la harina; mientras que Tailandia es el líder en grillos.

Así como hay granjas de pollos o bovinos, en México identificamos tres que crían tenebrios, chapulines, gusanos de maguey, además de gusano rey, puntualizó la investigadora.

“Novel Foods”

Miranda Perkins recordó que la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura y varios grupos de investigadores han evaluado su potencial como alimento, por lo que recomendaron su uso y protección a gran escala por su alto valor nutritivo (proteínas, minerales, aminoácidos, grasas, lípidos que difícilmente se encuentran en otros alimentos y vitaminas).

Esto ocasionó que en algunos países europeos se regulara la producción de comestibles basados en insectos a partir de 2018, llamándolos “Novel Foods”. Se espera que este mercado mundial aumente a una tasa anual de 24.4 por ciento de 2019 a 2030, año en el cual se esperan ganancias por 7 mil 960 millones de dólares.

Refirió que, industrialmente, son utilizados para la obtención de harinas para la industria alimentaria (humana o animal); congelados para la gastronomía; como alimento vivo para mascotas, zoológicos y laboratorios; y secos para abastecer directamente a plantas de producción animal (piscicultura, agricultura, avicultura o porcicultura).

Para la cultura tradicional mexicana, rememoró, en los pueblos originarios su ingesta es más común: 31 por ciento son coleópteros (escarabajos en estado larvario); seguidos de los lepidópteros, 18 por ciento (larvas de mariposas y palomillas); himenópteros, 14 por ciento (hormigas, avispas); y ortópteros, 13 por ciento (grillos, chapulines y langostas).

La mayor diversidad se encuentra en américa central y del sur; y de las más de dos mil especies en el mundo más de 500 existen en México, precisó la miembro fundador de la Academia Mexicana de Entomología Aplicada.

Destacó que 98 por ciento de las polinizadoras son insectos: de ellas, las abejas realizan este proceso en 15 por ciento de las especies cultivadas; desempeñan un papel vital en la biodegradación de residuos; además de ser empleadas en la obtención de fibras, pigmentos y medicinas, entre otras cosas.

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