Biotecnologia

¡Plantas que resucitan!

Gabriel Iturriaga de la Fuente, investigador de la Universidad Autónoma de Morelos y su equipo, se encargaron de estudiar más de 100  “plantas de resurrección” y hallaron que éstas son capaces de sobrevivir totalmente deshidratadas por largos períodos de tiempo.

La explicación de los científicos es que las plantas de resurrección pueden sobrevivir sin agua durante años debido a que el agua es sustituida por la trehalosa –azúcar producida por algunas plantas– en las estructuras celulares y en las proteínas de la planta. Así, dichas estructuras se contraen y las funciones metabólicas de la planta se conservan hasta que son alimentadas con el vital líquido y, entonces: “¡resucitan!”.

Iturriaga de la Fuente afirmó que en México las mayores pérdidas en la agricultura no son ocasionadas por el estrés biótico, como el ataque de plagas y patógenos, sino  por la sequía, la salinidad y el cambio de clima, estrés abiótico.

Indicó que en la actualidad está trabajando con expertos de España, Argentina, Chapingo y Brasil en las modificaciones de los genes para hacer resistente al maíz y al frijol.

Detalló que los ensayos en la búsqueda de plantas resistentes a sequía, se basaron en observar acumulación de un tipo de azúcar que se llama trehalosa en las levaduras, el uso de bacterias como biofertilizantes y el aprovechamiento del zinc, cuyo mineral que está presente en la mayoría de las bacterias.

Con estas aplicaciones, en los ensayos se logró 80 por ciento de índice de sobrevivencia. El objetivo de esta bacteria es soportar altas condiciones de salinidad y tolerancia a altas temperaturas en el ambiente. Luego de tres semanas, las plantas inoculadas son capaces de mantenerse estables sin agua.

Además se obtuvo un rendimiento superior al convencional hasta de 57 por ciento con el uso de biofertilizantes, modificados con un gen no recombinante.  Iturriaga de la Fuente puntualizó que las bacterias se pueden liberar al campo sin riesgo de contaminación de genes.

Fijadores de nitrógeno

Gabriel Iturriaga explicó que las leguminosas forman bacterias o nódulos en la raíz, esta interacción es benéfica para las plantas porque les permite fijar el nitrógeno. Este tipo de microorganismos ya se están comercializando como inoculantes, es decir, como biofertilizantes que le dan beneficios adicionales al cultivo.

El investigador y su grupo de trabajo encontraron que en el caso de la planta del frijol que se le administró la bacteria (rhizombium) y la trehalosa, durante tres semanas los niveles de agua fueron menores al 10  por ciento y sobrevivió.

Derivado de la investigación descubrió que si en al cultivo del maíz se aplica 40 por ciento de biofertilizante, que aporta nutrientes a la planta y hormonas, mejora tanto su crecimiento como el rendimiento del cultivo.

En la soya que se siembra, por ejemplo, en Brasil se usa este tipo de biofertilizantes.

La perspectiva de los expertos es que el maíz, en algunos años, será resistente a la sequía si se aplican biofertilizantes elaborados con bacterias.

Una gran ventaja es que los biofertilizantes representan una alternativa barata para un país como México, ya que  los agricultores, en general,  tienen bajos recursos. La comparación estriba en que si para 100 hectáreas de maíz se requieren 38 kilogramos de biofertilizantes, en una misma superficie se necesita hasta 100 toneladas de amoniaco para fertilizar la tierra.

La investigación de los científicos es una aportación que puede ayudar a resolver los escenarios futuros provocados por el cambio climático, ante la escasez de agua en algunas zonas. El reto es traspolar los resultados obtenidos a pruebas de campos más amplias. 

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