Cadenas comerciales definen consumo de alimentos de la población
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) aproximadamente 672 millones de adultos y 124 millones de menores son obesos; mientras que 40 millones de niños menores de cinco años tienen sobrepeso, en el mundo.
Esto se debe, principalmente, a un cambio en la dieta, sobre todo, de aquellas que residen en las ciudades. El estudio del organismo demuestra que en los últimos años la comida rápida desplazó en gran medida a los alimentos preparados en el hogar y también sustituyó ingredientes importantes -como frutas y verduras-, por harinas, azúcares, grasas y sal., aseguraron los académicos del Instituto de Investigaciones Económicas (IIEc), Agustín Rojas Martínez y Uberto Salgado Nieto.
En ocasión del Día Mundial de la Alimentación –que se celebra el 16 de octubre–, los expertos comentan que la articulación del sistema agroalimentario debe dotar de suficientes alimentos y también de calidad en términos de sus nutrientes.
Estiman que del total de la producción nacional alimentaria 2018-2019, 60 por ciento de la oferta interna correspondió a productos procesados, como ensaladas de bolsa, verduras o mariscos ultracongelados, legumbres en conserva, conservas de pescado, entre otros; o ultraprocesados, entre ellos la mayor parte snacks, bollería industrial, galletas, embutidos, sopas instantáneas, refrescos, etcétera; la población urbana es la que más los consume.
En ese sentido, Uberto Salgado manifiesta que los distribuidores principales de estos insumos y cadenas comerciales a nivel nacional definen en gran medida el tipo de alimentos que la población consume, incluso a partir de la esfera de la producción agrícola.
Rojas Martínez y Salgado Nieto coinciden en señalar que los sistemas agroalimentarios tienen que ver históricamente con la posibilidad de contar con mayor reserva de alimentos en términos de cantidad y variedad. Sin embargo, hasta la primera mitad del siglo XX se consagró la alimentación como un derecho fundamental en México; es decir, que todas las personas deberían tener acceso a ella.
En México, el reorientar el gasto de la alimentación para satisfacer otras necesidades básicas como vivienda y transporte, lleva a la oferta de alimentos basada prácticamente en víveres altamente industrializados, que son el detonante en los cambios del patrón alimentario de los mexicanos y, en consecuencia, el progreso silencioso de esas epidemias en salud que tenemos hoy en el país, sobre todo sobrepeso y obesidad, considera Agustín Rojas.
“Esa es una bomba de tiempo porque al final estos problemas van a detonar las finanzas públicas por el lado del acceso a la salud, el costo del tratamiento de las enfermedades y, sobre todo, también implicará una merma en las posibilidades de desarrollo económico nacional al tener una fuerza de trabajo atrofiada, enferma e improductiva, que demandará un mayor gasto en salud debido a enfermedades no transmisibles asociadas a la mala alimentación”, prosigue el universitario.
Conmemorar el Día Mundial de la Alimentación tiene que ver con la importancia de adoptar una que sea equilibrada. La pandemia nos permitió observar claramente las consecuencias de esta dieta globalizadora que llevamos, con consumo hipercalórico, y que las grandes cadenas de distribución la definen, destaca Uberto Salgado.
Para Salgado Nieto el Covid-19 vino a “desnudar un poco” esa deficiencia en la dieta de la población mundial. “Creo que hubiésemos visto un panorama muy distinto si hubiéramos contando con un plan de alimentación más nutritivo y no tan orientado hacia el consumo de todos estos productos ultra procesados de gran contenido calórico.