Posible aprovechar especies ornamentales con mejoramiento genético
Esto implica una mayor disponibilidad de formas, tamaño, colores, con aroma, resistencia a plagas, ecotolerancia al transporte y a la refrigeración y a condiciones extremas de iluminación, afirma el fitomejorador José M. Mejía, investigador de la Universidad Autónoma Chapingo (Uach).
A partir del mejoramiento genético –destaca– se pueden producir variedades mejoradas, novedosas con características diferentes que brindan al productor mayores ventajas y al consumidor mayores posibilidades de demandar otras variedades.
Como responsable del proyecto de Mejoramiento genético de ornamentales de la Uach, explica que en horticultura ornamental hay diversas variedades, algunas muy viejas que para el mercado internacional no representa mayor relevancia, porque no las requiere o le generan poca ganancia; sin embargo, con la producción de variedades mejoradas se puede cambiar esa situación, planteó el experto.
Ofertar un producto variado, novedoso y que los consumidores lo adquieran con mayor facilidad, es el planteamiento que hace el investigador.
Detalló que se puede producir una variedad en un lote experimental de 100 metros cuadrados, ya sea en un invernadero o en una cubierta plástica. Pero, aclara, el proceso de mejoramiento genético implica varias etapas.
La primera, es contar con los recursos fitogenéticos; la segunda es realizar la colecta, su conservación y la caracterización y posteriormente la reproducción en serie para que se logre una variedad.
Con la hibridación y la selección natural se ha aumentado el rendimiento de la producción de ciertas especies. La Uach, la Universidad del Estado de México, la Autónoma de Puebla, y el Instituto de Investigaciones Nucleares han trabajado en el mejoramiento genético de plantas ornamentales.
La Uach, por ejemplo, tiene más de 16 variedades de Cempasúchitl que han sido registradas a través de esta universidad.
Protección endeble
Una de las preocupaciones del investigador es la falta de protección para el material genético en México, ya que durante muchos años se afirmó que las plantas eran patrimonio de la humanidad y bajo este pretexto cualquier empresa o individuo podía acceder a los recursos de manera irregular, aunque no reclamar su registro.
Considera que si se obtiene una especie de manera legal debe existir un compromiso para retribuir al país una parte de los beneficios que derivan de la obtención de nuevas variedades o propiedades de la planta.
La protección implica dos aspectos, el primero es la defensa del trabajo intelectual que implica obtener variedades por parte de especialistas como los fitomejoradores o una empresa dedicada al negocio; la segunda a la protección de los recursos en forma natural y que se encuentran resguardados por las comunidades,
El especialista expone que cualquier país que deseara colectar orquídeas, cactáceas, bromelias, helechos tendría que respetar esta ley y retribuir de alguna manera a nuestro país, en especial a los campesinos, quienes protegen estas especies de forma natural.
Puntualizó que el costo de llevar a cabo la obtención de algunas variedades, tan sólo en Europa, oscila entre 50 y 100 mil euros.
José M. Mejía comentó que en este momento se discute la ley al acceso a los recursos fitogenéticos de México para la alimentación y la agricultura, que tiene como meta fundamental proteger recursos de forma natural, que no han recibido ningún trabajo de inversión, económica, ni intelectual, en el estado silvestre posible.
Aseguró que aunque el gobierno tome medidas al respecto es imposible que no se lleven nuestros recursos, porque existe de manera legal acuerdos internacionales que lo permiten sólo para fines de investigación.
A partir del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, México se tuvo que unir al esquema de Protección de variedades y vegetales UPOV que es un organismo que regula las protecciones de todos los países que suscriben estos acuerdos.
En México está suscrita en el acta de l978 y que avala la protección, a través de la Ley Federal de variedades vegetales que fue publicada en 1996 y que no ha tenido modificación alguna hasta la fecha. Ahí señala que la protección a variedades tiene un periodo de protección de 18 años, y que el obtentor debe comprobar de su originalidad con relación a otras variedades.
Nuestro país posee una gran riqueza de recursos fitogenéticos, pues tiene poco más de 6 mil especies, de ahí el interés por protegerlas.