Incremento de precios de alimentos empobreció a 44 millones de personas
El incremento en el precio de los alimentos de los últimos tres años ha provocado que 44 millones de personas de países de ingresos bajos y medios se sumen a las filas de la extrema pobreza, según el Banco Mundial.
Lo que más preocupa a los gobiernos de estas naciones, entre las que se ubican la mayoría de las economías latinoamericanas, es que los precios altos de la comida generan inseguridad alimentaria entre la población más desfavorecida y se corre el riesgo de que los niños padezcan desnutrición crónica, que tendría efectos devastadores en el largo plazo, señalan organismos internacionales.
En el documento Respuestas de los países de América Latina y el Caribe al alza y volatilidad de precios de los alimentos y opciones de colaboración, elaborado por la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el Instituto Interamericano de Colaboración para la Agricultura (IICA) y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), se señala que este escenario de precios elevados de los productos agropecuarios también puede representar una oportunidad para abatir la pobreza de los productores rurales, ya que se pueden ver beneficiados por la venta de sus cosechas.
Sin embargo, matiza, la mayoría de los agricultores de baja escala de los países latinoamericanos y caribeños únicamente produce para su autoconsumo. No comercializan.
Además las asimetrías en la transmisión de los precios de los insumos y los bajos rendimientos productivos convierten este escenario en una oportunidad desaprovechada.
La enorme volatilidad del valor de estos productos también desincentiva las inversiones por parte de los mismos agricultores, la banca y los sectores público y privado, debido a que las enormes fluctuaciones de los mercados genera una gran incertidumbre.
La toma de decisiones políticas para el agro se vuelve complicada, pero son indispensables para mejorar la competitividad de los productores más pobres y reducir la pobreza del medio rural. Sobe todo en los países que son importadores netos, como México, puesto que en un entorno de precios altos en los alimentos merma las aspiraciones de estos países a garantizar el derecho a la alimentación.
El documento, resultado de una serie de congresos y seminarios organizados por el IICA, FAO y CEPAL, refiere que más que en un escenario de desabasto de alimentos, nos encontramos ante un problema de acceso a los mismos. Las enormes desigualdades en el reparto de la riqueza de las naciones latinoamericanas, a tal grado que ponen en riesgo la consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio relativos a la reducción de la pobreza y el hambre.
Si bien es cierto que el problema del hambre no se debe tanto a la oferta, las proyecciones indican que para el año 2050 será necesario duplicar la producción de alimentos. A lo largo de las últimas décadas se ha acumulado un déficit entre la capacidad productiva y el crecimiento poblacional que tendrá que ser resuelto en los próximos años.
La ausencia de voluntad política y de inversiones en ciencia y tecnología son los principales obstáculos que se tienen que librar para propiciar un incremento en los rendimientos y productividad agropecuaria. Asimismo, reducir las mermas que se calculan en cerca del 40 por ciento de la oferta total mundial de alimentos, destaca.
Las propuestas
Es necesario propiciar el intercambio de experiencias y aprendizaje en acciones de protección social y la elaboración de estudios internacionales sobre mejores prácticas en programas de protección social (incluyendo aquellos con enfoque productivo), porque la falta de programas de protección social y el alza de precios puede provocar una reducción del consumo con graves consecuencias de desnutrición en muy corto plazo, advierte el documento.
En lo que respecta al ámbito productivo, el apoyo a la agricultura familiar, la inversión y desarrollo de innovaciones tecnológicas, así como la promoción de instrumentos de cobertura de riesgos, deben ser prioritarios en las agendas de los gobiernos de la región.
Igual de importante es el desarrollo de innovaciones tecnológicas que permitan incrementar la oferta de alimentos en los mercados internos y en el mercado mundial. Esto supone una mayor inversión en programas de investigación y desarrollo, agricultura de precisión, sanidad, comercio, riego, siembra directa, inocuidad alimentaria, calidad, crédito, asistencia técnica e infraestructura de acopio, entre otras áreas críticas.
La política de apoyo a la agricultura familiar debe ser un eje prioritario para el logro de la seguridad alimentaria y nutricional, y para la estrategia de desarrollo agroalimentario. No se trata solamente de aliviar la pobreza rural, sino de aprovechar el potencial productivo de este sector más allá del autoconsumo, establece el documento, mismo que recoge las propuestas de los especialistas que participaron en los congresos.