México debe aprobar régimen sobre maíz
Así lo aseguraron directivos de Monsanto, la productora de semillas transgénicas más grande del mundo, que participaron este jueves en los trabajos de BioMonterrey 2008, la conferencia de biotecnología que culmina hoy en las instalaciones del Centro Internacional de Negocios de Monterrey.
Robert T. Fraley, director tecnológico de Monsanto, aseguró que en cuanto el marco regulatorio sea aprobado, la empresa buscará aumentar su presencia en el país, y ello redundará en ganancias para todos: para Monsanto, para los agricultores mexicanos y también para el gobierno federal.
Fraley consideró irónico que por falta de un marco legal los agricultores mexicanos estén condenados a no usar la biotecnología en su favor. El agricultor no puede usar semilla modificada para producir más maíz, y como el rendimiento en México es del orden de 2.8 toneladas por hectárea, no alcanza con el maíz producido aquí. Entonces hay que importarlo. Pero casi 60 por ciento del maíz que importa México ¡se produce con semilla modificada!
El 4 de mayo de 2005, México publicó la Ley de Bioseguridad de los Organismos Genéticamente Modificados, y el 19 de marzo de 2008 se publicó su Reglamento. Este último ordena que, antes de 60 días después de su entrada en vigor, el gobierno federal debía “emitir las disposiciones jurídicas relativas a la bioseguridad que conformen el régimen de protección especial” para el maíz. Pero a la fecha esto no ha ocurrido.
Fraley aseguró que Monsanto ve en México todas las condiciones propicias para una industria biotecnológica sólida. “El ingrediente que falta en este momento para reunir todo es tener una regulación basada en la ciencia que permita a esta nueva tecnología ser probada, desarrollada y comercializada como ocurre en Estados Unidos, Brasil, Argentina, China y la India”, dijo el directivo.
En cuanto la regulación para el maíz se libere, los investigadores nacionales y extranjeros podrán probar en el campo lo que desarrollen en su laboratorio; las compañías –Monsanto entre ellas– podrán desarrollar productos con miras a su explotación comercial.
Jesús Eduardo Pérez Pico, director de Desarrollo de Tecnologías y Asuntos Regulatorios para Latinoamérica Norte, dijo que México ya se perdió el primer tren del desarrollo de transgénicos, y que no debe perder una segunda oportunidad. De hecho, dijo, Monsanto quiere proponer al país semillas de última generación, de modo que en cuanto lo permitan las leyes, los agricultores mexicanos podrán usar de inmediato variedades más capaces que las sembradas en 1996, cuando empezó la revolución agrobiotecnológica.
Fraley apuntó que las primeras generaciones de semillas modificadas ofrecían beneficios a partir del conocimiento de un puñado de genes. “Ahora estamos viendo el descubrimiento de cientos y miles de nuevos genes”.
Por ello, a fines de este año los agricultores de Estados Unidos dispondrán de un maíz resistente a tres tipos de plagas en raíz, tallo y hojas. Y en 2012 se venderá también en el vecino país semilla de maíz resistente a condiciones de sequía, para soportar el estrés hídrico.
“Esto es posible porque ahí lo hemos estado probando desde hace varios años”, dijo Fraley. “Pero en México no hemos podido siquiera probarlo. La falta de un proceso regulatorio basado en ciencia está demorando el acceso a esta nueva tecnología por muchos años”.
Aclaró que no se está pidiendo liberar maíz modificado sin hacer pruebas. “Lo que científicos y compañías están demandando es que se ponga el proceso para poder realizar pruebas y para así obtener los datos que evidencien las mejoras en rendimientos y la seguridad, para así poder tomar luego una decisión comercial”.
Una razón más por la que México debe apresurar su decisión, dijo el director tecnológico de Monsanto, es de índole estratégica.
“Estamos viendo que en las economías crecientes de China y la India, la gente consume más verduras y más carne”, dijo. Esto significará fuertes importaciones. Por ende, para países como México, deficitarios en su producción, será forzoso pensar en su seguridad alimentaria y energética de un modo más estratégico que antes.
Insistió: Monsanto quiere trabajar más en México, pero en ausencia de una regulación clara no puede hacerlo. “No podemos justificar la instalación de un centro de investigación y desarrollo en México: si ni siquiera podemos poner a prueba nuestros productos, no es posible”, asentó.
Fraley quisiera poner en México un gran centro de prueba de semillas, para aprovechar la variedad de ambientes del país, “pero como México no tiene el sistema regulatorio instalado, tenemos que ir a Chile o a Argentina. Yo preferiría trabajar con México, pero no lo puedo hacer”, insistió.
¿Dónde está atorado el régimen especial para el maíz? El asunto está del todo en manos del Poder Ejecutivo, en concreto la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales y la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación.
Datos duros
Los mexicanos consumimos tortillas, tamales, atole y demás derivados del maíz a razón de más de 30 millones de toneladas por año. Pero en 2007 producimos sólo 22.7 millones de toneladas.
El rendimiento promedio del agricultor mexicano del maíz es de 2.8 toneladas por hectárea. Los países que usan semilla modificada producen hasta 8.2 toneladas por hectárea.
¿Daño ambiental? Los datos de PG Economics dicen que en los primeros diez años de cultivo de soya, canola y algodón transgénicos se redujo en siete por ciento el uso de pesticidas.
Fuente: Milenio