Biotecnologia

Imposible coexistencia entre maíces nativos y transgénicos: UCCS

Estamos en un momento crítico para México, ya que como centro de origen podría convertirse en el granero del mundo, en el único país productor de maíz diverso y de alta calidad, pero si se abre la siembra de maíz transgénico, estaría perdiendo la capacidad de tener soberanía y seguridad alimentaria, afirmó la presidenta de la Unión de Científicos Comprometidos con la Sociedad (UCCS), Elena Álvarez-Buylla Roces.

Las soluciones que plantean las empresas biotecnológicas son insuficientes y no son adecuadas para México; si se aprueba la siembra de maíz transgénico las consecuencias serían irreversibles, con riesgos a la salud, las economías rurales, culturales, de alimentación y al medio  ambiente, además de la pérdida de razas nativas de maíz a mediano y largo plazo, argumentó la especialista.

En entrevista con Imagen Agropecuaria, la presidenta de la UCCS declaró que las compañías transgénicas monopólicas no fomentan la soberanía, buscan privatizar los beneficios, manejar y controlar la semilla. Estas empresas no son altruistas, su verdadero lema es hacer negocio en cada eslabón de la cadena alimenticia y su fin no es el beneficio social, es el lucro.

También descartó que las compañías puedan controlar sus transgénicos, ya que el análisis de los acervos de maíz del territorio nacional demostró que existe contaminación de maíz en Oaxaca, Guanajuato, Yucatán y Veracruz. A pesar de que la contaminación aún es mínima, demuestra que la coexistencia de ambos tipos de maíz, sin intercambio genético, es imposible.

Sumado a este escenario, durante diálogo-taller con medios de comunicación Maíz transgénico: la coyuntura actual expertos indicaron que a 10 años de la liberación de maíz transgénico en Argentina, estudios demuestran que las semillas de maíz transgénico no crecen adecuadamente después de algunas generaciones, lo que implica que los agricultores deben comprar la semilla y otros insumos periódicamente, esto fomenta la dependencia tecnológica y la pérdida de la soberanía y seguridad alimentarias.

Los especialistas aseguraron que es un mito que como aseguran las transnacionales, los transgénicos mejoren la alimentación, “no hay ningún transgénico seguro ni benéfico para la salud”.

Además señalaron que desde 1996- 1998 el gobierno  de nuestro país aprobó las fases experimentales de maíz transgénico, violando el sistema de derecho individual y colectivo, lo que ya ha traído consecuencias por la cruza con las razas de maíz nacional. Esto aún podría ser reversible, pero liberar la siembra de maíz transgénico a nivel comercial implicaría abrir la extranjerización de la economía del mercado, ya que 75 por ciento del agrosistema mexicano se dedica a la siembra de maíz.

“Los transgénicos no son necesarios y las razas nativas sí”, aseveró Antonio Turrent Fernández, investigador del INIFAP y miembro de la UCCS, argumentando que aunque en México se producen 22 millones de toneladas de maíz anuales, estudios sobre el potencial productivo del maíz sugieren que el campo mexicano cuenta con recursos para producir 57 millones de toneladas anuales de maíz en los próximos 15 años siempre que se realice la inversión hidroagrícola y la inversión requeridas.

En el evento, organizado por la y el Seminario Los Maíces Nativos como Patrimonio Cultural del INAH y la UACM, 22 expertos hablaron del grave riesgo que significa para la seguridad alimentaria de México y el mundo, así como para la soberanía nacional, la siembra de maíz transgénico en cualquier región del territorio nacional, incluyendo las pruebas experimentales que, contraviniendo el orden jurídico, ha autorizado el gobierno mexicano a empresas transnacionales como Monsanto y Dow Agrosciencies para efectuar experimentos en varios estados del norte de México.

Antonio Serratos, miembro del consejo directivo de la UCCS y del Seminario INAH/UACM, expuso que los permisos otorgados recientemente a las empresas biotecnológicas y semilleras para la experimentación con maíz transgénico en campo son reiteraciones deficientes de experimentos diseñados hace 15 años y que en aquellos años sentaron las bases para establecer la moratoria de facto a los permisos para ensayos de campo con maíz transgénico.

Por su parte, al abordar el vértice económico del tema, Alejandro Polanco Jaime explicó que con los transgénicos perdemos todos: pierde el productor, también el consumidor, porque los transgénicos representan grandes riesgos a la salud, y pierde la sociedad, porque se afecta a la biodiversidad del maíz y se contaminan los stocks de variedades nativas. Pero también pierden las empresas semilleras porque su fuente de renovación es el germoplasma nativo, y si éste se contamina sus productos serán obsoletos e inservibles.

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