Desarrollan científicos mexicanos primer maíz cisgénico tolerante a sequía
Ante este descubrimiento de científicos mexicanos, dado a conocer la semana pasada, la primera pregunta que surge es si se trata de un transgénico, tecnología que ha generado polémica y ha sido rechazada y satanizada por organizaciones no gubernamentales y ecologistas.
Sobre este particular, Beatriz Xoconostle Cázares, investigadora del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional, explica a Imagen Agropecuaria que técnicamente este maíz es un cisgénico, que significa “modificar un gen del mismo organismo”; mientras que un transgénico es ”tomar un gen de cualquier organismo e introducirlo en otro”.
Sin embargo, agrega la gente usa transgénico para nombrar todo lo que se hace por ingeniería genética y “es equivocado”. Detalla que para desarrollar un cisgénico sí se usa la ingeniería genética, ya que un laboratorio muy eficiente puede tardar diez años en tener variedades superiores y con esta herramienta se puede hacer en menos de la mitad.
“Es la primera planta de maíz tolerante a sequía en el mundo. Sabemos que Monsanto está haciendo una basada en otro sistema…pero la mayor talla y vigor que logramos en la planta nos hace suponer que vamos a hacer buena competencia para cualquier maíz tolerante a sequía”, resalta Xoconostle Cázares, quien junto con que los investigadores José Luis Cabrera, del Cinvestav Irapuato, y Roberto Montes de Oca Luna, de la Universidad Autónoma de Nuevo León, desarrollaron la tecnología.
Aclara que no se utilizó ningún marcador de resistencia, por lo que no se sintetiza ninguna proteína nueva, que es una preocupación de ecólogos, ya que a lo mejor provocaría alergias en organismos susceptibles.
El Cinvestav tendrá la protección intelectual, pero a diferencia de los transgénicos el agricultor podrá reproducirla y el costo de la semilla “no tiene porque tener un precio superior al maíz convencional”.
Plantas menos estresadas
La investigadora, del Departamento de Biotecnología y Bioingeniería, explica que cuando a una planta le quitamos el agua empieza a producir azucares especiales que la retienen, entre ellos la Trehalosa, que a su vez tiene una enzima llamada Treahalasa, que en situación de estrés rompe el azúcar para empezar a alimentarse. Es decir, las plantas tienen una enzima que las hace susceptibles a sequía. Pero, si hacemos que esa azúcar no se destruya, la planta se vuelve más tolerante al estrés hídrico, explica Xoconostle.
Como investigadores atenuamos la expresión de dicha Trehalasa, “simplemente se apaga un poco”, porque de lo contrario la planta llega a fenecer. Para ello, el grupo de científicos introdujo una bacteria natural del suelo (agrobacterium), que transfiere material genético a la planta.
La variedad de maíz (B73, variante de maíz amarillo) llegó a soportar temperaturas extremas de hasta 51 grados, permitió ahorros del 20 por ciento, respecto a los criollos que alcanzaron mayor altura, pero nunca dieron mazorcas. Además, realiza mejor el proceso de fotosíntesis y produce más floración.
El ahorro de agua que permite esta tecnología es relevante si se considera que para producir un kilo de maíz se requieren 2 mil 800 litros.
Al cuestionarla sobre una posible trasferencia de genes a otras especies, Xoconostle dijo que el maíz tiene polinización abierta, es compatible con otros maíces y con el teocintle y se puede transferir polen de la planta modificada y dar la característica de tolerancia a sequía a una planta sexualmente compatible. Si no se quiere transferir esa característica se tiene que restringir el cultivo a ciertas áreas, como el norte del país.
Fases hacia liberación comercial
Luego del ensayo confinado, el maíz tolerante a sequía deberá pasar por las diferentes fases que marca la LBOGM (Ley de Bioseguridad de Organismos Genéticamente Modificados), es decir, experimental, piloto y comercial, ya que ésta incluye transgénicos y cisgénicos (aunque no los mencionada específicamente. Los técnicos del equipo de investigación están revisando la versión final de la solicitud de permiso para fase experimental, que presentarán al Senasica.
La fase experimental se realizará en una hectárea en el Valle del Yaqui, Sonora –y se busca que también sea en Sinaloa–, donde habrá controles, barreras biológicas y medidas de bioseguridad; en la fase piloto espera dar datos más reales.
El permiso que tramitan ante el Senasica para los primeros experimentos es para el ciclo primavera-verano 2011, y si se autorizan pasarían a fase piloto en el ciclo otoño-invierno 2012, que sería la antesala de la fase comercial.
Los dineros no se clonan
Los ensayos requieren inversiones e infraestructura, por lo que el grupo de investigadores busca apoyo federal o de los gobiernos estatales. Para el permiso de prueba experimental “pusieron la vara muy alta” y esto limita las posibilidades de los centros de investigación en general.
Beatriz Xoconostle expresa que no hemos tenido financiamiento para hacer estos trabajos, ya que el grupo de investigadores que participamos, por nuestro ámbito de acción, viajamos de Monterrey hacia México e Irapuato, “lo pagamos de nuestra bolsa”. Cinvestav nos da para el mantenimiento de laboratorio y para proyectos etiquetados; pero no tuvimos un financiamiento oficial para el de tolerancia a sequía.
Respecto a posibles apoyos de parte de empresas, asociaciones o instituciones, Xoconostle Cázares señala que necesitamos demostrar que está funcionando. “Se puede transferir a una trasnacional, pero no es nuestro objetivo; sino a cooperativas medianas, que en el norte hay muchas y a los agricultores de Chihuahua les gustaría muchísimo y están listos”.
Al insistirle en si alguna empresa privada podría invertir, la investigadora asegura: son nuestros competidores, podemos sacar productos tan buenos como los que tiene empresas como Monsanto.
El Cinvestav está patentando el maíz, el gobierno del Distrito Federal apoya con el pago para tener la protección intelectual. “Una ventaja de esta estrategia es que es un sistema universal y la tolerancia a sequía se puede aplicar a todas las plantas”, remarca.
La experta también confía en que tendrían capacidad de reproducir la semilla, “porque los mexicanos somos muy creativos” y esto nos permite reemplazar la falta de instrumentos.
Retraso tecnológico
Ante el rechazo generalizado al uso de la biotecnología, la investigadora manifiesta: “siento que nos estamos retrasando en cuanto a la obtención de tecnología no sólo en maíz, sino soya, canola, donde no somos centro de origen”. La tolerancia es una herramienta universal pero sólo está aprobada en maíz, pero deberíamos tener más recursos para desarrollarlos en otros cultivos.
Reflexiona que en México se aplicó la moratoria al maíz, y se pausó doce años de investigación, pero el mundo siguió haciéndola. Por eso, las grandes compañías nos ven con muy buenos ojo porque vamos a ser su mercado cautivo, porque vamos a tener que comprar las plantas; a lo mejor podemos revertir un poco ese hueco en desarrollo, porque México tiene laboratorios con buen potencial como el Cinvestav de Irapuato o el Instituto de Biotecnología de la UNAM en Morelos.
Sobre una posible oposición de parte de los grupos ambientalistas, Xoconostle expone que “siendo realista vamos a tener oposición, porque la oposición no es sólo contra los transgénicos, sino contra la biotecnología en general”.
Hizo hincapié en que si pudiéramos tecnificar el campo no tendríamos tanta necesidad de desarrollar este tipo de tecnología, pero eso requiere fuertes inversiones para infraestructura. Por eso el desarrollar plantas tolerantes permite tener una estrategia para trabajar en tierras ociosas o semiáridas.
Los centros de origen de México –subraya– son muy importantes desde el punto de vista antropológico, pero no en productividad, ya que a pesar de ser un centro original de producción agrícola, somos importadores netos de Estados Unidos e, incluso de China.
África, que tiene características de suelo bastante similar a zonas semiáridas mexicanas y ya empezó a tener este año maíz mejorado desarrollado en el Cimmyt, que tiene sede en México, pero aquí no se hace y en unos años esa nación va estar arriba de nuestro país en materia de productividad. “Nuestros ambientalistas han puesto tantas restricciones, que muy difícil hacer una prueba sin que sea un delito”, expone Xoconostle.
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¿Qué es un Organismo Genéticamente Modificado?
Cualquier organismo vivo, con excepción de los seres humanos, que ha adquirido una combinación genética novedosa, generada a través del uso específico de técnicas de la biotecnología moderna que se define en esta Ley, siempre que se utilicen técnicas que se establezcan en esta Ley o en las normas oficiales mexicanas que deriven de la misma.
Fuente: LBOGM