Una sola tecnología no soluciona producción alimentaria de México
Añadió que se necesitan diversas formas de producción agrícola para cada una de las regiones de México, las cuales se comportan y funcionan de manera distinta.
En el marco del foro de consulta sobre ingeniería genética de organismos genéticamente modificados realizado en la Cámara de Diputados, Sarukhán recordó que en el pasado un grupo de expertos llegó a la conclusión de que se necesitaba regular los organismos genéticamente modificados hasta que el país tuviese políticas adecuadas y medios para poder implementarlas, lo cual “ha ocurrido a medias”.
Consideró que un problema central es que la gente de las comunidades y, en su mayoría, la población mexicana desconoce el significado, a favor o en contra, de la aplicación de los transgénicos como tecnología para la agricultura.
Ante expertos que argumentaron desde el ámbito científico los beneficios de utilizar los transgénicos, Sarukhán reflexionó: no se puede comprender la agrobiodiversidad sin entender que la agricultura es un proceso social, cultural y económico; por lo tanto hay aspectos científicos que no se pueden deslindar de ese contexto social
Destacó que sólo las empresas se han ocupado de invertir y generar conocimiento para el desarrollo del mejoramiento de las semillas. En todo el mundo la inversión en la agricultura ha disminuido, lo que ha provocado que todo el conocimiento se haya privatizado, ya que son las compañías privadas quienes tienen el recurso para vender la información a los gobiernos y a otras empresas.
En los últimos 35 años se ha olvidado, no sólo en México sino en el mundo, la importancia de invertir en investigaciones agrícolas. Ante ello, otorgar recursos y capacidad a las instituciones de investigación para que realicen los trabajos puede beneficiar a los agricultores mexicanos, afirmó Sarukhán.
Planteó que la importancia del maíz para uso transgénico estriba en que tiene un fundamento económico como base sustancial de alimento y por su capacidad de producir biomasa, entre otras aplicaciones; por ello en Estados Unidos el maíz se ha utilizado para una serie de aplicaciones en cuestiones de ingeniería genética.
La aplicación de los OGM debe estar diseñada con un fuerte propósito de beneficio social y de protección ecológica. Tener más valor nutrimental para incrementar la producción de maíz, si es el caso.
José Sarukhán hizo énfasis en que el factor que ha generado la variabilidad de razas es la enorme diversidad cultural y étnica, ello ha provocado que alrededor de 50 tipos de maíz sean producto de integración y diversidad de los pueblos.
Por ello, los campesinos deben recibir un apoyo para mantener de manera organizada las razas nativas de sus cultivos para beneficio de su comunidad y del uso que representa.
Los incentivos que son generados para la agricultura deben de ser vigilados, ya que son beneficios económicos que sólo generan más degradación ecológica de los ecosistemas, anotó.
Es necesario –agregó– generar políticas de bioseguridad en el que se regule las aplicaciones tecnológicas que deben hacerse “con cuidado, conocimiento y responsabilidad”.
Expuso que se requieren sistemas adecuados de monitoreo, porque tenemos una falla: casi no se monitorea nada de nuestros recursos.
El reto en el caso del maíz es preguntarse ¿si México considera que esas 50 variedades nativas de maíz son un patrimonio valioso para México y para el mundo o no? Si la respuesta es no, entonces hay una ruta para seguir produciendo modificaciones; si la respuesta es sí, se debe mantener los procesos productivos naturales.