Cultivan hortalizas agroecológicas con agua de lluvia en CDMX
El volcán de Xitle aparece como una postal de fondo en los ejidos de San Andrés Totoltepec, en la alcaldía Tlalpan, donde la familia Zarco produce hortalizas con técnicas agroecológicas y capta agua de lluvia durante el temporal para regar sus cultivos, y así ofrecer una opción sana y nutritiva de alimentos a los consumidores, quienes “compran salud” al adquirirlos.
En el paraje Los Llanos, a más de 2,000 metros de altura sobre el nivel del mar, esta parcela es un símbolo de resistencia ante el avance de la mancha urbana, en una zona estratégica para la Ciudad de México, donde se recarga el acuífero, se capturan partículas suspendidas y carbono, además de producir oxígeno.
Bajo los pequeños túneles de malla-sombra, rodeados de “acelgas arcoiris”, que destacan por su gran tamaño y los colores de tonos rojizos, morados o amarillos, los cuales parecen óleos pintados a detalle, Carmen Ramírez Borja y su esposo Zeferino Zarco Álvarez platican cómo incursionaron a la producción de hortalizas. Recuerdan que producían hortensias, pero debido a la pandemia de Covid-19, en el año 2020 empezaron con el cultivo de hortalizas en una pequeña superficie, con un metro cuadrado de cilantro. En ese tiempo era mejor tener para comer algo en lugar de la flor “que era un lujo”, expresan.
Luego cultivaron espinacas, acelgas, arúgula, lechuga rabanitos, col, coliflor, brocoli, kale, ajenjo, menta y hierbas medicinales, entre otros.
Al inicio, la venta de hortalizas agroecológicas comenzó entre familiares y conocidos del pueblo y hoy los Zarco cuentan con alrededor de 540 metros cuadrados, que han equipado con apoyos de Comisión de Recursos Naturales y Desarrollo Rural (Corenard) y Sembrando Vida. Así han adquirido motobomba, electrobomba, captadoras de agua, malla sombra para los macrotúneles y Zeferino a puesto su mano de obra para diversas tareas.
La familia aprovecha los sitios de comercialización que se abrieron a través del programa Altépetl Bienestar de la Corenard, “nos han buscado espacios donde vender nuestros productos”. Por ello asisten a lugares como Los Pinos, Financiera del Bienestar, Tecnológico de Monterrey, IMER, San Ángel, Casa del Virrey en Tlalpan y Huerto Roma.
Zarco Álvarez explica que lo orgánico y agroecológico, “casi es lo mismo, pero lo agroecológico es cuidar el ecosistema, todo lo que nos rodea, flora fauna, suelo”. Un plus de su producción es que cuentan con el Sello Verde, que garantiza al consumidor que “esta libre de sustancias químicas”.
“20 pesos de salud”
Carmen Ramírez, quien rememora que su abuela raspaba magueyes, sacaba pulque y era campesina, le enseñó, cómo sembrar, pizcar y desgranar el maíz en piedras, destaca que la zona donde ella siembra su parcela, “es la mera esponja de los mantos acuíferos”.
Para nosotros, enfatiza, “es muy importante la agroecología, porque fuera pesticidas, fuera fungicidas, fuera herbicidas”.
“Los técnicos –remarca– nos fueron enseñando, nos capacitaron, como preparar los insumos, la tierra y hacer la tareas para seguir sembrando como lo hacían nuestros antepasados, agroecológicamente y en bancales. Aprendimos hacer todo esto, cuando empezamos nuestras hortalizas eran muy pequeñas porque el suelo no estaba nutrido”.
Zeferino Zarco también viene de una familia campesina, “desde los abuelos”. Su padre en el pueblo de San Andrés usaba el abono de “gallinaza” para fertilizar sus cultivos. Cuando él empezó a producir hortensias aplicaba químicos, pero en las capacitaciones con los técnicos de Altépetl Bienestar,
“nos enseñaron que hace daño no sólo a los consumidores, sino al suelo y todo lo que respiramos, por eso hoy todo se siembra agroecológico”.
En su parcela elabora bioles, “un supermagro que lleva estiércol de vaca, nueve sales y mediante un proceso anaerobio se produce y también se hace composta de caballo, borrego o gallinaza”, explica Zeferino, quien destaca que por medio de la Corenadr “incursionaron a la agroecología para mantener las parcelas sanas, sin sustancias tóxica, sin químicos”
Los Zarco riegan su unidad de producción con agua de lluvia y cuando se agota las pipas les llevan agua del Pico del Águila –ubicado en el Parque Nacional Cumbres del Ajusco, que alcanza una altura de unos 4 mil metros sobre el nivel del mar–, con ello, ”los mantos acuíferos los estamos manteniendo todo el año”, expresa Carmen.
Para almacenar el agua de la lluvia tienen ollas de captación, una de 3,000 litros, otra de 20 mil, 45 mil, 52 mil y de 100 mil litros, “se escucha mucho, pero es poco; no me alcanza el agua tengo que compra entre cinco y siete pipas de 20 mil litros en época de seca, entre marzo y abril”, anota Zeferino.
Entre todos los ejidatarios de San Andrés Totoltepec, “creo que soy el único que siembra de esta manera”, dice con orgullo Zeferino, quien trabaja todo el año con su esposa Carmen y su hijo y Emmanuel, además contratan a una persona mayor que les ayuda.
Sobre si el consumidor reconoce y valora el trabajo que realizan en su parcela agroecológica, señalan los Zarco: “hay gente que capta lo que hacemos, les explicamos que es la agroecología” y les decimos, “te estoy vendiendo 20 pesos de salud, no de enfermedades”. Toman la bolsa de 200 gramos de espinaca u otra hortaliza y dicen: ¡esta excelente!.
Carmen manifiesta que ellos están en área del sur de la Ciudad de México, en suelo de conservación donde, “mantenemos suelos, mantos acuíferos, el ecosistema y tratamos de regresar todo lo que es del medio ambiente”.