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Guerra, clima y pandemia agudizan inseguridad alimentaria en Sudán

La inseguridad alimentaria aguda en el Sudán ha ido en aumento por lo que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) está intensificando los esfuerzos para hacerle frente. Este problema se ha visto impulsado por los efectos combinados del conflicto armado, la sequía, la enfermedad por coronavirus (Covid-19), la baja producción de cultivos básicos asociada a la infestación por plagas y enfermedades, y los trastornos económicos.

Según el Plan de respuesta humanitaria de la FAO para 2022 en el Sudán, se prevé que 10.9 millones de personas, esto es, el 30 por ciento de los sudaneses, necesiten apoyo de subsistencia en 2022, la mayor cifra de la última década.

En respuesta a la pésima situación de la seguridad alimentaria, que corre el riesgo de agravarse aún más por los efectos en cadena del conflicto en Ucrania, la FAO ha puesto en marcha un nuevo proyecto financiado por el Fondo Central de las Naciones Unidas para la Acción en Casos de Emergencia (CERF), que tiene por finalidad restablecer la seguridad alimentaria y la nutrición de las comunidades agrícolas y pastoriles afectadas en el Sudán mediante la provisión de suministros agrícolas y ganaderos de emergencia.

Esta contribución esencial de 12 millones de dólares de los EE.UU. del CERF, que constituye la mayor asignación individual que ha realizado a la FAO hasta la fecha, apoyará iniciativas urgentes dirigidas a incrementar la resiliencia de los agricultores y pastores de escasos recursos en los 14 distritos del Sudán más gravemente afectados.

“Esta generosa contribución del CERF hace que la FAO pueda proporcionar de manera urgente insumos agrícolas esenciales a hogares agrícolas vulnerables antes de que comience la campaña agrícola principal en junio. La contribución asegurará que puedan producir alimentos suficientes para cubrir sus necesidades durante los meses venideros”, dijo Babagana Ahmadu, representante de la FAO en el Sudán.

Respuesta a las crisis y fomento de la resiliencia

El proyecto se dirigirá a 180 mil hogares, esto es 900 mil personas de entre las comunidades agrícolas y pastoriles más vulnerables, que incluyen desplazados internos, repatriados, refugiados y hogares residentes. Al vivir dos tercios de la población en las zonas rurales del Sudán, la prestación de apoyo agrícola a los pequeños agricultores resulta fundamental para la respuesta humanitaria.

El proyecto abarca la asistencia tanto agrícola como ganadera, que tiene por objeto disminuir con rapidez la dependencia de la asistencia alimentaria de emergencia y proporciona una base para la recuperación a medio y más largo plazo. Esta asistencia comprende la provisión de semillas certificadas de cultivos, legumbres y hortalizas, arados de tiro y herramientas de mano, vacunas y medicamentos veterinarios, piensos concentrados para animales ricos en proteínas y depósitos de minerales, así como carretas y animales productivos. Incluye asimismo la provisión de efectivo y la rehabilitación de activos productivos comunitarios, tales como infraestructuras hídricas en pequeña escala, pastos y otros.

La situación se presenta desalentadora para millones de personas, pues la guerra de Ucrania está provocando nuevas subidas de los precios de los alimentos y el Sudán depende de las importaciones de trigo procedentes de la región del mar Negro. Una interrupción de la entrada de cereales en el Sudán incrementará los precios y dificultará la importación de trigo. Actualmente, los precios locales del trigo superan los 550 dólares por tonelada, lo que supone un aumento del 180 por ciento en comparación con el mismo período de 2021.

Por otra parte, los elevados precios actuales de los fertilizantes en los mercados mundiales repercutirán inevitablemente en la capacidad del Sudán de importar y podrían poner en peligro los cultivos presentes y futuros del país.

Por estos motivos, esta asignación del CERF es oportuna y esencial. Además, la FAO necesita urgentemente otros 35 millones de dólares para garantizar que dos millones de hogares agrícolas y pastoriles vulnerables reciban apoyo suficiente para producir sus propios alimentos y mantener su ganado vivo y productivo, fortaleciendo así su resiliencia.

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