Invernaderos y Riego

Crecimiento espectacular de la producción agrícola en invernadero

Hay buenas razones para que los agricultores piensen en invertir en la construcción de un invernadero, ya que estas estructuras permiten controlar variables como temperatura, humedad y cantidad de agua que requieren los cultivos. Con un manejo adecuado de esta tecnología es posible aumentar hasta en 10 veces la producción en relación con campo abierto. Esto puede traducirse en un mejor ingreso para el agricultor, siempre y cuando tenga asegurado un comprador.
De ahí el espectacular crecimiento que está teniendo la producción agrícola en invernadero en diversos países del mundo, donde España e Israel están a la vanguardia en tecnología.

 

En el caso de México el interés por los invernaderos está en aumento y ahora no sólo los productores del norte del país o la zona florícola del Estado de México producen bajo este sistema, sino que se han incorporado agricultores en Puebla, Morelos, Querétaro o del sureste mexicano.

El interés es tal que México pasará de las cuatro mil hectáreas de invernaderos que se calcula en la actualidad a una superficie de 6,500 has para el año 2010. Y es que el ritmo de crecimiento que se prevé para los próximos años es de 20 a 25 por ciento por año, expone Niv Dardik, responsable de Netafim América Central, empresa que desarrolla tecnología agrícola avanzada. El especialista destaca que de seguir esa tendencia, incluso, podría superarse esa cifra.

La principal ventaja de los invernaderos es el incremento de la producción hasta en 10 veces más respecto a campo abierto. Además se puede producir en cualquier época del año y permiten controlar factores ambientales como temperatura, humedad relativa, luminosidad y proteger a los cultivos de la lluvia, afirma Aurelio Bastida Tapia, investigador de la Universidad Autónoma Chapingo (UACh).

Durante los próximos años se espera que México sea una de las regiones donde más se desarrollen cultivos en invernadero, debido a varios factores: Estados Unidos demanda más hortalizas frescas; el TLCAN facilita el movimiento de hortalizas hacia esa nación, y las diversas condiciones ambientales en territorio mexicano permiten producir a bajo costo, destaca Armando Ramírez Arias, profesor investigador de la UACh.

En el ámbito interno —agrega—, en la medida en que la población tenga mayor poder adquisitivo el mercado de las hortalizas frescas crecerá, ya que es parte de la cultura alimenticia del mexicano, sobre todo el consumo de jitomate.

Ramírez Arias destaca que además de hortalizas frescas hay un potencial enorme en flores de corte, porque hay fuerte demanda en Estados Unidos y México participa con muy alto porcentaje en el abasto. En la actualidad, países europeos, de Suramérica y Centroamérica abastecen ese mercado.

En México se producen flores de corte bajo invernadero y existe mucho potencial. Hay proyecciones de que la superficie de invernaderos se incremente considerablemente, incluso con la participación de inversionistas europeos establecidos en México en asociación con empresas mexicanas. De hecho, éstos están empezando a invertir en flores como rosa y gerbera, en el estado de Querétaro.

Sin lugar a dudas, el rey de la producción bajo invernaderos es el tomate, que representa 75 por ciento del total, seguido de pepino y chile bell pepper, berenjena, melón y lechuga.

Nivel tecnológico

En México, el interés en los proyectos de invernaderos comenzó alrededor de los años noventa y de ahí a la fecha se da un crecimiento muy claro, afirma Niv Dardik, quien asegura que en la actualidad el nivel tecnológico promedio estimado en nuestro país es de 40 por ciento, si se considera un paquete tecnológico completo con fertiirrigación, recirculación de agua, ventilación automática, calefacción, pantallas térmicas para ahorro de energía, sensores, control, automatización, sustratos y cultivo en hidroponía.

Armando Ramírez asevera que las empresas interesadas en invertir en México cuentan con sistemas tecnológicos avanzados. En Sonora hay una empresa que tiene el mismo desarrollo que Holanda. En el centro del país como Guanajuato, Jalisco y Querétaro el nivel tecnológico es equiparable al de España e Italia.

Respecto a los materiales con que se construyen los invernaderos en territorio mexicano Niv señala que 50 por ciento son invernaderos de polietileno, 45 por ciento de malla sombra y 3 por ciento vidrio.

Los invernaderos se engloban en el concepto de ambiente protegido, donde la idea fundamental es “controlar todos los factores que tienen que ver con nuestra producción, clima, irrigación, fertilización. Queremos proporcionar a la planta una atmósfera óptima para su desarrollo y proteger a nuestro cultivo de los elementos físicos dañinos, nieve, granizo, lluvias o enfermedades”, apunta Niv.

El especialista destaca que el resultado de usar esta tecnología será una mejor calidad de cultivo, mayor cantidad de producción y al final un incremento de utilidades para los agricultores.

Los especialistas señalan que en México se requiere desarrollar un modelo apropiado para cada una de las condiciones y esto debe ser en función al cultivo, nivel tecnológico y clima donde se tenga el invernadero.

“Depende de las condiciones climáticas, si es un sistema sencillo de mallas antiinsectos o sistemas más tecnificados de invernadero con polietileno o con control de clima, sistemas de calefacción, refrigeración o ventilación forzada”, afirma Niv.

En el Valle de San Quintín, Baja California hay 400 hectáreas de mallas antiinsectos, porque como no llueve no podemos utilizar plástico; en Torreón, Coahuila, hay 20 has con cultivo en hidroponía, con fibra de coco como medio para producción y equipo de calefacción para aire caliente.

Al respecto Bastida Tapia explica que en climas áridos se requieren estructuras para manejar variaciones ambientales bastante fuertes, que sean altas, que permitan buena ventilación, pero sobre todo con paredes dobles de plástico o policarbonato porque los cambios de temperatura son mayores y ahí se va a requerir manejar el efecto sombrero porque hay una alta radiación, además de incrementar la humedad relativa mediante aspersores.

En el trópico seco deben manejarse estructuras muy altas y que las ventanas en las paredes laterales sean de unos tres metros de alto (que sumadas a la altura total sean seis o siete metros), además de humidificar.

En el trópico húmedo es más difícil controlar las variables, porque ahí la humedad relativa es muy alta y la temperatura es altísima. La estructura del invernadero tendría que ser poco ancha, no más de tres naves (unos 20 a 25 metros de ancho, de largo y unos 100 a 150 metros de largo). Las ventilas cenitales deben ser muy altas y hay que ponerlas en serie, no en batería, con un pasillo en medio con unos 10 metros de ancho para que por ahí circule el aire. La ventilación es fundamental para renovar el aire que nos va a bajar la temperatura, pero también para aportar el dióxido de carbono que requieren las plantas.

Sin embargo, todas las ventajas del invernadero pueden cancelarse si se hace un mal manejo del invernadero. “Si desarrollamos apropiadamente estas tecnologías podemos tener ese beneficio de hasta 10 veces el rendimiento de campo abierto; si no se desarrolla el invernadero se convierte en una trampa, porque no tiene ventilación y la temperatura sube mucho”, anota Aurelio Bastida.

Para el investigador de la UACh, habría que desarrollar dos tipos de invernadero para cada región del país: el de tecnología básica o intermedia y el de alta tecnología.

Niv destaca que su compañía busca adaptar la tecnología avanzada a las condiciones de cultivo exclusiva de cada región pero, acota, nadie conoce mejor el clima del lugar que el agricultor de cada zona, por lo que esa información es muy importante.

Destaca que un invernadero puede alcanzar una producción de hasta 660 toneladas por ha, pero hay una curva de aprendizaje, hay limitantes de tecnología, todas esas cuestiones hay que tomarlas en cuenta. El primer año va a ser de batalla, pero la empresa acompaña al productor, lo trata de capacitar, de lo contrario no se tendrán los resultados esperados. “No sirve para nada un invernadero bien equipado si alguien no sabe cómo operarlo”. De ahí que su compañía apoye a los productores con análisis económico y de precios, así como financiamiento.

Niv subraya que cuando hablamos de proyecto de invernaderos debemos tomar en cuenta varios factores, como la inversión inicial, producción, mercado, hacia donde queremos vender nuestro producto, tratados comerciales, capital de trabajo, hacer un estudio de factibilidad, controlar bien la calidad del producto, hoy en día es un factor importante en los mercados, así como temas de inocuidad.

“Tenemos que pasar de una agricultura de granja a una industrial de alta tecnología. Muchos empresarios del ramo de construcción o textil están muy interesados en el ramo de invernaderos, ya que es una combinación de agronomía y de la industria. Es una agricultura industrial de alta tecnología.”.

Hay muchos ejemplos exitosos y otros de fracasos. Eso depende mucho de una estrategia comercial o de ventas de una empresa. Porque un agricultor puede producir bien, pero si no tiene mercado para qué le sirve. La idea es hacer negocio y trabajar de forma transparente, destaca.

Asesores en la construcción de invernaderos en estados como Morelos señalan que con el crecimiento de invernaderos también se está dando una saturación de mercado, lo que impacta a la baja los precios. De ahí la importancia de estudiar bien el mercado al que se quiere vender.

Los efectos del invernadero

Aurelio Bastida detalla que la producción bajo este sistema tiene los siguientes efectos principales:

Efecto invernadero. Consiste en que la energía luminosa que entra al invernadero se transforma en calor, el cual puede controlarse a través de ventilas y así mantener cierta estabilidad; entre más grande sea la estructura más estable será la temperatura.

Efecto paraguas. Se denomina así porque la cubierta de plástico permite controlar el efecto de la lluvia sobre los cultivos.

Efecto sombrilla. Permite controlar en función de cubiertas, mallas o pantallas, la cantidad de luz que requerimos para el cultivo.

Efecto rompevientos. La cubierta hace posible controlar el viento, aunque se elimina el efecto positivo de la polinización.

Efecto oasis. Éste se da en climas áridos, calurosos, en el trópico seco, ya que dentro del invernadero las plantas transpiran y autorregulan el ambiente, por lo que el interior es más fresco que el exterior.

“Si logramos manejar estos efectos combinados apropiadamente hacemos el efecto abrigo para proteger las plantas. Esto lo tenemos que potenciar al diseñar el invernadero en cada uno de los climas”, recalca Aurelio Bastida.

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